LITERATURA Y POLÍTICA: RAZONES Y CRÍTICA DESDE CUESTA Y VOLPI

Sábado, 27 de Agosto de 2016 00:47 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*El poder no es sólo grilla y negocios fáciles; una obligación moral
*Dos escritores entre la imaginación, la responsabilidad y la utopía social
*También importa lo importante, no sólo aquello que es escandaloso 
 
Vítor M. Sámano Labastida
 
HAY TEMAS relevantes esta semana, me dice un amable lector cuando le expreso la idea de dedicar la edición sabatina de esta columna a una revisión de la literatura y la política desde la mirada de dos excelentes escritores: Jorge Cuesta y Jorge Volpi. ¿Qué temas? Y enuncia: el plagio en la tesis de Enrique Peña Nieto, el destape anticipadísimo de Pedro Jiménez León para la gubernatura de Tabasco, la renuncia de Juan Pablo de la Fuente a Morena, el reinicio de clases y la entrampada reforma educativa, o hasta el caso Uber-taxistas.
Estos temas de alguna manera los referí en columnas anteriores, otros quedan pendientes porque todavía darán mucho de sí. Como el anuncio del gobernador Arturo Núñez sobre operativos especiales de seguridad en la capital tabasqueña o el reclamo de apoyo a diputados y senadores en vísperas de la elaboración del presupuesto. O la rebelión ciudadana en Morelos contra el gobernador Graco Ramírez.
Pero el tema que hoy me ocupa, producto de una conversación con mi buen amigo Pablo del Ángel Vidal, abarca en cierto sentido esto y más. Abuso de la paciencia del lector.
 
         
NECESARIA CRÍTICA SOCIAL
LA BUENA literatura hiere a la política: da en el blanco de la crítica social, con personajes que utilizan los dilemas como oportunidades de la inteligencia. La política se desquita: envía a la literatura al cajón de lo irrazonable. Una alergia recíproca: por lo general políticos y literatos encarnan temperamentos disímbolos y hierven a grados diferentes. Como siempre, hay contadas excepciones.       
Con perdón de los políticos que no soportan las lecciones de la literatura, algunas veces se presenta una mezcla afortunada de literatura y política. Es el caso que, por partida doble, hoy nos ocupa: el novelista Jorge Volpi (México, 1968) y el ensayista Jorge Cuesta (Córdoba, 1903-1942).      
En la obra literaria de Volpi se prolonga la obsesión de su genial tocayo Cuesta: “el siglo XX olvidó la obligación moral de ser inteligente”. Note la combinación de moral e inteligencia en una misma idea. Para denunciar el cinismo intelectual del siglo XXI, recordemos a uno de los personajes literarios de Volpi: “Tiempos oscuros se viven, si para ser inteligente hay que ser inmoral”.    
Jorge Cuesta fue un extraordinario contemporáneo de Los Contemporáneos,  generación notable que incluyó al cronista Salvador Novo, a los poetas Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Gilberto Owen, entre otros; con sus lecturas y obras rompieron fronteras culturales en México. Cuesta fue el miembro más versátil del grupo, con pensamientos de avanzada, por ejemplo contra Marx (1937): “El ideal de Marx fue un mundo fácilmente inteligible, un mundo sin misterio, un mundo claro, que no cueste trabajo concebir”. Veía al Marx político con ojos artísticos. 
Y su apuesta por la democracia con sentido crítico: “La autoridad democrática es una autoridad expuesta a la crítica; es una autoridad en investigación, a la que se niega una consagración terminante. Las instituciones democráticas por excelencia son la renovación y la crítica de la autoridad: el sufragio popular y el parlamento. De aquí que se acuse a la democracia de debilitar al Estado, por las limitaciones que impone a la autoridad, por la desconfianza con que obliga a considerarla, dificultando el ejercicio del poder”. Exacta descripción de la democracia como acotamiento del poder, idea que se necesita con urgencia hoy.       
Jorge Cuesta no publicó libros en vida. Tuvo un fin de extrañeza meridiana: autocastración y suicidio. Su obra ensayística y poética fue recopilada en los años 60s por la UNAM, de la mano de Miguel Capistrán y Luis Mario Schneider. Como guiño intergeneracional, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce y Carlos Monsiváis se midieron con sus ideas. El lector, como labor pendiente, quizás quiera decirle adiós a la poesía feliz: “La poesía de ´Díaz Mirón es una poesía torturada; una poesía sin bondad, una poesía con enemigo, incapaz de producirse sino en la contienda, como fruto de la hostilidad”. 
VOLPI: GOLPES A LA REALIDAD 
A pesar del oscuro silencio (1992) fue la primera novela de Jorge Volpi, con   Jorge Cuesta como protagonista. Homenaje literario a la importancia histórica  de Cuesta. He aquí un fragmento que funde literatura y política: “La inteligencia no gusta a los políticos por su aroma de rebeldía. De nada sirve lamentarse de los políticos que gobiernan: hay que desnudar sus intenciones y medirlos con sus actos en el reino de la ficción (…) La literatura busca, a pesar del oscuro silencio, ser una escoba crítica del sistema: limpiar la casa de lo real con la imaginación”. 
La obra narrativa de Volpi (15 novelas) transmite la intransigencia de la ficción para cuestionar la realidad. Un aliento indomable que se pasea históricamente por Alemania: En busca de Klingsor (1999), recrea el valiente atentado de oficiales germanos contra Hitler en plenitud de su poder. O cambia de aires para llegar a Nueva York: La tejedora de sombras (2012), donde la estética existencial de una mujer pintora cobra dimensiones shakesperianas, haciendo añicos el machismo; o llega a Francia en El fin de la locura (2003), para trazar los pensamientos del filósofo mexicano Aníbal Quevedo, discípulo de Jacques Lacan y Roland Barthes: “Amar es dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere”. Volpi registra ironías que cuestionan la vida académica, como esta frase de Lacan: “Si ustedes creen haber comprendido, de seguro se han equivocado”.
La obra de Volpi es ráfaga de aire fresco para captar la realidad. En el texto “Partidos S.A.” se encuentra un problema que los políticos no quieren recordar: la partidocracia. “Buena parte de los partidos latinoamericanos no son sino negocios. Excelentes negocios. Alimentados con los recursos de los contribuyentes y las prebendas que obtienen gracias a apoyar tal o cual proyecto de ley, muchos partidos prosperan aun si carecen de programas o ideas claras sobre los asuntos públicos. Decenas de pequeñas organizaciones, que resultarían irrelevantes si no fuese por la necesidad que tienen los mayores de pactar con ellas, florecen en el bien abonado terreno de la contienda electoral”. Sin programas e ideas, pero con dinero. Por eso la política manda al cajón de lo irrazonable a la indomable literatura. Y ese desencuentro seguirá, acaso felizmente.( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )