México 1985-2017: cultura ciudadana, atraso político y valores culturales

Jueves, 28 de Septiembre de 2017 00:20 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/Columna diaria

* Continuidades y cambios: lecciones silenciosas
* Desnudez política y cobijo ciudadano: la doble vara  
* Valores, no damnificados: amplificados, una esperanza        
 
Víctor M. Sámano Labastida
  
“LA HISTORIA es una pesadilla de la que quiero despertar”. Esta frase del escritor irlandés, James Joyce, refleja el lado oscuro de la historia cultural de un país. Joyce quería olvidar la bota imperial inglesa sobre Irlanda: una pesadilla de imposiciones políticas y atropellos culturales. Es, por analogía, la pesadilla que muchas veces no queremos recordar en México, a propósito de Estados Unidos. 
Pero hay otros sentidos de la historia que no engendran pesadillas, sino enseñanzas para uso ciudadano. Es el caso de los recientes sismos en Oaxaca, Chiapas y el Centro del país. La memoria histórica se activa y permite la comparación, atendiendo a circunstancias parcialmente semejantes. ¿Qué ha cambiado en México desde 1985?, ¿qué ha permanecido y por qué? La historia  puede ser un espejo fiel de cambios culturales decisivos. 
Con esto en mente, el lector comprenderá por qué la siguiente comparación histórica en torno a los desastres derivados de fenómenos naturales que han sacudido a México. Ya hemos comentado algunos aspectos relacionados con los jóvenes y con las respuestas solidarias a varios niveles.
 
VISIÓN POLÍTICA: CALMAR AGUAS, 
NO ENFRENTAR CARENCIAS
 
EL PRIMER anuncio en 1985 del gobierno federal, encabezado por Miguel de la Madrid, sobre el terremoto y sus efectos, fue el siguiente: “las instalaciones de los estadios para el mundial de futbol México 86, no sufrieron daños, por lo que seguimos con el plan trazado para su realización”. Tamaña insensibilidad, como carta de presentación ante el caos, resultó en una cascada de críticas a nivel internacional: ¿por qué hablar de estadios y mundial, en lugar de la búsqueda de personas?, ¿por qué una preocupación descarnada por el negocio futbolero, en lugar de puntualizar necesidades? 
Una explicación de esa inverosímil decisión gubernamental la tuvo Carlos Monsiváis, cuando habló del pasmo oficial (por omisión y comisión) y de una toma de poderes ciudadana. A nivel interno, el malestar social contra las autoridades creció conforme los datos sobre la tragedia del 19 de septiembre de aquel año se hacía pública: desorden monumental, discrecionalidad, confusión de mandos, recursos subutilizados. El entramado oficial fue rebasado por la acción ciudadana, y se acuñó en positivo el término “sociedad civil”.                   
En 2017, el gobierno ha mejorado protocolos ante desastres y políticas de comunicación para situaciones críticas. Hay mayor entrenamiento y conocimiento sobre qué hacer, incluyendo centros de investigación y alertas sísmicas. Sin embargo, un indicio preocupante de la visión oficial ante la tragedia se muestra en la centralización de la ayuda a damnificados, como si Oaxaca y Chiapas fuesen estados de segunda. Las zonas de daños graves por el sismo del 7 de septiembre han quedado relegadas por el sismo en la capital del país. Lo inexplicable es que el banderazo de salida para la ayuda centralizada se produjo con un viaje oficial del  presidente Enrique Peña para recorrer Oaxaca. El mandatario no llegó a las zonas de desastre y ordenó un retorno veloz a la CdMx, cuando se presentó un nuevo sismo con epicentro en Puebla. El ejemplo cundió e incluso las coberturas mediáticas archivaron las regiones lastimadas de Oaxaca y Chiapas. Un desequilibrio que es una política equivocada con tintes de discriminación.                                      
VISIÓN CIUDADANA: 
SOLIDARIDAD Y APRENDIZAJE  
 
CON RELACIÓN a 1985, la acción ciudadana de 2017 tiene tres variantes que son refuerzo de valores culturales: a) la ayuda para animales domésticos y mascotas; b) el énfasis por rescatar niños; c) el orden y organización en zonas de riesgo.
No se recuerda en 1985 la acción de brindar ayuda a los animalitos. Esta cultura de respeto a cualquier forma de vida resulta un plus de valor humanista que las nuevas generaciones –educadas en valores ecológicos y ambientales- consideran irrenunciable. 
El colapso de 23 edificios escolares generó el énfasis por rescatar niños. Las brigadas de ayuda trabajaron incluso más allá de las 72 horas que es el plazo límite para buscar supervivientes entre los escombros. Esto generó escenas de rescate imborrables, aunque también el montaje de rescate de la (supuesta) niña Frida Sofía, que resultó una invención mediática de primer orden. ¿Objetivo? Captar bonos de ‘aceptación’ para el sector oficial, a través de  un capítulo melodramático. Son los excesos propagandísticos de medios irresponsables, que sin embargo no invalidan el interés genuino por las vidas infantiles, tan preciadas por su potencial de futuro y esperanza.
¿Qué decir de las peticiones de silencio en zonas de riesgo, para escuchar cualquier signo de vida? El orden y la organización se logran paso a paso, a costa de aprendizajes amargos. En México han sido años de férreo aprendizaje. Un topo brigadista lo expuso así: “Si no has perdido a alguien en un rescate, tu aprendizaje es incompleto”.                            
 
AL MARGEN
LA ACCIÓN ciudadana no es grandilocuente. Es una lección silenciosa de sudor y humanismo. Puede flaquear ante la magnitud de una tragedia, pero no por falta de actitud.
La acción política posa para la foto, incluso en zona de desastre. Puede acertar en la salvaguarda de vidas y recursos, pero su prioridad es la aceptación de un logotipo, para lo que después se ofrezca.  ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )