Escándalo mediático: periodismo exprés y generador de realidad

Sábado, 09 de Diciembre de 2017 00:14 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

* El manto del escándalo, ¿factor de credibilidad social? 
* “Escandaliza: algo queda y algo te llevas”, la fórmula    
* Antídoto: periodismo de investigación y lectores atentos
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
 
TIEMPO de campañas. Lo central, lo importante, será desplazado por lo supuestamente interesante. No interesará qué proponen los aspirantes y cómo lo van a lograr, con qué recursos, sino que dijo uno del otro. En la información pública, vivimos en el escándalo. Política como reality show y política como nota roja. Transgresión de límites y valores, voyerismo firme: ciudadanos como mirones y escuchas en butacas mediáticas.  La jerarquía de lo importante, socialmente, se sujeta a lo escandaloso. 
La acumulación vertiginosa de información sin comprobar, acompaña al escándalo y lo proyecta al terreno del rumor. Las  fases van de 1) origen  2) estallido, 3) acumulación 4) maduración y 5) desaparición paulatina, para luego comenzar otro ciclo. Los sucesos se reciclan cada cierto tiempo. El escándalo florece cuando es operativamente útil en sentido político: como distracción, confusión o atmósfera cultural. Si los actores públicos le entran al escándalo, entonces nadie escapa al descrédito. De noche, todos los gatos son pardos. La sombra del escándalo se alarga en política. 
 
ESCÁNDALOS NO NACEN, SE HACEN
 
LOS ESCÁNDALOS mediáticos no surgen de forma espontánea. En política nada surge por casualidad. Se necesita un resorte, oculto o manifiesto. Dice John B. Thompson en su libro ‘El escándalo político. Poder y visibilidad en la era de los medios de comunicación’ (2004): “La producción de escándalos mediáticos viene también configurada por individuos que utilizan a los medios para promover sus propios objetivos políticos”. La objetividad de cobertura es ilusión estratégica. Y la complicidad poder político/influencia mediática aparece en todo su esplendor: “El escándalo se desarrolla en los medios, y las actividades de los profesionales y las organizaciones mediáticas, con sus prácticas y ritmos de trabajo particulares, desempeñan un papel crucial”. 
Este cerco político y mediático es enfrentado por los ciudadanos en las redes sociales virtuales. A un escándalo articulado desde arriba, le sigue un escándalo digital articulado desde abajo. Y otra vez: vivimos en el escándalo. 
Para recapitular: se define el escándalo mediático a partir de la difusión indiscriminada de hechos y datos sin verificación suficiente. La ética de verificación periodística cede el paso a una narrativa de la exageración y la especulación. El escritor norteamericano E. L. Doctorow caracteriza a la época moderna: “Ya no se tiene sentido de la decencia. Se tiene sentido del escándalo”.
 
CARTA DE MONSIVÁIS 
 
“EL PAPEL del escándalo en la consolidación de la nueva opinión pública”, preocupaba a Carlos Monsiváis allá por 1998. Sus palabras cobran rango profético: el escándalo sigue su curso ascendente en el siglo XXI, consolidado el periodismo exprés rastreador de basura, a través de la televisión, internet y las redes virtuales. Escribió Monsiváis: “La sociedad se ha dejado sobredeterminar por el escándalo y sus lecciones. Ya todo lo queremos concebir a través del escándalo. O no lo queremos concebir, sino que lo estamos viviendo a través del escándalo, y eso, desde el punto de vista de una sociedad racional, es terrible”. 
El escándalo como certificación de lo real. La regla: todo lo escandaloso es real. O mejor: sólo se toma en cuenta, para la discusión pública, lo que ha probado ser escandaloso. Ya no rige un criterio de veracidad, sino un criterio sensacionalista, de los hechos. Lo moderado y prudente, como información pública, pierde frente a cualquier escándalo. Hacer comentarios escandalosos y grandilocuentes sobre la sociedad norteamericana, resultó estrategia exitosa de Donald Trump para llegar a la Casa Blanca. Todo indica que será el pan de cada día en las campañas que comienzan. Lo escandaloso, condición indispensable para ser tema dominante (trending topic). Veracidad como accesorio secundario. No importa la verdad, sino la popularidad.
 
EL PERIODISMO EXPRÉSS 
 
DESDE el ángulo periodístico y ciudadano, lo preocupante del escándalo mediático es que entroniza un periodismo exprés basado en filtraciones, y cancela el periodismo de investigación. Bajo esta perspectiva, es crucial diferenciar los escándalos que se detonan por un trabajo de investigación, frente a los escándalos producidos por filtración. La filtración tiene una mano política detrás; la investigación periodística se justifica –en cualquier caso- por la verificación cuidadosa de hechos. El verdadero periodismo es una moral de verificación.
¿Y qué ocurre cuándo se mezclan en el espacio mediático? Veneno para ciudadanos. Dice John B. Thompson: “Uno puede verse confrontado cada día, al hilo de los ritmos de las publicaciones periodísticas o de los programas de televisión, a nuevos giros y vuelcos, en la que las viejas certidumbres pueden derrumbarse de repente al tiempo que emergen  hipótesis nuevas, y en la que los argumentos pueden volverse tan enrevesados que incluso los seguidores más minuciosos pueden empezar a extraviarse”. No se trata de aclarar, de informar, de orientar, sino de confundir. Allí está el negocio.
 
AL MARGEN
LO HABÍA anunciado el gobernador Arturo Núñez en su reciente informe y el Congreso estatal aprobó la iniciativa: el 2018 fue declarado como Año del
V Centenario del Encuentro de Dos Mundos. El 8 de junio del año próximo se cumplen 500 años del arribo de Juan de Grijalva Cuéllar a las costas tabasqueñas del Golfo de México.
 
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