Tercer debate 2018: tribunales, agresiones, tecnología y ¿pactos?

Jueves, 14 de Junio de 2018 00:17 Editor
Imprimir

 Escala Crítica/Columna diaria

* El supuesto acuerdo AMLO-Peña, tras el frustrado Peña-Anaya                   
* Uso de redes virtuales como pulso ciudadano, un ejercicio
* Enjuiciar a un presidente en México, por ahora solo ruido político
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
TODA la carne al asador: las imputaciones políticas de la elección presidencial han llegado a la PGR. En el día del tercer debate, las notas principales fueron denuncias presentadas contra candidatos presidenciales, y (quince minutos antes de iniciar el debate en Mérida) la difusión televisiva de un segundo vídeo grabado en España, para ubicar las redes financieras del supuesto lavado de dinero de Ricardo Anaya, cortesía de Arturo Barreiro, hermano de Manuel Barreiro, empresario queretano radicado en Canadá y vinculado al incremento de la riqueza personal del candidato frentista.
Una denuncia corrió a cargo de Ernesto Cordero, militante del PAN y ahora parte del equipo de campaña de José Antonio Meade. La realizó por lavado de dinero y enriquecimiento inexplicable contra Ricardo Anaya, retomando  informaciones televisivas. Busca fijar agenda a partir del presumible incremento de la fortuna de Anaya y familiares, de 21 millones a 320 millones de pesos, de 2013 a 2017.    
En el mismo tono, legisladores del PAN denunciaron a José Antonio Meade por la llamada Estafa Maestra (2 mil 500 millones de pesos que se esfumaron por apoyos a universidades) y el caso Odebrecht (10 millones de dólares que en 2012 al parecer llegaron a la campaña de Enrique Peña Nieto), aunque no se observa que Meade tenga vela en ese entierro. El político imputado es Emilio Lozoya, quien fungía como coordinador de campaña de Peña.
Por si fuera poco, diputados del PAN también presentaron denuncia contra López Obrador por una supuesta exigencia ilegal para donar 30 mil pesos a las Universidades de Morena, recursos que –afirman- se destinan a la campaña de AMLO.
 
REDES Y PARTICIPACIÓN
 
SIGNIFICATIVO en la organización del tercer debate presidencial fue la construcción de las preguntas: se trabajó en las redes de internet con 2 mil “conversaciones ciudadanas”. Procesaron preguntas, temas y tendencias. El INE fue apoyado por los equipos del ITESSO de Guadalajara y la Universidad Veracruzana. Buen ejercicio.
Las temáticas de economía y desarrollo fueron acompañadas con salidas de tono de los candidatos perseguidores, que olvidaron por momentos las preguntas para centrarse en ataques: imputaciones cruzadas de corrupción, fotografías comprometedoras, preguntas con sentido incriminatorio, datos tergiversados con propósito propagandístico.
Los debates han mejorado en formato, pero siguen encorsetados y propicios para emboscadas. Un elemento clave de mejora sería la participación de los especialistas que acompañan a los candidatos. Un aspirante presidencial no es todólogo ni experto en todo. Nadie lo es. Quizás será más interesante escuchar a quienes tendrán que tomar decisiones por su competencia profesional.
             
AGRESIONES Y SUPUESTOS PACTOS
 
ÚLTIMA llamada: Anaya y Meade se lanzaron contra el puntero. Lo hicieron con técnicas diferentes de persuasión. Meade manejó el miedo: el fantasma del peligro para México del 2006. Se dirigió a las familias mexicanas “para que piensen en sus hijos, en el futuro, y no le entreguen el país a Andrés”. Un discurso gastado ya en millones de spots. Por su parte, Anaya agitó la tesis del supuesto pacto de AMLO con Peña Nieto. “No lo he visto en seis años, y tú te has reunido seis veces con él”, reviró AMLO mientras Anaya interrumpía y mostraba una foto de Peña con AMLO… en el debate de 2012. Eso lo enfatizó Andrés Manuel, que en identidad política perseveró. Sorpresivamente, Meade terció: “Aquí el único indiciado eres tú, Ricardo”. 
Hubo otros momentos de ataque, con datos a corroborar. A lo largo del debate, los enfoques de los perseguidores se mantuvieron: Anaya con el Pacto y Meade con el Peligro.              
La tesis del supuesto pacto AMLO/Peña es cortesía de Jorge Castañeda,  politólogo que milita en el equipo de asesores de Anaya (quien intentó un pacto con Peña pero para Anaya). Ha sido una estrategia que llegó por eliminación, dado que otros ataques contra el candidato puntero no habían funcionado y al contrario, aumentaron el caudal de votos hacia Morena, que ronda el 50% de preferencias. Políticamente la única jugada de Anaya era acercarle a AMLO el desprestigio de Peña, aprovechando que AMLO ha dicho que “no es su fuerte la venganza” y que ha dicho que no pretende enjuiciar al Presidente. Pero Anaya jura que llevará a la justicia a Peña y ya metió en el paquete a Meade. Jurídicamente, ya se ha dicho aquí que al Presidente de la República sólo se le puede juzgar por traición a la patria. No hay base legal, por ejemplo, para procesarlo por malversaciones financieras o actos de corrupción. Hay que cambiar, en todo caso, la Constitución. Pero debe decirse con claridad.
Finalmente, un aspecto significativo en las propuestas de los candidatos, es la visión idílica de la tecnología para enfrentar problemas de desarrollo, educación, ciencia y salud. La tecnología puede acelerar los procesos, desde luego, pero no cambiará la cultura nacional como una varita mágica. Esa visión acrítica del mundo tecnológico (sobre todo en el mapa de desigualdad y pobreza que priva en México) es falla de formación de la clase política. Ante los desafíos sociales, apretar botones no lo es todo. 
Si hay un mal diagnóstico no hay buena cura.
( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )