Consulta popular, gobierno y visibilidad pública: para debatir problemas nacionales

Lunes, 22 de Octubre de 2018 13:04 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria     

* Estilo de sombras: añorado y cuestionado, mejor transparencia 
* Poder y casa de cristal: el nuevo modelo y la consulta popular 
* Aprendizajes: costumbres mediáticas y régimen democrático
  
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA DIMENSIÓN del cambio en las formas de gobierno en México es punto crucial en la transición 2018. Una comparación 2012 versus 2018, ayuda a medir la dimensión del cambio: cómo se opera políticamente el periodo que va del 2 de julio al uno de diciembre. Comunicar para gobernar; o esconder, receta para la catástrofe. 
En 150 días de 2012, tras bambalinas, se construyó el llamado Pacto por México. Este pacto en lo oscurito permitió maniobrar a Enrique Peña Nieto en el inicio de su sexenio. Ejercicio piramidal del poder, las formas de Peña presidente electo se ajustaron al pedigrí priista: política palaciega, sin escrutinio público. La ciudadanía no debatió los temas de las reformas estructurales que catapultaron el Pacto por México. Lo que llegó al Congreso para su aprobación estaba más que planchado, pero no argumentado de cara a la Nación. Esto lo reconocen hasta los críticos dentro del tricolor.
Como contrapunto, se ha visto en 2018 un gobierno entrante que en 100 días de actividad frenética toma “el foro por los cuernos” en torno a los problemas nacionales,  para usar –con un giro de significado- una expresión que se quiso peyorativa para el gobierno de AMLO, por su afán protagonista -como dicen sus adversarios -. Aquí se plantea otra lectura: visibilizar asuntos de interés nacional es cambio positivo en el modelo de gobierno.  
Hay quienes piensan que la política sigilosa, tras bambalinas, es la única efectiva. La vieja costumbre del poder autoritario. El Pacto por México fue eficaz en sentido político por un tiempo corto. Después crujieron las costuras de dichos acuerdos avalados por el Congreso, sin ser discutidos precisamente ahí. ¿Era peor discutir de manera pública las reformas estructurales, que llegaron a modificaciones constitucionales?
El cambio con López Obrador, que discute públicamente asuntos delicados 9 días a la semana, ha generado críticas mediáticas severas y una sensación de renacimiento ciudadano. Exploremos estos dos aspectos con una premisa clara: el interés nacional genuino se construye de manera participativa, no en las sombras. De otro modo, estamos ante un interés nacional sesgado, que responde a élites que tiran la piedra y esconden la mano.              
          
OJOS, OÍDOS Y BOCAS    
 
LA VISIBILIDAD del quehacer gubernamental de AMLO tiene que dimensionarse como una nueva forma de hacer política y comunicación política. Por supuesto, todo cambio produce resistencias, como ha sucedido con las críticas en avalancha en torno al imán mediático de López Obrador. Hay un dato chusco, que es muy serio, en varias páginas de Internet: la activación de una alerta Amber por Enrique Peña Nieto, un Presidente desaparecido. De ese tamaño es el eclipse. Por esta razón, debe valorarse la voluntad de AMLO para colocar los problemas en la mesa pública y no tejer tras bambalinas su ejercicio del poder. El giro es de 180 grados y, desde luego, la política cruje junto con los comentaristas, que no se acostumbran al nuevo modelo. Quizás no lo esperaban, aunque estaban advertidos por una biografía que acompaña al tabasqueño.
Para entendernos: ¿se hubiera planteado Peña Nieto una consulta ciudadana para definir la reforma energética, o la nueva ubicación del aeropuerto, tan traída y llevada?, o: ¿se hubiera planteado Felipe Calderón, en 2007, la realización de foros ciudadanos para definir estrategias –es un decir- de combate al crimen organizado? Estas comparaciones permiten comprender el momento actual y su extraordinaria energía social. López Obrador puede equivocarse de diversas maneras, ante el cúmulo de los asuntos nacionales que requieren su atención semana a semana. Pero no se equivoca en el enfoque de discusión pública que asigna a cada problema. 
             
MAYORÍAS QUE RETIEMBLAN
 
MIENTRAS Peña se esfuma, López Obrador continúa la agenda de gobierno desde casa de cristal. Es también definición ética, a partir del rechazo a la política palaciega.
Dos aspectos que entran en juego como problemáticas, deben mencionarse en esta visibilidad enérgica del gobierno entrante: 1) el desgaste de las declaraciones públicas si existen elementos de incoherencia; 2)  conclusión del debate, para toma de decisiones.
El desgaste de las declaraciones públicas es un riesgo cuando hay virajes y contradicciones. Los virajes discursivos, sobre problemas nacionales que requieren alta responsabilidad y datos duros, deben evitarse a futuro. Si se gobierna desde las luces públicas, la responsabilidad de ser coherente es mayor. El político incoherente se oculta tras bambalinas: teme la luz. Ahora bien, el gobernante que trabaja desde casa de cristal tiene que ordenar la casa y explicarse en todo momento, con el riesgo de cantinflear. Si se elige la transparencia, se requiere una voluntad firme y estrategias claras de apoyo político, no fuego amigo. La impresión dominante es que el periodo de aprendizaje ha cobrado facturas caras. Es asignación pendiente, eliminar las contradicciones discursivas del equipo de gobierno. Mucho más, si la intención de AMLO es vivir el poder en casa de cristal.
La toma de decisiones espera. No se puede deliberar indefinidamente. López Obrador instaura una mística de gobierno con rostro ciudadano, pero –lo dijo un fino editorial del Financial Times- “hay un momento para escuchar a la gente, luego hay que decidir y actuar”. Por eso el uno de diciembre es tan importante. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla