Lenguaje y cambio político: ética de los hechos y desafíos de precisión

Jueves, 25 de Octubre de 2018 00:14 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

* Comprender y comunicar el cambio, un desafío no resuelto 
* Hechos como ética: prueba de tiempo; palabras gastadas
*Lácides García: Homenaje al intelectual, humanista y amigo
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
UNO de los políticos más sagaces de México, Porfirio Muñoz Ledo, afirmó en 2002, durante la primera transición: “no tenemos un vocabulario acorde a los nuevos hechos políticos. Tenemos palabras viejas para hechos nuevos. Nuestro vocabulario gastado no es suficiente. Es terrible que, como clase política, no tengamos manera de comunicar el cambio de régimen que vivimos”. 
Este apunte político, 16 años atrás, muestra uno de los retos mayores de la transición 2018: la dificultad de comunicar el cambio. La primera transición fue por la derecha (PAN/Fox) y el sistema político mantuvo intactos sus reflejos.  Desde 1988 y 1994, Carlos Salinas de Gortari puso en funcionamiento un bipartidismo que ejerció el poder con pasión neoliberal, lo que Andrés Manuel López Obrador llamó PRIAN. Muñoz Ledo participó en la coalición foxista, en un cambio sorpresivo de camiseta que otros políticos de izquierda siguieron, entre ellos Adolfo Aguilar Zínser y Jorge G. Castañeda. La disputa por el poder generó virajes y el vocabulario político se quedaba corto. 
Surgieron neologismos de tradición picaresca: ‘sospechosismo’, ‘concertacesión’, ‘mito genial’, ‘mayoriteo’, ‘chamaquear’. Pero el desparpajo verbal no resultó un esfuerzo descriptivo y analítico. No se comunicó el cambio, sino la continuidad de la transa política.     
Veamos cómo, en la transición 2018, hay una dificultad para explicar el cambio y comunicarlo a la ciudadanía. Ubicaremos, por lo que tienen de advertencia, dos procesos políticos análogos: Chile y España, años setentas. No es cosa menor, llevar el discurso de la “transformación” a la práctica cotidiana de los “protagonistas” y de la gente común es una tarea compleja. El tiempo  mexicano requiere una pedagogía indispensable que canalice energías sociales. Es necesario que los ciudadanos de a pie sean los verdaderos hacedores de su tiempo. Por lo que toca a la situación del país, el lenguaje del cambio, precisión y depuración, ayudará a clarificar los planes gubernamentales de Morena 2018-2024.                  
   
SECUESTROS, CUADROS Y REDONDOS    
 
UNA PRIMERA dificultad para comunicar el cambio político en la transición 2018, es la desvinculación histórica entre palabras y hechos. En 1992, durante el Coloquio de Invierno (UNAM-Conaculta-Nexos), la ponencia de Carlos Monsiváis describió el secuestro de las palabras por el régimen de partido hegemónico. “Detentar el poder es, también, asignar un vocabulario a la realidad. Apropiarse de las palabras, para definir significados a modo”.  Monsiváis destacaba un hecho crucial: la batalla política es también una contienda lingüística. “Los hechos importan como punto de partida. Ahora bien, ante la masificación de la información y el crecimiento demográfico, también importa la calificación de los hechos”.     
En la transición 2018, tenemos hechos nuevos y palabras viejas, reeditando el diagnóstico de Muñoz Ledo en 2002. Además, urge comunicar el cambio a través de significados compartidos. Seguiremos con el tema que da para  mucho y que se convertirá en tema central cuando menos lo esperen los que están en la antesala del gobierno.
Me temo que una de las mayores dificultades de la alternancia tabasqueña fue precisamente encontrar el modelo, la forma, el modo, de comunicar el cambio para hacer real la transformación.
 
PERFIL DE UN HUMANISTA
 
DE TEMAS como el anterior conversé varias veces con el colombiano mexicano Lácides García Detjen, fallecido en agosto de 2015 y que ayer fue objeto de un homenaje entre sus colegas sociólogos, profesores y alumnos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco en la que fue docente y funcionario. También este jueves la Universidad Olmeca, de la que fue rector, realizará lo que han denominado “Festival Macondo”, que va en su tercera edición y que es un coloquio sobre este intelectual y ciudadano del mundo.
Durante la develación de la placa que distingue con el nombre de Lácides García Detjen a uno de los salones de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UJAT, correspondió al doctor Juan Carlos Guzmán Ríos, amigo y colega del homenajeado, hacer una semblanza y rememorar sus aportaciones a la academia y a la sociedad.
Recordó Guzmán Ríos que García Dtejen tuvo en Tabasco responsabilidades institucionales como Jefe del departamento de Investigación Científica de la Secretaria de Educación Cultura y Recreación; Profesor Investigador de Tiempo Completo y asesor de la rectoría de la UJAT; Director Editorial en el periódico Avance, y Rector de la Universidad Olmeca. Fue licenciado en Sociología,  Maestro en Sociología y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, por la Universidad Autónoma Nacional de México.
Luego de una amplia explicación del desarrollo de la sociología en México y de las contribuciones de Lácides a esta disciplina, Guzmán Ríos subrayó una de las características que distinguieron a quien por decisión propia se hizo mexicano: su humanismo. Un humanismo expresado en su buen humor,  su solidaridad, su espíritu fraterno, su convicción patriótica, sobre todo latinoamericanista.
Destacó el gran cariño por su familia, por su hijo Leonardo García Osuna, y su esposa Yolanda Osuna Huerta. Añadiría: por su padre adoptivo Don Antonio Osuna Rodríguez. Pero también la convicción de que hay otra familia, la de los amigos; esa familia que se construye por elección. Y es algo que me consta en relación a Lácides. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )