Jeroglíficos de Venezuela: doble cabeza, tres conflictos y medio diálogo

Lunes, 04 de Febrero de 2019 00:22 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

     
* Nueva guerra fría: EEUU vs Rusia y China; Europa, por las urnas.     
* Interpretación del artículo 233, quid jurídico.          
* Derechos humanos, represión y ¿nuevas elecciones?      
 
Víctor M. Sámano Labastida   
 
Venezuela vive horas aciagas con dos presidentes que se asumen legítimos, lo que tiene al mundo en vilo. Sucede como en tiempos de la Guerra Fría, cuando Cuba o Vietnam eran los países detonantes del conflicto. El mundo se alinea en dos polos y no parece haber sitio para una tercera opción. Esto coloca a México en un dilema diplomático, luego que su moción de diálogo (junto con Uruguay) fue desestimada. Si hay choques entre población civil y ejército, se extrañará esa moción.         
EEUU utilizó su influencia internacional para propiciar el entorno de reconocimiento a Juan Guaidó, que como líder de la Asamblea Nacional  (Poder Legislativo) juró el cargo como Presidente Constitucional de Venezuela, en interpretación sui géneris del artículo 233 que luego referimos con detalle. El problema es que el ejército y la Suprema Corte (Poder Judicial) son  controlados por la otra cabeza ejecutiva, el suave Nicolás Maduro, Presidente vía elecciones sin otro contendiente, en mayo de 2018. La oposición adujo falta de garantías y no se presentó a las urnas. ¿Error? Con la misma falta de garantías habían ganado antes la mayoría legislativa. 
Los jeroglíficos venezolanos despiertan tensiones geopolíticas y suponen la primera decisión de peso que debe tomar el gobierno de AMLO hacia el exterior. Por ahora, han aguantado al rinoceronte estadounidense y no se han plegado a su llamado. El canciller Marcelo Ebrard es diplomático equilibrista, aunque el tiempo apremia y la crisis venezolana quizás requiere más que los principios constitucionales de no intervención, autodeterminación de los pueblos y respeto a los derechos humanos.       
VOLVER AL PASADO
Se infiere que la decisión de Guaidó para autoproclamarse Presidente fue cabildeada en Washington. En cuestión de horas, ni tardo ni perezoso, el vicepresidente de EEUU Mike Peance reconoció a Guaidó y urgió a la Organización de Estados Americanos (OEA) para sesionar de urgencia y validar a la oposición política de Maduro. Pero Rusia con Vladimir Putin y China –enfrentado comercialmente a EEUU- han dicho que “cualquier intervención del exterior se considerará un acto de agresión a un gobierno constituido”. No se entiende qué es lo que Rusia y China consideran “intervención del exterior”: ¿invasión militar, declaración de la ONU, petición de nuevas elecciones? La diplomacia en este asunto debe ser explícita. La Unión Europea dio 8 días a Maduro para convocar a nuevas elecciones presidenciales, porque se considera que las anteriores no cubrieron parámetros democráticos. ¿Esto es intervención del exterior, según Rusia y China? 
Mientras tanto, EEUU advierte que es momento de definirse. ¿Amago a México y Uruguay, por su moción de diálogo? Así parece, pero mientras no se hable directamente nadie se da por aludido. El estilo diplomático enturbia la geopolítica.                        
ORIGEN JURÍDICO DEL CONFLICTO 
Todo comenzó con la interpretación del Artículo 233, por parte de la Asamblea Nacional de Venezuela. Se asumió que no había Presidente legalmente constituido. Ese artículo dice en su inicio: “Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia, o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato”. El punto aplicado de las causales citadas es “el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato”. Maduro no abandonó el cargo: la Asamblea Nacional lo decidió así. Maduro reviró con las elecciones que ganó sin contendiente. He ahí por qué se necesitaba el diálogo, aunque Guaidó diga que ya lo hubo y que Maduro es el intransigente. Hay un riesgo grave de salida sangrienta al conflicto. La represión es arma de Maduro.      
El artículo 233 prosigue: “Cuando se produzca la falta absoluta de Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional”. Esto fue lo que hizo Guaidó como jefe de la Asamblea Nacional, aunque la Suprema Corte de Venezuela no dio por bueno ese movimiento, “porque no existió una falta absoluta del Presidente”. Maduro, chueco o derecho, siempre estuvo ahí. De cualquier manera, llamar a elecciones en corto tiempo parece un camino a recorrer, para ubicar qué cabeza ejecutiva pesa más en Venezuela.
Las acciones están en ebullición: EEUU embargó cuentas de la compañía petrolera venezolana PDVSA y Guaidó explica que tomarán el control de los activos de su país en el exterior. Es una forma de cortarle recursos a Maduro, quien poco a poco se ve arrinconado. Las horas que siguen darán pie a una escalada del conflicto o la negociación por nuevas elecciones. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla