Civilidad política, tan deseada pero tan temida: reconciliación y empujones

Sábado, 23 de Marzo de 2019 00:44 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria                   

    
* Récord olímpico: PRI y PAN, 12 tomas de tribuna en San Lázaro       
* Protocolos republicanos en Puebla: compadres incómodos               
* Cultura política y cambio de régimen: pluralismo con respeto                
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LOS REFLECTORES de la actuación partidista están sobre Morena. No resulta sorpresivo, toda vez que tiene formalmente los hilos del poder presidencial, lo mismo que del Legislativo federal. Un poder casi absoluto. Pero, la ciudadanía, las organizaciones y los medios son más exigentes, como resultado de la censurable actuación de los gobiernos precedentes. Instalada la alternancia, mantener el poder es cada vez más difícil; los instrumentos del viejo sistema son, por fortuna, ineficaces. Se requieren nuevas prácticas.
Los tiempos cambian, la incivilidad política permanece: en tres meses y medio, la nueva oposición (PAN y PRI) ha tomado 12 veces la tribuna legislativa para obstaculizar debates. Se quejaban de la izquierda rijosa, pero el ADN de oposición centro-derecha implanta nuevo récord de interrupciones para un período legislativo.
El discurso político polariza: divide en blanco y negro. Buenos y malos, puros y perversos. Calificativos a flor de piel. “Para una comunicación política efectiva, se tiene que prescindir de los tonos grises”, expresó Leopoldo Gómez (Tercer Grado, marzo 13). Un diagnóstico preocupante en términos de respeto y colaboración. La clase política se queja de la intolerancia y linchamientos en Internet y redes virtuales, aunque no hacen mucho por cambiar el ánimo social. La colaboración política es la excepción.      
 
HABAS MORENAS EN EL ARROZ
 
EN MORENA se debe imponer la mesura, porque su ejemplo irradia al resto de la sociedad. La presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polenvsky, expresó que en su partido: “se han infiltrado muchas sabandijas”. El senador Ricardo Monreal replicó: “en Morena hay gente íntegra y limpia”. Ambos deslindes son generales. El diablo está en los detalles. Lo mismo aplica para cualquier partido u organización. El contexto del pleito verbal interno fue la selección de candidato a gobernador por el partido lopezobradorista en Puebla, donde “los demonios andan sueltos y todos quieren decidir”, afirma Yeidckol, encargada de procesar las ansias morenistas de una elección estatal a la vuelta de la esquina (junio 2). Las dos posturas –sabandijas íntegras, digamos- conviven en el partido que es gobierno y que realizó amarres diversos para avasallar en 2018. Alejandro Armenta, senador poblano que buscaba la candidatura apoyado por su coordinador Monreal desde el Congreso se quejó del método de encuesta “cuchareada”; en 2018 llegó a la senaduría vía encuesta.       
Si, como dice Yeidckol, hay “sabandijas” (reptil pequeño o insecto, persona despreciable), ¿por qué no usar los estatutos para proceder? Morena llegó al gobierno, pero ciertos reflejos políticos opositores surgen con facilidad. Y si eso ocurre al interior del partido en el poder, ¿qué tipo de ayuda puede esperar AMLO para enfrentar retos de la República? Un desafío para la civilidad en los hechos.        
 
PARÁMETROS SIN ‘ROQUE SEÑAL’
 
LA DEFINICIÓN de civilidad que ofrece el diccionario Oxford de español, es: “comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad”. Si medimos a los políticos mexicanos con este rasero, ¿qué obtenemos? De entrada, sin castigar mucho el cerebro, el resultado es un déficit en el comportamiento. Veamos.
La persona “cumple con sus deberes de ciudadano”. Se entiende y puede abarcar pago de impuestos, civismo (contenidos que deben recuperarse con sentido práctico en la educación básica), respeto traducido en moderación verbal. Si dirigimos este menú a la clase política, ¿pasa o reprueba? Por civilidad, otórguese el beneficio de la duda.    
“Respeto a las leyes” y “contribuye al funcionamiento correcto de la sociedad”. Aquí está el talón de Aquiles. No hay duda que México tiene su asignatura más importante en la reconstrucción del Estado de Derecho y el funcionamiento ético de la sociedad. Por eso AMLO insiste en una refundación ética de la República.    
Finalmente, pero no al último, la persona busca “el bienestar de los demás miembros de la comunidad”. Las políticas públicas asumidas por el gobierno de las 4T van en ese sentido. Intenciones que deben ser hechos.
 
CLÁSICOS CONTEMPORÁNEOS
 
DESDE finales de los años 80s, cuando se detona la competencia electoral en México, hubo mociones de civilidad (entendida como un llamado a la no violencia) porque las aguas estaban revueltas. Los muertos de la izquierda mexicana (entonces agrupada en el PRD) fueron 207, entre 1988 y 1993, con los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Puebla concentrando el 80% de los casos (documentados por la Comisión de Derechos Humanos del PRD). Era una violencia política focalizada. No le ocurría al PAN, la otra fuerza opositora. El PRI que partía el queso, anotaba y concertasesionaba. Quizás la consecuencia fue la aparición del EZLN en 1994. Momentos de tensión descomunal. En esa tormenta, que incluyó magnicidios como el de Colosio, los partidos políticos apostaron por la vía democrática en las urnas y la resistencia civil pacífica, a través de expresiones ideológicas claramente diferenciadas. La civilidad de las urnas trajo la transición democrática, pero quedan pendientes de comportamiento que llegan intactos al siglo XXI. 
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