Pemex en la encrucijada: frenar caída, clave de AMLO como palanca de desarrollo

Lunes, 05 de Agosto de 2019 11:31 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

     
* En el ojo del huracán petrolero: ordeña, impuestos y corrupción 
* Pemex 2000-2018: huachicol, privatización, desmantelamiento         
* La ruta: refinanciamiento público, legalidad y productividad
    
Víctor Manuel Sámano Labastida
 
EL PETRÓLEO es combustible para los motores del nuevo régimen, y será determinante para los estados –en especial para Tabasco- en su futuro a corto y mediano plazos. Su reto será diversificar la economía, pero tener en cuenta que lograr las metas de Pemex no será fácil. Porque no es sólo aquello que haga la petrolera, sino como se aproveche desde diversos niveles. 
“El mundo se ha convertido en un asunto demasiado complicado para dejar que sea gobernado por quienes lo gobernaban antes”, escribió el italiano Umberto Eco en 2002. Visto el trayecto de los gobiernos mexicanos 2000-2018, la frase de Eco rebosa vigencia. Mucho más, si consideramos Pemex como paraestatal al servicio/uso/abuso de gobiernos federales. 
Historia de oro negro (y renegrido, por corrupción) que pasa intacta el siglo XX y llega al siglo XXI. El cambio ofrecido por el nuevo régimen apunta a Pemex como palanca de desarrollo, con refinanciamiento y legalidad que frene corrupción y el robo de combustibles (huachicol). Opositores critican un retorno al pasado de nacionalismo energético; argumentan que no funcionará porque las nuevas tecnologías petroleras requieren inversión privada.
Pemex padece la mezcla explosiva de debate técnico y político, lo que debe distinguirse para saber en qué terreno estamos parados. Se necesita claridad en torno a la petrolera, si se quiere un mejor servicio a la Nación. 
Pemex, en la época contemporánea, no ha tenido las mejores condiciones económicas como empresa. Con el nuevo gobierno se esperan otros resultados, por las nuevas políticas para limpiar la casa con legalidad y dinámicas de extracción con valor agregado. El desmantelamiento no es opción.       
 
RUDESINDO CANTARELL
 
LA REACTIVACIÓN de la industria petrolera por nuevos yacimientos se presentó en los años setenta. Cantarell, descubierto en la costa de Campeche gracias a un pescador llamado Rudesindo con aquel apellido, data de 1979 y aportó por décadas las dos terceras partes del hidrocarburo nacional. La bonanza petrolera provocó dispendio sin planeación, lo que incluyó inyección excesiva de nitrógeno (1997), que acarreó el declive de extracción de crudo y gas natural, al mezclarse las sustancias. Hoy se busca, con nuevas tecnologías, reparar el error.  
Luego del boom de Cantarell, la madeja de discrecionalidad y corrupción fue determinante para la erosión financiera de Pemex. Primero, este ‘ambiente’ se produjo sin competencia por el poder. Pemex fue ordeñado año tras año, como “caja chica” muy grande del gobierno. La competencia política y la transición democrática (1988-2000) no hicieron mella en la ordeña. Mismo modelo de repartición, mismas deficiencias estructurales. En esto colaboró el sector sindical, que se llevó tajada. Fue estrategia de control político que estuvo en el centro de la ‘planeación gubernamental’ en torno a Pemex. 
A la petrolera se le añadió una carga de impuestos excesiva para la rentabilidad de cualquier empresa. Extraer requería menos esfuerzo que producir. Había que ejercer un control político y financiar desbalances económicos en otras áreas del gobierno. Esto llevó a la paulatina quiebra técnica de Pemex. “La privatización vía reforma energética 2012, buscó los ansiados recursos en el entendido de que lo que seguiría era el desmantelamiento de Pemex: su desaparición”. El analista Macario Schettino lo planteó con franqueza (La hora de opinar, julio 29) mientras olvidaba el contexto sociopolítico de Pemex: corrupción inmemorial, lucha contra el huachicol, impuestos excesivos y recientes pleitos legales que involucran a Emilio Lozoya, ex director de Pemex. 
 
LA CUARTA, AL BAT 
 
TIENE Pemex una deuda de 104 mil millones de dólares. Herencia lastre para su nueva transformación; ignoro si sea la cuarta pero será. Hasta los analistas proclives a la privatización de Pemex coinciden en que tal endeudamiento fue una metida de pata. Lo explican con el argumento de que el proyecto de aguas profundas respaldarían el pago. Un fracaso. Las calificadoras internacionales no se preocupaban (antes) por la deuda. Se explican así las valoraciones positivas para Pemex en otros años. 
Ahora, con el freno a licitaciones en aguas profundas, los analistas advierten que “Pemex, sin ayuda privada, no tiene la tecnología para ir por las manzanas petroleras”. Primero quitan la tecnología, luego dicen que hace falta. En los campos petroleros tradicionales las manzanas ya son cerezas: no tienen el mismo tamaño. Pemex llegó a extraer 3 millones de barriles diarios. Hoy apenas un millón 670 mil barriles.   
Otra herencia sangrante es la deuda de Pemex a pagar a corto plazo (2020-2022): 28 mil 800 millones de dólares. Son compromisos adquiridos por otros gobiernos, lo que obligó al gobierno de AMLO a jalar recursos para Pemex, con la política de austeridad republicana. Esperan garantía de reembolso, siempre que la extracción se incremente. Para colmo, el debate técnico maneja dos factores que no deben ignorarse: la cara tecnología de inversión y el impacto ambiental de la energía petrolera. Hay países que migran al uso de energías limpias. Por el lado financiero, según los expertos del ramo, importar gasolina cuesta 36% menos que refinarla aquí, gasto de transporte incluido. Contra eso compite Pemex y competirá Dos Bocas. Claro, otros intereses buscan ignorar el aspecto político y soslayar la soberanía energética cuya pérdida a largo plazo tiene un costo es altísimo.
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