Vértigo social y político: silencio en apuros, cambio democrático y reflexiones ruidosas

Sábado, 14 de Septiembre de 2019 00:26 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria     

*En estos tiempos resulta casi imposible quitar el acelerador
* Silencio: un lujo raro y caro, en la época de la modernidad 
* Crisis de la juventud: redes virtuales y confusión vocacional
 
Víctor Manuel Sámano Labastida
 
SEGURAMENTE a usted la ha sucedido que acude a un restaurante y lo primero que escucha es un mezcolanza de ruidos y sonidos, con tres o cuatro televisores instalados en lugares estratégicos para irrumpir e impedir cualquier conversación, avasallar la tranquilidad con la que algunos –cada vez menos-, buscan ingerir sus alimentos.
 “El silencio se ha convertido en lo más caro y lujoso del mundo. En nuestras ciudades, que no duermen, el silencio cuesta más que el oro.” Esta idea de George Steiner refleja el contexto moderno de un problema fundamental: declive de la reflexión, por ausencia de silencio.
Mucho ruido y pocas voces.
  
ABUSO hoy, amable lector, de su paciencia para reflexionar. Algo que propone todos los días este espacio, pero que también se tiene que ocupar del momento. Me dice un amigo: reflexionar en la ciudad mediática equivale a forjar sinfonías con ruidos. ¿Le suena exagerado al lector que el silencio es indispensable para meditar? Entonces, con auriculares puestos, vive una época huérfana de silencio. 
Cualquier joven ensimismado en dispositivos electrónicos 14 horas diarias, dirá: ¿silencio?, ¿qué es eso?, fatalidad de un lujo que agoniza en el siglo XXI. El resultado es una “democracia tecnológica” que dictamina la desaparición del silencio y así la democracia política pierde espacio para la reflexión.
Llevados por industrias monstruo (información y entretenimiento), tenemos que acostumbrarnos a pensar desde el ruido y la velocidad. El ruido de fondo, para casi cualquier actividad, es inevitable. Meditar en esas condiciones resulta sumamente difícil.  
Lo que se opone al silencio (motor de reflexión) no es sólo el ruido, sino el vértigo de la vida social. Vivimos de prisa. Tenemos así un problema político de primer orden: la capacidad de reflexión y análisis se ejerce en condiciones precarias: procesar datos y analizarlos en cuestión de minutos, inmersos en ambientes sociales repletos de ruido. De este modo, lo normal es que se generen informaciones imprecisas y se produzcan errores reiterados de perspectiva, más confusión de parámetros.  
Recuperar el silencio en las ciudades que no duermen implicaría rechazar adelantos tecnológicos que presume la humanidad. Por ello, salvo espacios privilegiados (centros académicos y lugares privados gestionados desde la opulencia), la  sopa en el horizonte es: ¿cómo adaptarse a la metamorfosis cultural que significa pensar desde el ruido y el vértigo? Las nuevas generaciones tienen la palabra. Hay quienes ya no subiremos a ese tren.    
 
ACCESO Y EXCESO DE DATOS
 
VEAMOS un aspecto relacionado con la ausencia de silencio. Hace unos días el rector de la Universidad Panamericana, José Antonio Lozano, subrayó que “los jóvenes de hoy se enfrentan a una enorme confusión a la hora de tomar decisiones” (septiembre 3, Radio Fórmula). Luego vino el motivo: “la cantidad de información que tienen los jóvenes, por el uso de las redes, está acabando con su capacidad de toma de decisiones.” Lozano se centró en la decisión para estudiar una carrera, donde los cambios (en solitario) y permutas (en pares) se han incrementado al grado de que 7 de cada 10 jóvenes cambian de licenciatura, brincando cual chapulines por confusión vocacional. “La información sobre distintas áreas del conocimiento es inagotable en las redes sociales (virtuales) y, cuando no se procesa de forma analítica, resulta motivo gigantesco de duda”, remarcó el Rector Lozano, que además trasladó este escenario de confusión a la vida personal de los jóvenes. Doble problema.
La industria provee nuevos espacios de información que democratizan el ‘ascenso social’. Al mismo tiempo, no se generan espacios de reflexión equivalentes al esfuerzo cuantitativo. La idea de Steiner sobre el silencio como “lo más lujoso y caro del mundo”, define socialmente un escenario conflictivo, por privarnos de espacios de reflexión. Los jóvenes ni-nis que picotean su vocación aquí y allá, se atiborran de datos en las redes pero no encuentran espacios de silencio: resultan poco rentables.
 
VÉRTIGO DEL CORTO PLAZO           
 
VIVIMOS cada vez más en ambientes de flash informativo. No hay lugar para el silencio y la lentitud en las ciudades. Incluso los parques públicos, antes paisajes reposados, están invadidos por la industria altisonante. El escándalo mediático es el preludio de otro escándalo, que será cubierto por otro escándalo. El seguimiento y la profundidad informativa, de cada suceso, se debilitan.
El vértigo político de los días que corren, se notó en la mesa de análisis de Tercer Grado (septiembre 4, nueva temporada), cuando el moderador Leopoldo Gómez expresó que tenían que hablar del Primer Informe de Gobierno de AMLO, “aunque ya está lejano en el tiempo”. Con gran reflejo mental, el periodista Sergio Sarmiento (nuevo miembro) le replicó a Gómez: “es curioso lo que dices. El informe presidencial fue hace 3 días”. A esto, Raymundo Riva Palacio apostilló: “es que los 9 meses de gobierno de López Obrador parecen 26 años”. Exageración significativa, para entender el tiempo de vértigo. Suceden muchas cosas y se desvanecen en un ambiente mediático que vive del escándalo y el flash. Si llegó hasta el final de esta columna, se lo agradezco…todos tenemos prisa.
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