Consumidores y ciudadanos, poder en disputa; los hábitos, clave para el cambio

Lunes, 23 de Septiembre de 2019 00:51 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*El neoliberalismo como una etapa salvaje del capitalismo
*Una campaña para evitar el consumo chatarra, ¿desventajas?
*Rechaza gobierno estatal versiones de opacidad y derroche
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EL VIERNES 20 de octubre, en varias ciudades y poblados del planeta se realizó una singular protesta para llamar la atención contra el deterioro climático, más conocido como cambio climático. "Si no empezamos a cuidar la Tierra ahora, morimos", dijo una estudiante de secundaria a BBC Mundo, en Manhattan, Nueva York. Y tiene razón, aunque falta decirlo de otra manera: vivimos un modelo de economía que lleva en su seno el germen de la destrucción. 
Hay, sin embargo, una verdad que pretende ser ocultada: el poder contra esta crisis no lo tienen las grandes corporaciones o los gobiernos depredadores, aunque ellos lo ejercen; el poder lo tiene el individuo común, el consumidor...pero no lo ejerce, o lo hace en sentido contrario a sus intereses.  El consumo decide si vive muere una empresa, un modo, un modelo. Pero también el consumo decide si vivimos saludables o contaminados; el consumo razonable organizado puede salvarnos como especie. 
La protesta del viernes reciente –que pasó casi desapercibida en Tabasco-, es encabezada por una activista sueca de sólo 16 años, Greta Thunberg, quien logró movilizar por lo menos a unas cuatro millones de personas en todo el mundo. Pocos quizá los más de 7 mil 550 millones de habitantes en el planeta; pero es siempre una minoría persistente la que hace la diferencia. Se dice ahora que Greta es utilizada por poderosos inversionistas para facilitar la llamada “transición verde”.
 
LUCRO CONTRA BIENESTAR
 
EN SU TOMA de posesión el actual presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió sobre la epidemia de la obesidad, pero también contra la  sub cultura de derroche. En el fondo está la crítica al llamado neoliberalismo, pero también a una de las fases del capitalismo salvaje, con predominio del lucro por sobre el bienestar. Esto tiene un  enorme costo para los servicios públicos, en especial para los servicios de salud.
Cuando aumenta la demanda y se confunde con la necesidad, nada alcanza.
Como usted sabe, López Obrador plantea una Cuarta Transformación. Una etapa cuya discusión está centrada en la política, pero que no será realidad si no se comprende y asume como un cambio cultural, en especial el de la relación producción-consumo. Como bien me comentó el economista Firdaus Jhabvala: vivimos el absurdo de que consumimos lo que no producimos y producimos lo que no consumimos. 
Actualmente hay una campaña en México para obligar a las comercializadoras a un etiquetado frontal y claro sobre el contenido de los productos empaquetados. Organizaciones como El Poder del Consumidor se sumaron a la propuesta de la Alianza por la Salud Alimentaria que busca reducir los índices de obesidad y diabetes en México. Además impulsar un consumo responsable.
 
 
AL MISMO tiempo un grupo de empresarios que controlan el mercado de alimentos procesados con alto contenido de grasas poliinsaturadas y azúcares realizan un intenso cabildeo y su propia campaña para frenar el dictamen de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Quieren impedir la ley que los obligaría a etiquetar la llamada comida chatarra y las bebidas elaboradas con edulcorantes. Como en los cigarrillos y el alcohol: su consumo puede ser nocivo para la salud.
Entre los grupos que pretenden frenar esta advertencia –ni siquiera prohibición para su comercio- se cuentan el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico), Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y empresas como Femsa. Es tal el poder de estos corporativos, que Jaime Zabludovsky, de ConMéxico, logró la intervención de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, para citar a una “reunión urgente” a diputados de la comisión legislativa con empresarios inconformes.
Por parte del gobierno de AMLO se anunció una “una amplia e intensa campaña” de educación para la salud que fomente la buena alimentación y combata el consumo de alimentos “chatarra”. Para ello usará todos los tiempos en radio, en televisión “para orientar a la población”.
Se me antoja una lucha desigual. El gobierno debe acudir a sus facultades regulatorias y otras medidas preventivas.
Como se sabe, en México hay por los menos unos 55 millones de adultos con obesidad o sobrepeso. Se calcula que unos 12 millones de mexicanos padecen diabetes; cada año se suman unos 300 mil nuevos casos. Somos el noveno país del mundo con este padecimiento. Una sociedad enferma.
Otra acción que ha emprendido el gobierno, aunque a medias, es la regulación en las escuelas la venta de los llamados “productos chatarra” y el comercio sin control sanitario fuera de las instituciones educativas.
Le decía líneas arriba, la clave está en el individuo y su consumo; su primer núcleo de relación es la familia, en seguida la escuela y su entorno. Aunque quizá preferimos hablar del más reciente chisme de la farándula; una manera de expropiarnos el poder.
 
AL MARGEN
UNA nota periodística del diario Reforma desató una serie de afirmaciones y desmentidos. El matutino publicó que el gobierno tabasqueño simulaba austeridad y que en realidad los ingresos del mandatario estatal y sus colaboradores no cumplían con el ofrecimiento de reducción hecho en campaña. Primero fue el propio gobernador Adán Augusto López quien salió al paso de esas informaciones; posteriormente un comunicado oficial subrayó como “erróneas” e “imprecisas” las versiones publicadas en relación a sus ingresos y a las de 12 secretarios del gabinete.
El comunicado sostuvo que los ingresos del gabinete, son transparentes y fiscalizables ya que todos los pagos se realizan por medio del sistema bancario. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )