Discurso público y seguridad: politización, unidad sin unanimidad, ausencias y presencias

Lunes, 10 de Febrero de 2020 00:06 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

        
* Tonos de discordia: crecientes en la opinión publicitada
* Caminatas, víctimas y gobierno: razón moral y razón política
* Desaparecidos y violencia: transparencia, pasado y presente
      
Víctor M. Sámano Labastida
 
LOS DELINCUENTES observan y actúan. Un escenario de discordancias, contradicciones y pugnas civiles, es su mejor aliado. No sólo la criminalidad organizada, también la desordenada y espontánea. Hace falta un alto para revisar métodos y circunstancias. Es cierto que actuar a fondo requiera ir a las causas, pero los resultados son si acaso a mediano plazo, no inmediatos. Mientras la coyuntura nos gana.
“No se puede seguir politizando el tema de la inseguridad y la paz, porque necesitamos estar unidos, más allá de nuestras diferencias”, dijo Julián Lebarón en foro televisivo (La hora de opinar, con Leo Zuckerman, canal 22, enero 28). La idea es atinada y ética. La aplicación de tal idea ha sido accidentada y espinosa. 
En el programa citado, Javier Sicilia expresó: “el Presidente nos ha insultado todos los días”. Eso es también politizar el debate sobre inseguridad. Drama de México 2020, en materia de inseguridad: presente doloroso, politizado y polarizado.
 
EL PRINCIPIO DEL ENCONO
EL DISCURSO público sobre inseguridad y violencia en México, llega a tal perfidia que algún analista plantea al Presidente, de forma ominosa, que recuerde la figura de Robespierre, político francés que vivió y murió por la guillotina; otras voces disidentes asumen que AMLO ha secuestrado las instituciones. Con ese tipo de planteamientos, el debate racional se cancela y la discordia crece.       
Con la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz (enero 26), organizada por el poeta/activista Javier Sicilia y la familia Lebarón, el tema de la unidad nacional volvió al espacio público envuelto en aromas de discordia. La Caravana recorrió el trayecto que va de Cuernavaca, Morelos, al Zócalo de la Ciudad de México. Apuntaron los marchistas que no eran opositores, aunque la ausencia de voces en otros frentes sociales le otorgó a su movimiento un peso que desdibujó el supuesto objetivo anunciado: unidad nacional para combatir la inseguridad. 
Decimos ‘supuesto objetivo’ porque sobre la Caminata se dieron a conocer propuestas jurídicas polémicas: aplicación de justicia transicional, “porque el Estado Mexicano ha sido capturado por el crimen organizado”, lo que desde luego rechaza el actual gobierno; supervisión de instancias internacionales a la actuación de la justicia mexicana, sin precisar cómo sería dicha supervisión; participación de organizaciones civiles en procedimientos judiciales, lo que quizás ocurre en el caso Ayotzinapa de manera especial, pero aquí se trata de normalizar un procedimiento: la sociedad civil como parte integrante del aparato jurídico. 
Sin ampliar el debate social, esas propuestas parecen un ultimátum al gobierno. Y la politización de la justicia campea, mientras se habla de unidad. Volvemos al punto: la politización se ha vuelto sinónimo de polarización.
   
AUSENCIA SIN PACIENCIA
 
LOS DIRIGENTES de la Caminata por la Paz se quejaron de la anunciada ausencia del Presidente López Obrador, que apenas el 10 de enero se reunió con la familia Lebarón y ofreció avances de ese caso trágico. Esta vez, con días de antelación, AMLO dijo que los recibiría el Gabinete de Seguridad encabezado por la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero. No bastó esa representación gubernamental. Desencuentro evidente. Diversas voces empresariales y periodísticas, entre ellas la de Carmen Aristegui, criticaron al Presidente “por no darle un espacio en la agenda a la Caminata por la Paz, la Verdad  y la Justicia”. Veamos: cuando se establezca cualquier estrategia del rubro, debe ejecutarla el Gabinete de Seguridad. No hay otro modo de operar. ¿Por qué se exigió en coro la presencia de AMLO? La importancia del tema requiere, en la óptica de las organizaciones civiles, interlocución sin intermediarios. Se olvida que el Presidente recibió contingentes similares en otras ocasiones. Se apeló al hábito presidencial de reunirse con deudos de víctimas y familiares de desaparecidos. Sigue sobredimensionada  la figura presidencial.
Nadie regatea el objetivo de “lograr la unidad para combatir la inseguridad”. En el país hay más de 30 mil muertos por año y miles de desaparecidos. Hay mucho trabajo por hacer, desde la sociedad civil y desde el gobierno. Es deseable el consenso y la unidad, sin distingos partidistas o sociales, para definir estrategias que fructifiquen. Hondo es el dolor de los deudos y negra la incertidumbre que atenaza el corazón de familias por sus desaparecidos. Sin embargo, de uno y otro lado se cavan trincheras. Círculo vicioso con pérdida de confianza, que a nadie beneficia.
Hubo otro hecho preocupante: se suscitaron provocaciones en la explanada del Zócalo, frente a Palacio, que los marchistas atribuyen a grupos radicales de Morena, mientras que según páginas de youtubers “los ataques se produjeron para simular un boicot a la marcha”. Misterio a la orden.
El presidente López Obrador pide unidad en torno a su proyecto de gobierno. No puede haber unanimidad en el espacio público. La democracia requiere voces diversas y propositivas. Pero en 2020 falta esa fuerza, pues los partidos políticos padecen agonía estructural, incluyendo Morena. Eso facilita entuertos discursivos en la arena pública. Hay que andarse en el filo, porque los linchamientos verbales están a la orden del día. Los malosos, al acecho.   ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )