Coronavirus: vuelta al origen de la medicina; una carrera contra el tiempo y la virulencia

Miércoles, 13 de Mayo de 2020 00:29 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Obtener la vacuna puede tardar años, por los mecanismos tradicionales
*El uso del plasma convaleciente, alternativa; en proceso experimental
*México, pico de la pandemia; ritmos distintos de contagio y respuesta  
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN ESTOS días la prioridad es salvar vidas y lograr que la menor cantidad de personas enfermen. Aunque nuestro país –y Tabasco, por supuesto-, carga el pesado fardo de un empobrecimiento creciente de la población, una miseria que provoca invalidez y decesos, lo urgente es detener estas muertes absurdas. No es posible que gastándose miles de millones de dólares en proyectos de destrucción, la ciencia no tenga recursos para combatir la pandemia.
Científicos como Paul Offit, coinventor de la vacuna contra el rotavirus, Amesh Adalja, de la Universidad John Hopkins, estiman que es muy optimista el plazo de 12 a 18 meses para lograr el antídoto. Por lo menos con los mecanismos tradicionales.
Es por eso que en México y en varias partes del mundo se está recurriendo a un sistema alternativo, también tradicional pero al margen de la gran industria farmacéutica.
Mientras esperamos los detalles de “la nueva normalidad” que hoy propone el presidente Andrés Manuel López Obrador para retornar a las actividades, no hay que perder de vista que el virus sigue al acecho. Si bien es cierto que, como señalan las autoridades, hay como mil municipios que han logrado evitar la presencia de contagios, no perdamos de vista dos circunstancias: algunos son municipios muy pequeños y aislados –lo hay de 300 ó 500 habitantes-, pero también tomaron la decisión drástica y efectiva hasta ahora de establecer filtros de vigilancia para controlar la entrada y salida de personas a las comunidades.
 
RECUPERADOS DEL COVID-19
 
POSIBLEMENTE usted haya visto que a principios de semana se publicó en las redes de internet una solicitud desde Tabasco para donadores de “plasma convaleciente” o “plasma de recuperados de COVID-19”. Se requiere para una persona hospitalizada y que dio positivo. El gobernador Adán Augusto López Hernández informó también de tratamientos experimentales con el citado tipo de plasma.
A principios de abril obtuve y publiqué una entrevista con el destacado médico veterinario Miguel Garibay Solorio, asesor y asistente en las granjas porcinas de La Piedad, Michoacán, una de las zonas pecuarias más importantes del país. Me habló de las fallas en los sistemas de bioseguridad, pero también de la importancia de “retornar al origen de la medicina”, así como impulsar en el país una capacidad propia de investigación tecnológica.
Comentó entonces a propósito de lo que ahora se ha vuelto un tema de actualidad: “nosotros como médicos veterinarios seguido tenemos brotes de enfermedades infecciosas y no podemos diagnosticar rápido de qué se trata. Si esperamos aislados, en provincia, fracasamos como médicos. Por eso agarramos órganos de los animales muertos por la enfermedad, los maceramos, los inactivamos o sea debilitamos el germen y producimos un autovacuna. No será excelente pero nos ayuda”. 
Refería que uno de los grandes problemas para desarrollar vacunas, capacidad en la que México fue líder hasta los años noventa, son los grandes intereses farmacéuticos a los que sólo les preocupa las ganancias y no la salud de la humanidad. Recordó cuando su trabajo experimental y científico fue bloqueado por poderosos intereses económicos: “empezamos (hace tiempo) a elaborar el plasma porcino, que tiene la característica de que ahí están los anticuerpos para todas las enfermedades, ahí en la sangre. Lo hicimos contra la fiebre porcina clásica, en el suero con  anticuerpos lo inoculábamos a los animales. Este plasma nos servía para la prevención de la misma enfermedad”. 
 
CON Y SIN PERMISO
 
NO DUDÓ en señalar que si bien es cierto que las autoridades sanitarias bloquearon en este momento las pruebas rápidas para detectar la enfermedad del COVID-19, “siento que le van a dar mucha difusión no para detectar el virus sino los anticuerpos. Si las personas que enferman se recuperan esto quiere decir que tienen un alto contenido de anticuerpos, se sangra, se obtiene el plasma y se aplica a un sector muy reducido”.
Y en eso están ahora.
Por esas mismas fechas, las secretarías de Salud en Nuevo León Coahuila, Michoacán, Tamaulipas, y Durango, comenzaron a utilizar el plasma de los pacientes recuperados. El 8 de abril, el titular del sector en Nuevo León, Miguel de la O Cavazos, informó que enfermos por COVID-19 mostraban ya mejoría al ser tratados con plasma convaleciente. Este trabajo experimental, replicado de lo que ya se hacía en China, España, Italia y Estados Unidos, se realiza en colaboración con el Tecnológico de Monterrey. Inclusive para esas fechas el gobierno norteño tenía ya un registro de 105 pacientes recuperados dispuestos a donar. Y estableció un censo.
Fue hasta el reciente 11 de mayo cuando el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), anunció que se convertía en la primera institución en el país autorizada para tratar con plasma convaleciente a pacientes infectados con el virus SARS-CoV-2. 
Se entiende que es un recurso todavía experimental. Tendrá que pasar las pruebas clínicas para considerarlo en un tratamiento de manera regular.
Esta batalla contra los contagios se ha convertido también en una carrera de los gobiernos y las comunidades para responder a un grave problema de salud pública. Así, por ejemplo, el gobierno de Nuevo León fue el primero en abrir módulos para aplicar pruebas rápidas para la detección del virus. 
AL MARGEN
CONTRA los intereses políticos y económicos la ciencia ha recomendado cuidar la apertura de actividades; los ritmos y formas de contagio han mostrado ser distintas en cada región, por conductas y recursos diversos. Lo que está en juego es la vida. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )