Tentaciones del poder: dos personajes como ejemplo de la cooptación por sistema

Martes, 18 de Agosto de 2020 00:29 Editor
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Escala Crítica/Columna diaria
* Discurso reformista y oportunismo: ambición sin prisas de cambio  
* Ortega: ostentación reformista sin validación en las urnas  
* Salinas, Rosario y la banda presidencial: “se le ve muy bonita”
      
Víctor M. Sámano Labastida                                       
 
LA BATALLA por la vida sigue, dramática en la lucha contra el COVID-19 (hasta ayer 57 mil 23 fallecidos en México, se adelanta una tendencia a la baja), pero también en la economía y cada vez más abiertamente en la política. Las distinciones de izquierda y derecha son tan polémicas como la de conservadores y liberales, moderados o radicales. Estamos a las puertas de esta inacabable confrontación.
Debate ríspido en política es el dilema ‘reforma o revolución’. En el pensamiento de izquierda, ese dilema adquiere rasgos éticos que conducen a estrategias diferentes. En su origen, la izquierda no se planteó la vía democrática de acceso al poder (Europa, siglo XIX). La Revolución con mayúsculas fue el proyecto de la clase obrera. El cambio no pasaba por las urnas. Dominaba el “aquí y ahora”. La violencia revolucionaria se juzgaba liberadora. 
En el siglo XX, luego del totalitarismo y dos guerras mundiales, la izquierda política se planteó la participación democrática en las urnas, con miras al reformismo del sistema. La opción gradualista ‘convivió’ con la opción revolucionaria. Los debates se dieron entre moderados y radicales, idealistas y realistas. En el todo o nada, los matices se perdían. 
El  dilema ‘reforma o revolución’ amerita mayor reflexión. Ubicar coordenadas  políticas del México contemporáneo y luchas de izquierda. Por ahora, tal dilema es telón de fondo para observar a dos figuras que, surgidas de la izquierda combativa, viraron hacia el reformismo como simulación.
          
ULISES Y LAS SIRENAS
 
POR VÍA diferentes, Rosario Robles Berlanga y Jesús Ortega Martínez encarnan la izquierda mecida por cantos de sirenas. Enfrentan problemas legales (Robles) y de descrédito ético (Ortega) por decisiones personales y grupales. 
Con 25 años de edad, Ortega fue diputado del Partido Socialista de los Trabajadores (1977) en la primera legislatura con presencia de izquierda (paraestatal decían los críticos). En los 80s participó en la fusión que produjo al Partido Mexicano Socialista (PMS) y es de los fundadores del PRD (1989). Robles fue gestora social en el DF como integrante del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de México (STUNAM). Promovió “las brigadas del sol” (1995-1997), jóvenes que colonia por colonia registraban necesidades de la gente y ofrecían asesoría gratuita. Fue estrategia desde abajo que fincó una nueva relación social y política entre la izquierda y el electorado capitalino. Con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en el DF, Rosario fue designada Secretaria de Gobierno y presentó sus propiedades a la opinión pública: casa en Coyoacán, auto y modesta cuenta bancaria. Eran otros tiempos. Hoy está acusada de una estafa que ronda, en las cuentas oficiales, los 6 mil millones de pesos.            
Ortega y Robles comparten rasgo: la cooptación. El sistema, para reciclarse sin cambiar, atrajo a gente de izquierda. ¿Cómo fueron esos acuerdos políticos, en qué condiciones se realizaron? Ortega se enorgullece del Pacto por México 2013 y lo enarbola como idea suya, “de  pésima aplicación por el gobierno de Peña Nieto”. Sin embargo, no se hace responsable de la legitimación del Peña gobernante con ese Pacto. El cascarón que es el PRD (6% de la votación en 2018) indica lo que pensó la ciudadanía del grupo político (los Chuchos) que se quedó con el Sol Azteca para difuminarse en la alianza con el PAN. No es AMLO quién dictó sentencia. Es la ciudadanía, alejándose de esa opción electoral. Ortega llama ‘totalitario’ a López Obrador. ¿Y los votos?
                 
DESESPERACIÓN CONSEJERA
 
EN 2017, Ortega deslizó esta idea: “la coalición PAN-PRD es la cara del verdadero cambio político en México, porque Meade (PRI) es una cara del sistema y Obrador es la otra cara”. La elección presidencial de 2018 fulminó esa idea.  
En charla virtual con Julio Hernández (Astillero, agosto 14), Ortega se lanzó a fondo. “No se pueden resolver los problemas de una vez por todas. Eso es parte de los delirios de algunos presidentes”. Sostuvo ser político reformista: “Mi apuesta es el acuerdo que permite la colaboración con el gobierno en temas y agendas que pueden mejorar a un país”. Y siguió: “soy un reformador, no me asusta hacer acuerdos políticos para reformar lo que está mal en el país”. La insistencia es curiosa. Sobre el caso Lozoya, Ortega anticipó vísperas: “López Obrador y el Fiscal Gertz están haciendo un circo, un espectáculo con propósitos políticos y electorales”. Y festejó que en el PRD se renovaron dirigencias estatales en unidad, porque “los peleoneros y los ambiciosos están en Morena”. ¿Y la posibilidad de cambio real, le interesa?    
Mientras tanto, el Fiscal Gertz Manero comentó un contraste jurídico entre Rosario Robles y Emilio Lozoya: “Rosario guardó silencio y Lozoya presentó información para indagar complicidades”. Gertz valoró: “Rosario asumió a nivel individual el dinero malversado como apoyo a universidades públicas y privadas. Así imposibilita detectar redes de corrupción en la Estafa Maestra”.     
Contó el empresario argentino Carlos Ahumada (libro Derecho de réplica): Robles, en su etapa perredista, cenó con Carlos Salinas. De pronto, Salinas saca una banda presidencial, se la coloca a Rosario y le dice, “le queda muy bonita”. Ahumada tuvo relación romántica y de negocios con Robles. Pudo ser, esa escena, la manzana envenenada de Rosario. Otro punto en común con Ortega: el tiempo es cruel con los sueños libertarios de juventud. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )