Julieta Campos: qué hacer con los pobres, interrogante obligada “por el bien de todos”

Martes, 08 de Septiembre de 2020 00:37 Editor
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 Escala Crítica/Columna diaria

*Se cumple un aniversario luctuoso de la escritora y sigue vigente
*Reconciliar al México tradicional con la necesidad de desarrollo
*Lecciones del cardenismo: sin participación social hay retrocesos
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN MÉXICO las estadísticas registran 52.4 millones de personas pobres, de los cuales 9.3 millones son clasificadas en pobreza extrema. Somos aproximadamente 128 millones de habitantes. Es posible que las estimaciones de pobreza cambien después de la epidemia, porque estar entre los que “no son pobres” oficialmente no significa ponerse a salvo: más de otro 40 por ciento de la población está (estamos) en situación de vulnerabilidad.
El reciente 5 de septiembre se cumplieron 13 años del fallecimiento de la escritora Julieta Campos (2007), entre muchas de sus obras de reflexión e investigación hubo una destinada básicamente a la cuestión de la pobreza y la desigualdad. “¿Qué hacemos con los pobres?, la reiterada querella por la nación” (1995), es una serie de ensayos de corte sociológico que, me parece, tendría que ser una especie de libro de cabecera del actual régimen.
Esta afirmación no es gratuita. Cuenta el politólogo Mauricio Merino que la primera vez que él escuchó la frase “por el bien de todos, primero los pobres” fue de boca de Julieta Campos en Tabasco, cuando se aplicaba en la entidad un programa –apoyado por los cuantiosos recursos del petróleo, es cierto- de redistribución del ingreso, “el más ambicioso que haya conocido el sureste de México, a través de las obras públicas, la prestación de servicios y la organización social que gestionaban de manera directa las comunidades más pobres de aquella entidad” (El Universal, 22 de julio del 2009)
Como usted sabe, la expresión “por el bien de todos, primero los pobres”, se convirtió en lema de campaña de López Obrador y también la declaración de un objetivo estratégico. Sigue vigente.
 
INTEGRAR SIN AVASALLAR
 
ME PARECE que Tabasco está en deuda con la doctora Julieta Campos, porque más allá de su extraordinaria producción literaria, durante el tiempo que acompañó a Enrique González Pedrero en el gobierno de Tabasco (1983-1987), fue la impulsora de un programa de desarrollo comunitario con una visión integral en el cual la cultura y el reconocimiento de las poblaciones (recuperación de la identidad) resultaban fundamentales.
Dijo la escritora en una entrevista con Javier Aranda y Aurelio Asiain que “el asunto central de nuestro tiempo es el de la enorme pobreza del país y de las opciones reales que pudieran empezar a revertirla”. (Vuelta al aire, XEQ, Revista Vuelta febrero 1996)
De ahí que, explicó, el libro “¿Qué hacemos con los pobres?” surgió al terminar el gobierno de González Pedrero en Tabasco. Refirió: “trabajé directamente con los más marginados: los chontales de las zonas bajas y los zoques y los choles de la sierra. Durante aquella experiencia, tan intensa, fuimos elaborando un modelo de desarrollo que se probó en la práctica”.
Abundó en la conversación con Aranda y Asiain: “Un modelo de desarrollo desde abajo, de autosuficiencia en las pequeñas comunidades. Me pareció tan importante la experiencia que, al volver a la ciudad de México y no tener ya la posibilidad de seguir actuando en ese combate directo a la pobreza, tuve la necesidad de articular mi vivencia de otra manera”. 
 
LOS RIESGOS DEL RETROCESO
 
EN LA ENTREVISTA explica el contenido del libro, pero me quisiera detener en una reflexión de la doctora Campos que sería a la vez contextualización y advertencia por los tiempos que vivimos. Contó cómo la colonización española despojó a las comunidades originarias y –entre otras cosas- cómo en el gobierno de Lázaro Cárdenas se buscó conciliar dos proyectos: el de la modernización del país y la vida campesina, dos Méxicos. 
“Cárdenas –apuntó la investigadora- probablemente pensó que podría lograrse la democracia a través de ese sistema corporativo (que le caracterizó) si se le fijaba como meta la satisfacción de las necesidades de las mayorías. En esa medida no fue, quizá, una democracia política pura, pero sí una democracia social que funcionó durante algunos años. Pero cuando terminó el sexenio cambiaron las cosas y a partir de 1940 empezó una industrialización acelerada. El milagro mexicano fue todo un proceso para insertar al país en la modernidad, a expensas del México tradicional”.
Esta larga cita me parece sumamente actual, porque nos tiene que ayudar a entender el viraje posterior a Cárdenas y prever el futuro: “La industrialización –señaló Campos- se hizo con una enorme transferencia de recursos del campo mexicano a la industria y a las zonas urbanas. Las ciudades prosperaron, se crearon enclaves modernos,  sobre todo la ciudad de México que empezó a desmesurarse, a expensas del resto del país. Se privilegió el afán de crecimiento por encima del desarrollo humano, con la satisfacción de las necesidades básicas de las mayorías rurales”. Vino después un proceso que también observó y criticó la escritora: la implantación del modelo neoliberal con la profundización del despojo y las desigualdades. 
Desde la perspectiva local en Tabasco sucedió algo similar: tras el impulso de un proyecto de desarrollo (1983-1987) del que dio testimonio la escritora mexicana de origen cubano, vino un gran viraje para desmantelar lo avanzado.
La pregunta de Julieta Campos, cuya ausencia física recordamos en estos días, sigue vigente y más aún en el horizonte de la post pandemia: ¿qué hacemos con los pobres?
 
AL MARGEN
REGRESO a la normalidad, es como se anuncia la reapertura de actividades. No se ha comprendido que debemos construir otra normalidad, con hábitos mejores. Los rebrotes están a la espera. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla