*Cárdenas usó el petróleo para fortalecer industria y capital

*AMLO y la transferencia de recursos al sector más débil

*La batalla no sólo por los votos, sino por la producción

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

 

LA RENUNCIA de Alfonso Romo Garza, quien despachaba como jefe en la poderosa “oficina de al lado”, la Oficina de la Presidencia, revivió la polémica sobre la relación del presidente Andrés Manuel López Obrador con los empresarios. No es para menos, quien ahora deja su cargo proviene de una de las familias adineradas del norte del país; apoyó la campaña de Vicente Fox con quien posteriormente rompió y en 2006 se acercó a AMLO, a quien apoyó en la campaña del 2012 y más activamente en 2018 coordinando el denominado Proyecto Alternativo de Nación.

Desde un principio Romo Garza se convirtió en el puente con un empresariado reacio a las propuestas de López Obrador por considerarlas radicales. No existe, en México, una iniciativa privada homogénea; ni por recursos –los hay pequeños, medianos, grandes y enormes-, ni por origen, ni por intereses. 

Durante un programa de televisión al que fui invitado recientemente (TV-UJAT), planteé una hipótesis: López Obrador está buscando formar un bloque económico-empresarial-productivo que le permita transitar en el proceso de cambio que propone y de su concepto de Estado-Nación: pasar del modelo neoliberal a un modelo de bienestar. 

 

PARTIDOS DISPERSOS

ME PARECE que nadie discutirá lo evidente: en julio de 2018 se expresó la desarticulación, el derrumbe, del tradicional bloque político que tuvo su última irrupción pública en el “Pacto por México”, donde los partidos beneficiarios del viejo régimen (PRI, PAN, PVEM) o que buscaban lograr un mejor trato (PRD), intentaron oponerse a la avalancha de descontento con una serie de “reformas estructurales”. Reformas que contenían en sí mismas las contradicciones de un sistema que supuso representar a todos pero beneficiar a unos pocos.

En aquellas elecciones históricas hay quienes dicen que perdió el bipartidismo PRI-PAN, otros que ganó el movimiento de López Obrador, que aunque parezca lo mismo no lo es. El caso es que el golpe ciudadano al antiguo pacto partidista fue tal que los tres partidos principales hasta entonces iniciaron una caída estrepitosa de la que –al momento de escribir estas líneas-, no se reponen. De acuerdo a una encuesta de El Financiero, la coalición de Morena a nivel nacional tiene una intención del voto del 39%, contra apenas un 11% de Acción Nacional  y un 10% del Revolucionario Institucional (10%). El PRD muy pocas veces aparece mencionado en los sondeos recientes y se le coloca por debajo del 5%. 

Como se sabe, los esfuerzos de la oposición partidista unidos a un sector del empresariado anti-AMLO se proponen un nuevo pacto ahora denominado “Sí Por México”. En el 2021 se estarían jugando casi todas sus cartas.

 

CÁRDENAS, AMLO, PRODUCCIÓN 

 

ES AQUÍ donde entra la otra parte de mi hipótesis que reconozco aún con falta de elementos pero se la comparto: López Obrador logró durante más de 18 años integrar una corriente que le disputó el predominio a los partidos, pero ahora tiene sólo seis años para construir un bloque económico que haga contrapeso a la otra base de antiguo sistema: el del capital privado, y más ampliamente el de los actores económicos.

Sin duda que AMLO basa su proyecto en la fuerza económica del Estado, pero no es suficiente. 

Después de la guerra revolucionaria de 1910, con altísimos costos humanos y financieros, México se enfrentó a la necesidad de reconstruir sus bases económicas, especialmente para la industrialización pero con un sentido nacionalista. No abundaremos en el surgimiento de una burguesía de los caudillos de la revolución, sino que mencionaré para el objetivo de esta idea que le expongo que durante el régimen de Lázaro Cárdenas la expropiación petrolera ofreció la oportunidad de financiar la consolidación de un capital nacionalista…con recursos del Estado.

Posteriormente, como ya sabemos, vino una apertura en la que el capital extranjero, asociado al mexicano, modificó aquel concepto cardenista. Se ha repetido cómo a partir de los años ochenta, y particularmente con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el capital se concentró aún más diferenciándose varias “clases” de empresarios.

Tengo la impresión de que López Obrador no sólo busca allegarse el apoyo –o por lo menos no tener la oposición abierta- de un sector del capital con poder decisorio en el país. Hasta el momento por fortuna no hemos visto huelgas, paros empresariales, sabotajes a gran escala; aunque sí una contracción de la actividad económica privada. Me parece, le decía, que la intención de AMLO es fortalecer a un sector de la economía social, regional y local, con la transferencia de recursos estatales.

De hecho, en su primer informe de gobierno (el oficial) mencionó entre las acciones de una “nueva política para generar el crecimiento económico y productivo” el fortalecimiento de la economía popular y los proyectos de desarrollo regional. Pero no es sólo la transferencia de recursos por medio de los programas sociales, sino también ha dado instrucciones para elevar los salarios de manera gradual y recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores. Confía en fortalecer el mercado interno.

Pero más allá de lo económico, que es determinante, las medidas de López Obrador en esta otra vertiente del poder podrían romper el otro bloque, creando “desde abajo” un contrapeso al capital concentrado en pocas manos, y hegemónico. Esta es la tarea más difícil, porque una elección se gana con votos, pero una economía se gana con trabajo.

 

AL MARGEN

HAY que hacerle caso al sentido común: usar cubrebocas cuando se está con otra persona, mantener la sana distancia, asearse las manos, disminuir la movilidad; mantener los cuidados sanitarios básicos. Hay un repunte de COVID-19. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )