*Continuó la entrega de apoyos a los censados; la cifra negra

*Román Meyer: Siete de cada diez viviendas con rezagos

*Una propuesta sencilla: el registro SMN para los predios

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

AYER fue un día más ordenado en la entrega de los apoyos económicos que dispuso el gobierno de López Obrador para los censados por la segunda inundación de este año en Tabasco. En total, como usted sabe, fueron 200 mil las viviendas reportadas por sus dueños o moradores; un monto de 2 mil millones de pesos a repartir, tan sólo en efectivo; falta el costo de los enseres que recibirán. Casi la tercera parte de las casas que hay en Tabasco entraron al padrón.

En la primera inundación el censo logró abarcar unas 38 mil viviendas, registro que como le he comentado no es exhaustivo. Siempre queda lo que se denomina una “cifra negra” no reportada. Lo mismo puede afirmarse de las 200 mil viviendas que, si tomamos como referencia un promedio de cuatro habitantes por hogar, nos da un total de 800 mil damnificados. Muchos de ellos en dos ocasiones seguidas. 

El universo de afectados es mucho más amplio, pues no sólo hubo quienes no tuvieron oportunidad de registrarse sino que también otros que decidieron no hacerlo (como de la misma forma hubo quienes se anotaron sin sufrir afectaciones directas). Otro es el tema de los daños indirectos.

Lo que interesa ahora señalar es el grado de vulnerabilidad de los hogares en Tabasco. Y los censos que realizó la Secretaría de Bienestar son parte de un indicador. Aunque imitado. 

 

EN 2077, MINIMIZARON DAÑOS

SE PUEDE asegurar que el registro reciente de Bienestar es mucho más útil que el realizado por la Secretaría de Desarrollo Social (federal) en 2007. Como resultado de un “censo estatal” de la gran inundación de hace 13 años sólo fueron inscritas en un padrón de afectadas 115 mil 113 viviendas, de las cuales se “atendió” a 89 mil 158. (María Perevochtchikova y José Luis Lezama de la Torre, El Colegio de México)

Se comprometió hace más de una década un programa de construcción de viviendas de interés social, para la reubicación de los afectados, especialmente de Villahermosa. También se establecieron normas de construcción para evitar los asentamientos y fraccionamientos en cotas de riesgo sobre el nivel del mar. A la distancia vemos que todo quedó a medias o en declaración de intenciones.

En efecto, si se reconoce oficialmente que la tercera parte de las viviendas en Tabaco fueron afectadas por las recientes inundaciones, menos catastróficas que las del 2007, tenemos un indicador de los hogares vulnerables tan sólo por las condiciones climáticas. Hay muchos otros riesgos que atender.

Román Meyer, actual secretario Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), tiene la encomienda de presentar un plan de vivienda  para Tabasco. Un año antes de las inundaciones de octubre-noviembre de 2020, el funcionario estuvo en Tabasco y afirmó que existe en la entidad un rezago habitacional de un 67 por ciento. No necesariamente viviendas nuevas –expresó entonces- sino por la falta de servicios básicos, carencia de aislamiento dentro de la propia casa (tan necesario en situaciones como la epidemia del COVID-19), y la urgencia de mejoramiento de las construcciones. Ese 67 por ciento de rezago mencionado por Meyer Falcón fue sobre un estimado de 675 mil casas existentes.

 

INFORMACIÓN DE RIESGO, SMN

 

SIN DUDA que en el cálculo del funcionario no estaba lo que ahora tiene que ser parte de la agenda en sector: el riesgo de los hogares (y de los locales empresariales) por las potenciales inundaciones. ¿Cuánto hay que reubicar y cuánto proteger?

Recuerdo que poco después de las inundaciones del 2007, cuando más de un millón de pobladores fuimos afectados por el desfogue inadvertido de las presas, comentamos con un funcionario que sería pertinente que en la nomenclatura de las calles, así como aparece el código postal se indicara la cota sobre el nivel del mar (SNM). La respuesta no dejó de sorprenderme: “No se puede, porque eso se prestaría a la especulación con los terrenos. Se encarecerían”, comentó. Posiblemente, me dije, lo mío era una ocurrencia de quien poco sabía de bienes raíces y de ingeniería.

Sin embargo, hace unos días un comentario del doctor en planificación y especialista en finanzas, Firdaus Jhabvala, me confirmó que no andaba tan equivocado. 

Expuso el especialista: “En Tabasco ni siquiera se quiso hacer lo más elemental. Propuse desde hace 40 años –explicó- cuando me di cuenta cómo era el estado y su circunstancia, que cuando una propiedad se registrara en el catastro se incluyera la altura de cada punto. Eso ya es más fácil hacer con un apuntador satelital. Si tienes el registro sobre el nivel del mar, eso te permite cuando tienes una inundación cuantificar cuánta agua hay sobre cada lote, sobre cada río. Eso no es una cosa de otro mundo, es simplemente ponerse en la ley”. 

¿Por qué no se hace? De acuerdo a Firdaus: “Quienes tramitan los bienes raíces van a decir que es mucho problema, todo aguanta la inundación, no quieren. Tienes que subirte las mangas de tu camisa o ponerte a trabajar o siéntate donde estás hamaqueando para que te llegue la inundación. Son dos alternativas. Es mucho trabajo, es así el desarrollo”.

La conclusión, paciente lector, me parece obvia: no es el registro SNM lo que propicia la especulación, sino la inexistencia pública de ese dato. Como bien dijo mi interlocutor, se prefiere rellenar pantanos para venderlos a precios exorbitantes. 

Otro punto interesante es cómo, mediante el satélite o mediante drones (y con el registro SMN)  se puede conocer qué lugares se inundan, cuánto y cuándo…para prevenir y evitar. A menos que estemos dispuesto a seguir pagando los crecientes costos de un desastre.

AL MARGEN

EL PRIMER interesado en que las cosas salgan bien en Tabasco es el presidente López Obrador. Sólo sus adversarios le apuestan a lo contrario…aunque le vaya mal al estado. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )