Un día en el que todos cumplimos un año más; celebremos la eternidad de lo fugaz

Martes, 03 de Enero de 2023 00:41 Editor
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 Un día en el que todos cumplimos un año más; celebremos la eternidad de lo fugaz

 
Escala Crítica/Diario Presente, Ventanasur, Horay20noticias, Avance
*El misterio de la existencia en Borges, Kundera, Lamb y Leduc
*Las diversas culturas no escapan a la necesidad de medir el tiempo
*Galeano: el tiempo, bastante amable; Kavafis, importa el viaje
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
Desprender una hoja en el calendario, darle vuelta a la página, traspasar el umbral del tiempo. Muchas maneras de recibir el nuevo año y dejar atrás, o llevar a cuestas, el ciclo que concluye. Todos cumplimos un año más el primero de enero. Para algunos es el eterno retorno, para otros es borrón y cuenta nueva. 
Escribió Milán Kundera: “La idea del eterno retorno es misteriosa  y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?”
Para el escritor checo “hay una profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido”. Así Kundera nos introduce a “La insoportable levedad del ser”, su novela, pero también a la reflexión sobre el sentido de la existencia.
Todo es fugaz, no vuelve. Miramos las imágenes de nuestra infancia o repasamos de memoria algunos pasajes, y la nostalgia las dota de una belleza o bondad que quizá no tuvieron. Todo tiempo pasado nos parece mejor. 
 
DESATARSE A TIEMPO
 
AL TERMINAR un año e iniciar otro se impone pensar en el tiempo, ese pequeño pero infinito territorio que le hizo escribir al poeta mexicano Renato Leduc: “Sabia virtud de conocer el tiempo; a tiempo amar y desatarse a tiempo; como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...que de amor y dolor alivia el tiempo”. El tiempo todo lo cura, dice la conseja popular; el tiempo todo locura, se dirá en un juego de palabras para significar que no es sólo la razón la que hace latir la vida.
Otro escritor, Jorge Luis Borges, que nos ha llevado de la mano para sorprendernos de los misterios de la imaginación, ha dicho que frente al paso de los días y los años, de los instantes: “Ni el pormenor simbólico/ de reemplazar un tres por un dos/ ni esa metáfora baldía/ que convoca un lapso que muere y otro que surge/ ni el cumplimiento de un proceso astronómico/ aturden y socavan/ la altiplanicie de esta noche/ y nos obligan a esperar /las doce irreparables campanadas”.
 La causa verdadera –advierte Borges- “es la sospecha general y borrosa/ del enigma del Tiempo;/ es el asombro ante el milagro/ de que a despecho de infinitos azares,/ de que a despecho de que somos/ las gotas del río de Heráclito, perdure algo en nosotros: inmóvil”. Y siempre así, deseando que algo perdure en el cambio constante.
Reemplazar un tres por un dos, o en este caso un dos por un tres para hacer el 2023, en una medición inventada por la necesidad humana. Sin embargo, leo en Eduardo Galeano: “Enero 1. Hoy no es el primer día del año para los mayas, los judíos, los árabes, los chinos y otros muchos habitantes de este mundo. La fecha fue inventada por Roma, la Roma imperial, y bendecida por la Roma vaticana, y resulta más bien exagerado decir que la humanidad entera celebra este cruce de la frontera de los años. Pero eso sí, hay que reconocerlo: el tiempo es bastante amable con nosotros, sus fugaces pasajeros, y nos da permiso para creer que hoy puede ser el primero de los días, y para querer que sea alegre como los colores de una verdulería.” (Los hijos de los días)
SONIDOS DEL PASADO Y FUTURO
 
SI EL TIEMPO es muy amable con estos fugaces pasajeros que somos, como nos ve Galeano que ya no está físicamente con nosotros, no podemos dejar se sentir nostalgia por el año que se va y esperanzados en el que inicia, aunque la medición pueda ser arbitraria. 
Charles Lamb (Londres 1775-1834), nos recuerda en su texto La noche de año nuevo: “De todos los sonidos de todas las campanas (la música de las campanas es la más cercana al umbral del cielo) el más solemne y conmovedor es el repique que despide al año viejo. Nunca lo oigo sin que en mi mente se concentren todas las imágenes difusas de los últimos doce meses; todo lo que he hecho o sufrido, realizado o abandonado en ese tiempo que se ha ido para siempre. Empiezo a darle su valor, como cuando muere un individuo, y adquiere un matriz personal. (…)”
Pero también cierto cuando dice: “Todo individuo tiene dos cumpleaños: dos días, por lo menos, de cada año, que lo hacen meditar sobre el paso del tiempo y el modo en que afecta nuestra existencia mortal. El primero es al que de manera personal le decimos mío. Aunque con el desgaste gradual de las viejas costumbres está a punto de desaparecer el hábito de festejar nuestro cumpleaños, dejándoselo nada más a los niños, para quienes el paso del tiempo no refleja absolutamente nada, ni hace que entiendan otra cosa fuera del pastel y los regalos. Pero el inicio de un año nuevo es de tan vastas implicaciones que no pueden sustraerse de él ni el rey ni el mendigo. No hay quien vea con indiferencia el primero de enero. A partir de ese día todos miden su tiempo y cuentan el que les queda”. 
AL MARGEN
Sirvan estas líneas para reiterar nuestro deseo por un venturoso 2023, en estos tiempos en los que las circunstancias han mostrado la fragilidad de la vida. Cito a Konstantino Kavafis (1863-1933): “Cuando emprendas tu viaje a Itaca/ pide que el camino sea largo, /lleno de aventuras, lleno de experiencias”. Y al final del trayecto: “Aunque la halles pobre,/ Itaca no te ha engañado./Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,/entenderás ya qué significan las Itacas”. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )