* Fusión y confusión de responsabilidades: fronteras, tierra de nadie 

* Menú de crisis insolubles: atenuar, enfrentar, demorar y empeorar          

* Organismos y franquicias transnacionales: succión de ganancias   

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

MUCHOS SON LOS FACTORES que han determinado el éxodo de decenas de miles de centroamericanos hacia Estados Unidos, teniendo a México en la ruta de paso obligada. Cada vez son más quienes, ante el creciente control de la frontera norteamericana, se quedan en nuestro país. Después de la tragedia en Ciudad Juárez, el gobierno mexicano parece haber comprendido que no son suficientes los programas de arraigo –las llamadas cortinas de desarrollo-, o las tradicionales respuestas institucionales. Estamos ante un problema de seguridad pública, seguridad nacional y crisis humanitaria.

 

México no provoca la emigración centroamericana, pero la padece. Dicho esto último no en sentido discriminatorio, sino como un desafío que obliga a tener respuestas más integrales. De lo contrario, nos esperan tiempos dramáticos. Lo hemos visto en Europa. Es un hecho que el gobierno de Estados Unidos decidió tomar a México como un colchón de seguridad migratoria. Seguridad para EEUU, no para los desplazados ni para nuestro país. En la lógica del llamado “patio trasero”.

 

GLOBALIZACIÓN, BEUNAS Y MALAS

 

LA MIGRACIÓN se ha vuelto explosiva con la globalización galopante del siglo XXI que multiplica los desafíos de gobernabilidad. La democracia a la mexicana, herencia zigzagueante de tres siglos vía consolidación del Estado/Nación, resulta insuficiente para atender problemas que rebasan fronteras y piden cooperación geopolítica. 

 

Cada vez más, los estados nacionales tendrán que lidiar con resultados insuficientes por las complejas redes económicas y políticas que se tejen a nivel internacional, no sólo por negligencia o autoritarismo en el ejercicio del poder. Es prueba de fuego para los regímenes democráticos: la adaptación a escenarios globales de toma de decisiones.   

 

La cuestión fundamental es quién le pone el cascabel al gato global de problemas. Es decir: cómo resolver problemas sociales de calibre mundial, desde el ámbito de competencia de los gobiernos nacionales. La soberanía es concepto rector de las políticas de un país, aunque choca con el funcionamiento global de áreas estratégicas. Los intentos de atender los problemas desde lo local ha tenido respuestas externas cuando se tocan intereses corporativos.

 

Los problemas del siglo XXI son multifactoriales y multi-relacionales. Todo está relacionado. La gobernabilidad se debilita, aunque el proyecto de nación y el ejercicio del poder surjan con representatividad democrática. El gobierno de un país puede ser eficiente y dinámico, pero no tiene todas las soluciones en su mano, ante problemas que rebasan fronteras y que deben atenderse con cooperación geopolítica. Entendida esta última como “la influencia de los factores geográficos, en la más amplia acepción de la palabra, sobre el desarrollo político en la vida de los pueblos y Estados” (Rudolf Kjellén).

 

Aunque habría que decir también que la llamada globalización borró el viejo límite de las fronteras geográficas, de modo que los límites entre países sin cada vez más elásticos y los intereses más enredados.

 

BRONCAS AL POR MAYOR

 

A PROPÓSITO de las migraciones, del desplazamiento de comunidades enteras, se puede afirmar que éstas son apenas una de las expresiones de la o las crisis en el mundo. Es muy compleja la red de problemas que enfrentan los gobiernos nacionales: el narcotráfico y el lavado de dinero, por ejemplo, implican redes que van de las islas más pequeñas del planeta a las grandes metrópolis, pasando por una diversidad de empresas que mueven recursos al filo de la legalidad. Esta misma maraña de lavado de dinero involucra tráfico de todo tipo, los más criminales: el de personas y el de armas. Así se alimentan las guerras.

 

Otros más. El cambio climático, el deterioro ambiental y la erosión/contaminación de recursos naturales ocurren con mayor frecuencia en los llamados países emergentes, aunque también en ciudades y territorios de países/potencia, por lo que este problema resuena en todo el orbe. Estos mismos tienen como resultado el desplazamiento de millones de personas que entran en la categoría de “emigrantes ambientales”.

 

Y más. Las condiciones de trabajo –con enormes desigualdades, según la zona geopolítica- representan un capítulo delicado y desgastante en cualquier tratado comercial entre países. También lo hemos visto: se trata de acuerdos en donde los peces grandes imponen sus condiciones.

 

La bolsa y las relaciones financieras impactan, para bien y para mal, en más de 200 países; el transporte aéreo y marítimo, la circulación de mercancías, necesitan cuerpos policiales de seguridad y supervisión, así como reglas operativas que dicta el derecho internacional. También, para combatir consorcios internacionales del crimen organizado, se necesitan cuerpos policiales interrelacionados, con bases de datos compartidas…y en riesgo de caer en manos criminales. 

 

En esta historia, los países/potencia destinan una mayor inversión en tecnología informática y desde luego tienen mejores archivos que no comparten con facilidad. Exigen cooperación, pero se reservan su base de datos. La geopolítica se desarrolla desde posiciones de poder y se olvidan los beneficios de la corresponsabilidad. No es tarea fácil si a esto sumamos negligencias y corruptelas como las que ahora están a la luz en materia migratoria.

 

AL MARGEN    

MORENA tiene el desafío de no haberse convertido en un partido político real. Con ideología o ideas fundamentales, un proyecto compartido más allá del discurso, una normatividad democrática respetada por todos sus integrantes. El 2024 obliga a las definiciones, como dijo AMLO. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )