Hacia el 2024: cultura ciudadana y arena pública, actores políticos, trampas virtuales y vitales

Sábado, 20 de Mayo de 2023 20:30 Editor
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 Escala Crítica/ Diario Presente, Ventanasur, Horay20Noticias, Avance

* El huevo y la gallina: arena pública o cultura ciudadana
* Democracia real vs cultura de élites: retos éticos y técnicos 
* Redes: verdad, mentiras y rumores con ropaje partidista     
        
Víctor M. Sámano Labastida     
 
HAY UNA BATALLA permanente por la opinión pública, no sólo en México, pero sí de manera destacada desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador se asumió como el vocero no sólo del Ejecutivo Federal sino de su propuesta Cuarta Transformación. Declaró su interés por fortalecer la cultura ciudadana, aunque es sobre todo la búsqueda diaria de contrarrestar el discurso opositor y el de los “intereses creados”.  Logró convertirse en un fenómeno de la comunicación con resonancia internacional .En las encuestas de gobernantes a nivel mundial, López Obrador aparece segundo en aprobación.
Dirían sus adversarios que “hay otros datos”. Pero tendrían que buscar otra explicación a las mediciones que colocan a AMLO con una muy alta aprobación nacional, fuerza que transmite electoralmente a Morena. 
Cada mañana, el Presidente sale a desyerbar el jardín mediático de la República a su modo. Si no lo hiciera, ¿qué pasaría en la arena pública?
 
 
CULTURA CIUDADANA Y CULTURA DE ÉLITES
PREGUNTA SABATINA: ¿la cultura ciudadana se nutre de las costumbres de la arena pública, o las costumbres de la arena pública son reflejo de la cultura ciudadana? En la primera idea, la cultura ciudadana es mediada por la información pública. En este sentido, la calidad de la información es un bien social por su impacto en la cultura ciudadana. En la segunda idea, lo que ocurre en la arena pública es consecuencia de la cultura ciudadana. Aquí cabe la salvedad de que no cualquier ciudadano tiene voz pública y –por esa razón- es fundamental la libertad de acceso y difusión de mensajes que han facilitado las redes virtuales de información. De cualquier modo, la idea traza un cuadro incompleto pues la cultura ciudadana rebota contra la cultura de élites que domina la arena pública a nivel de propiedad legal y selección de narrativa.
Sigue siendo un problema de poder, cómo democratizarlo. 
¿Cómo fortalecer la cultura ciudadana? Es camino sinuoso que pasa por la construcción de criterios personales y la capacidad para entender nuevas formas de comunicación. Reto pedagógico y formativo, en zonas geográficas con bajo desarrollo educativo: Asia, África y Latinoamérica.  Claro, no hay que desdeñar ese otro tipo de cultura ciudadana que se ejerce en algunas comunidades indígenas y campesinas, donde la participación popular es tradicional y efectiva.
 
TIERRA DE NADIE 
 
EN LOS TIEMPOS actuales, vastos sectores políticos aprovechan las lagunas jurídicas de internet y el anonimato para difundir información no verificable, poco confiable o francamente falsa. Se comprende que las redes virtuales resulten plataformas libres, aunque no es justificable. En la legislación electoral mexicana está reglamentado el acceso de los partidos políticos a TV, Radio y Prensa, pero casi nada se dice de Internet. Así se ‘fomenta’ la rentabilidad del escándalo virtual. En 2024, esto será una invitación al rumor sobre candidatos presidenciales.    
Se habla, como antídoto, de rastrear vídeos, fotos y notas desde las cuentas que los suben por primera ocasión. De cualquier modo, no hay firma que -en sentido de autoría- se maneje para una identificación civil. Internet es el medio idóneo para la guerra sucia en política.  
¿Qué hacer? Hacia 2024 se necesita responsabilidad de los actores políticos en el uso del espacio público virtual, y sanciones efectivas para quienes tiren la piedra y escondan la mano. Esto quizás frenaría el cinismo de la clase política.
Se pide madurez y perspicacia a la ciudadanía. No se pide lo mismo a líderes políticos y sociales. Contradicción. Los políticos tendrían que meditar lo dicho por Carlos Monsiváis hace algunos años: “existe una clase política en pleno derrumbe y en plena competencia de cenizas”. Si no hay cambios de comportamiento de los actores políticos, el rechazo ciudadano tiene la palabra. De ahí la ventaja de credibilidad que tiene el Presidente. 
Monsiváis acertó al proponer la construcción de una ciudadanía con visión crítica. Esto ya se manifestó en 2018. Falta camino por recorrer. ¿Y sí los actores políticos no cambian su accionar informativo?, ¿y si la ciudadanía sólo tiene vocación de supervivencia? Persistirán problemas de construcción democrática en la arena pública.          
 
¿VINOS NUEVOS EN BARRILES VIEJOS?
 
RUMBO A 2024, más allá de los nombres, tiene que plantearse la ética y racionalidad argumentativa de políticos y ciudadanos. Por ejemplo, hay que preguntarse si los escándalos detonados por noticias falsas se deben al uso faccioso de las redes sociales (no tan benditas) por una clase política anquilosada. En este caso las plataformas tecnológicas no tienen corazón: son las viejas mañas que encontraron nuevo instrumento para la guerra sucia. La villana no es la tecnología, sino cómo la usan. Se necesita una reflexión educativa para uso ciudadano en torno a la arena pública que incluye ahora el espacio virtual. 
En resumen: cada vez más, hay que prepararse de forma técnica y ética para el uso de la arena pública virtual. Y preparar a las nuevas generaciones. Esa es, en el siglo XXI, función central del periodismo y de la universidad en los tiempos de la comunicación global. La cultura ciudadana necesita espacios de reflexión, para apuntalar su participación democrática en la república. No es sólo quejarse, es actuar. 
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