ALTERNANCIA EN TABASCO: DOS DÉCADAS, UN AÑO Y SEIS MESES. UN COMPLEJO CAMINO

Lunes, 01 de Julio de 2013 10:39 Editor
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Escala Crítica/Columna diaria
*De la casi inexistente oposición en los 80s al triunfo electoral
*Un crecimiento constante y sostenido llegó a su límite
*El reto, construir una nueva alianza social para el cambio

Víctor M. Sámano Labastida

TODAVIA a principios de los años ochenta, hace apenas tres décadas, resultaba impensable para los dirigentes y militantes del PRI que su partido pudiera perder unas elecciones. ¿Que ocurriera en la Presidencia?, imposible; tanto como que perdiera la gubernatura de Tabasco. El PAN tenía una larga tradición de lucha electoral; la izquierda había sido perseguida, pudo salir de la clandestinidad pero estaba dispersa. Sólo una ruptura en el PRI permitiría el cambio de régimen, se decía entonces. Ocurrió.

Hoy se cumple un año de que el PRI perdió las elecciones en Tabasco y seis meses de que asumió Arturo Núñez Jiménez, el primer gobernante surgido de una coalición opositora. Sucedió 23 años después de que el PAN logró desplazar al PRI del gobierno de Baja California. Un estado fronterizo que, paradójicamente, el tricolor está a punto de recuperar.

ENCUESTAS ERRÓNEAS

MIENTRAS en las semanas y los días previos a las elecciones de julio del 2012 los “encuestadores profesionales” insistían en que el PRI volvería a ganar Tabasco hasta con más de 10 puntos de diferencia, quienes seguimos desde los años ochenta la evolución de la votación opositora, así como el relativo estancamiento y retroceso del PRI, pudimos asegurar que estaban dadas las condiciones para una eventual alternancia en la entidad.
En todo caso, podría estimarse, que si el PRI volvía a obtener el triunfo lo haría por menos de cinco puntos de diferencia, no por lo que sostenían los portavoces del Institucional y la mayoría de quienes realizaban “estudios de percepción”.
En este aniversario, bien vale hacer una revisión para comprender que la derrota tricolor y el triunfo opositor no fueron por generación espontánea. Veamos.
En 1982 el PRI se llevó casi el 96 por ciento de los votos, contra el 2.4 por ciento del Partido Popular Socialista, la “oposición” con mayor presencia en Tabasco. El PAN sólo alcanzó 490 votos en todo el estado, equivalentes al 0.2 por ciento. Prácticamente cero. La “oposición” en su conjunto apenas llegó al 4 por ciento de los sufragios. Los partidos que en ese entonces reclamaban la representatividad de la izquierda desaparecieron.
En el 1988 ocurrió lo inimaginable: el PRI cayó en Tabasco al 78 por ciento y una oposición que podría catalogarse como “izquierda” que apenas rondaba los 11 mil 800 votos en la suma total de 1982 logró seis años después más de 54 mil 890 votos con Andrés Manuel López Obrador como candidato.
Desde aquella irrupción histórica de una oposición unificada por el cardenismo y el desprendimiento de importantes cuadros del PRI (Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo), en Tabasco la hegemonía del tricolor también sufrió una merma constante.
Año con año uno crecía y otro caía en los porcentajes.

SE ACORTÓ LA DISTANCIA

EN 1988 LA OPOSICIÓN encabezada por López Obrador obtuvo el 20.9 por ciento de los votos, frente al 78 por ciento del PRI. Cierto que la diferencia entre una y otra formaciones políticas era de unos 60 puntos, pero ya no de más de 90 puntos como en los comicios anteriores.
Proceso tras proceso se fue cerrando la distancia.
Así, en las votaciones de 1994, el PRD obtuvo 37.5 por ciento de los sufragios frente al 56.10 por ciento del PRI. Fue un resultado impugnado por masivas manifestaciones. Aunque López Obrador mantuvo su reclamo por fraude electoral, oficialmente la diferencia entre la oposición de izquierda y el tricolor se acortó a sólo 19 puntos. El camino hacia una probable victoria lopezobradorista estaba ya trazado.
Esto prácticamente sucedió en los siguientes comicios estatales, los del 2000. Los resultados oficiales le dieron la victoria al PRI con menos de un punto de diferencia, pero a costa de numerosas irregularidades. Así lo consideraron los magistrados electorales en respuesta a las denuncias del PAN y del PRD. Las elecciones, como se sabe, fueron anuladas.
Aunque el tribunal sancionó el proceso no sancionó a candidato alguno de manera de Manuel Andrade pudo volver a competir contra Raúl Ojeda en el 2001 en comicios extraordinarios.
Con todos los instrumentos del poder, mejor advertido de que irregularidades evidentes lo podían condenar a la derrota –aunque tuviese el control de los órganos electorales locales-, el PRI tabasqueño se repuso y consiguió que oficialmente se le reconociera el 50.7 por ciento de los votos a su favor, frente a los 45.9 del PRD.
Otra vez, la línea de cosecha de votos a favor seguía en ascenso para los solaztequistas: pasaron de 20 puntos en 1988, a más de 37 en 1994; para el 2000 ya contaban con 43 puntos del total de la votación y en 2001 con el 45.9.
Cinco años después, en las elecciones estatales del 2006 el PRI logró remontar una derrota de tres meses antes en las votaciones federales y catapultó a su candidato Andrés Granier hasta un 51.77 por ciento de los votos, contra 42.15 por ciento del PRD. Aunque el tricolor logró recuperar sus números por arriba de los 50 puntos, ya no consiguió colocarse ni siquiera en los niveles de 1994. La historia ya había cambiado.

DIVISIÓN Y DISPERSIÓN

LOS CASI diez puntos de ventaja que obtuvo en el 2006 fueron dilapidados en los años siguientes. Aunque se perdió de vista que lo sucedido en aquel año fue también extraordinario; la tendencia histórica reciente era un crecimiento permanente de la votación del PRD y del lopezobradorismo, un aumento que no había llegado a su tope.
Fue así como en el 2012 la ventaja entre una y otra formación partidista se revirtió. El PRD y su coalición, incluido el lopezobradorismo y su candidato Arturo Núñez obtuvieron una ventaja de poco más de siete puntos frente al PRI.
Ahora bien, así como el triunfo opositor tuvo como elemento fundamental la unidad propia y la división del tricolor, en términos partidistas y de coaliciones, el panorama cambió en estos doce meses de lo que va de aquel histórico triunfo y de los seis meses que lleva el nuevo gobierno.
Mientras el PRI está expensas de cómo se acomoden las fuerzas dentro de ese partido en el centro del país y busca eludir el golpe que significan los juicios adversos contra la administración de Granier, el PRD ya padece los efectos de la separación de López Obrador y su decisión de integrar un nuevo partido, Morena. La izquierda vive también su inercia histórica: la tendencia a la formación de infinidad de grupos.
La coalición que ganó las elecciones de julio pasado en Tabasco, hace un año. No es la misma que la que gobierna. Podría decirse que está en camino de construirse una nueva coalición. Por lo menos este gobierno requiere de una amplia alianza social. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )