TERMINA LA FERIA, ¿TAMBIÉN EL PARO?; MARINOS CHILENOS, LEALTAD IGNORADA

Sábado, 29 de Marzo de 2014 00:38 Editor
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Escala Crítica/Columna diaria
*Importa no renunciar a la autoridad en mandos policiacos
*Lección de historia: los marinos chilenos y la conspiración
*Los golpistas, esperaron las intermedias para dar el zarpazo

Víctor M. Sámano Labastida

ESTE FIN de semana concluye la feria anual de Tabasco y es posible también que se ponga término al paro de los policías. Según reportes oficiales, la exposición tradicional tabasqueña ha transcurrido sin incidentes y con una gran afluencia de visitantes. El balance lo tendremos en los primeros días de la semana próxima.

Las autoridades explicaron que este año se adelantó la festividad tabasqueña para no tener que competir con el tianguis turístico de Cancún, el cual se realiza del 6 al 9 de mayo.
Junto a la tradicional feria, la atención periodística se ha centrado en la huelga policiaca iniciada el 16 de marzo. Cuatro días antes del arranque del festejo. Aunque se sabía de su gestación unos seis meses antes.
El gobierno estatal pidió a los policías centrar sus demandas en asuntos laborales y de condiciones de trabajo, para evitar la contaminación con exigencias de carácter político.
De acuerdo a lo que hoy se informó, el gobernador Arturo Núñez ofreció revisar los pagos a la policía pero no a través de un incremento salarial, porque una decisión de este tipo impactaría a toda la burocracia. Los agentes de seguridad podrían mejorar sus ingresos a través de bonos de riesgo, por la actividad que realizan.
Según explicó el gobernador Núñez, sería necesario ajustar los horarios a la norma nacional. Actualmente los policías laboran 24 horas por 48 de descanso, lo que implican 10 días laborales por mes. Una concesión hecha durante el gobierno de Roberto Madrazo, cuando una revuelta policiaca llegó a las puertas de La Quinta Grijalva.
Un horario de este tipo (24 por 48 horas) podría explicarse por el desgaste que implican las guardias, pero también impide la capacitación y la profesionalización de los policías.
Otro tema polémico ha sido la demanda de la destitución de jefes. Fue en la época de Manuel Andrade cuando se concedió a los policías participar en la designación de sus superiores, decisión que –de acuerdo al gobierno actual- no se sujeta a las leyes ni a las necesidades de tener una policía confiable. Esa mecánica de designación, la de la participación directa, podría dar paso a un enraizamiento de vicios.
Con usted, que pacientemente ha seguido esta columna, hemos podido compartir información y reflexiones sobre los rezagos históricos en una corporación. 
En fin, que sólo el conocimiento público de las condiciones de unos y otros, puede permitir cumplir la exigencia ciudadana de una policía eficaz y bien remunerada. Por cierto que un tema que deberá plantearse en este es el de la misión y visión de los cuerpos policiacos en las actuales democracias.

CONFIANZA Y SACRIFICIO

EL EJERCICIO del poder es complejo. Está marcado por luces y sombras. Hechos heroicos y conductas ominosas. Un reciente reportaje de la revista Proceso (“La odisea de los marinos antigolpistas”), refleja las contradicciones entre la convicción y el exceso de confianza. Cuenta ahí la historia de un grupo de soldados chilenos que advirtió la conspiración que estaba en marcha contra Salvador Allende…nadie les creyó y por el contrario pagaron con cárcel, algunos con su vida.
Como usted sabe, Salvador Allende fue un reconocido activista de izquierda, de convicción socialista que después de varios intentos llegó a la presidencia de Chile. Un movimiento democratizador y la unidad de las izquierdas y fuerzas progresistas (Unidad Popular) le permitió ganar las elecciones. Asumió el poder en noviembre de 1970 y fue derrocado y asesinado el 11 de septiembre de 1973.
Esa trágica historia es conocida.
Un episodio poco conocido en cambio es el de los “marinos constitucionalistas” chilenos que colocados en la disyuntiva de sumarse a la conspiración o denunciarla.
Recientemente, una serie de reclamos al gobierno de Michelle Bachellet la obligó a aceptar la renuncia de la subsecretaria de las Fuerzas, Carolina Echeverría. Esta dama, colaboradora de todas las confianzas de la presidente chilena, tuvo que dejar el cargo porque se confirmó que su padre fue un torturador durante la dictadura y que ella intentó frenar los juicios de los marinos.
Lo que importa ahora, sin embargo, es subrayar el exceso de confianza que el doctor Salvador Allende tenía en la “conducta institucional” de sus colaboradores.

CUENTA Francisco Marín (Proceso No. 1950) que “en sus afanes conspirativos, en agostos de 1968 (José Toribio) Merino creó la Cofradía Náutica del Pacífico Austral” entre cuyos integrantes se encontraban empresarios y ex militares, personajes como Agustín Edwards, director del periódico El Mercurio.
“Este organismo –la Cofradía Náutica-, que en apariencia se dedicaba a la navegación de veleros y al yatismo, fue el más importante de todos los que fraguaron el golpe militar”.
Prosigue: “En septiembre de 1971 un grupo de empresarios vinculados con esa cofradía llevó a cabo una reunión (….) donde se planeó el estrangulamiento de la economía y la generación de acciones violentas destinadas a sumir el país en el caos”.
Curiosamente, la derecha y el espionaje estadounidense pretendían primero ganar los comicios intermedios de 1973 para obtener la mayoría del Congreso Nacional y destituir “legalmente” a Allende. Al no alcanzar la mayoría parlamentaria y observar un notable avance de la Unidad Popular, coalición de izquierda que apoyó a Allende, decidieron entonces aplicar los planes para derrocar al Presidente.
Refiere que  Jorge Magasich cuenta en un libro que  como parte de los planes para derrocar a Allende, la organización terrorista de ultraderecha Patria y Libertad y oficiales de la Armada (golpistas), organizaron una serie de atentados.
El presidente de la Asociación de Marinos Exonerados, Víctor López, le contó al periodista que a un grupo de soldados de la armada –sobre todo la tropa- comprendió que se preparaba un golpe. Informaron a los líderes de izquierda, al presidente Allende…pero éste prefirió confiar en los jefes militares.
El 8 de agosto de 1973, el propio Allende acusó según Víctor López. Dijo el Presidente: “una vez más la  ultraderecha y la ultraizquierda se dan la mano, unos volando oleoductos en el sur y otros con un movimiento de infiltración en la armada…le he pedido al comandante en jefe de la Armada que aplique el máximo rigor de ley por este acto de sedición”.
Denunciado el movimiento constitucionalista, los marinos –la mayoría jóvenes- fueron detenidos y torturados.
Un mes después, como ya es historia, José Toribio Merino, jefe de la Armada, encabezó el golpe que colocó a Augusto Pinochet en el poder.
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