Fernando Vallespín: malestar creciente contra partidos

Jueves, 21 de Junio de 2018 10:23 Editor
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 *El populismo en Europa refleja una crisis de la representación política, afirma el coautor del libro “Populismos”

 
Víctor M. Sámano Labastida
 
Tarde o temprano un político, un gobernante, se enfrenta una realidad: no puede cumplir sus promesas de campaña por las limitaciones que impone el sistema económico y esto hace que se incremente la desconfianza en los intermediarios del poder, afirmó el doctor Fernando Vallespín, autor del libro “Populismos” y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, España.
Durante su estancia en Villahermosa para presentar el libro que realizó en coautoría con Mariam Martínez Bascuñám, invitado por el Instituto de Administración Pública (IAP-Tabasco), Vallespín dialogó con diario Presente sobre el desplazamiento que en Europa están teniendo los partidos tradicionales por el ascenso de liderazgos y movimientos antisistémicos, que lo mismo son de derecha que de izquierda.
Estamos en un momento, señala, cuando “a los partidos les puede pasar lo que a los sindicatos: su capacidad de negociar para impulsar sus intereses está disminuida; el poder de los mercados impide determinadas decisiones. Los partidos políticos se ven obligados a hacer promesas, así son las campañas, pero a la hora de la verdad no vemos diferencia porque los imperativos del sistema acaban definiendo hasta dónde se puede llegar. Eso hace que haya una desconfianza hacia el intermediario que son los partidos”.
Víctor M. Sámano (VMS).- ¿Hay una crisis de intermediación?
Fernando Vallespín Oña (FVO).- De intermediación y de representación, que mucho que ver con la dificultad que tenemos por saber cuáles son nuestros intereses en un mundo que ha sufrido la despolitización, porque las decisiones fundamentales han pasado a manos de los técnicos, de los especialistas. 
 
La realidad es compleja, advierte nuestro entrevistado. Por eso se resiste a simplificar el enfoque del populismo, que tiene expresiones diversas y contradictorias. No es una ideología es una retórica: “solo podemos entender el fenómeno si damos cuenta de lo que está ocurriendo y ese es el objetivo del libro, ofrecer un diagnóstico. Me parece que ahí está el mayor esfuerzo, tratar de contextualizar eso dentro de una serie de fenómenos como la crisis de representación , el de la reestructuración del espacio público, sacar a la luz este conjunto de contradicciones”.
Explica: “El populismo que estamos observando en Europa no responde a esos moldes de los países en desarrollo en donde las masas buscan incorporarse al sistema democrático, sino que está afectando a países escandinavos, al Reino Unido con el movimiento por el Brexit, Estados Unidos con Donald Trump, Italia con dos partidos de raíz populista. Estamos asistiendo a estos fenómenos donde se pensaba que existían democracias muy maduras, liberales, donde nadie cuestionaba la división de poderes y la colaboración entre las diversas fuerzas”.
 
VMS.- ¿Se pueden distinguir las causas?
FVO.- Vemos partidos no asumen ninguna las ideologías tradicionales, ni la representación de un sector concreto de la sociedad; se arrogan la representación directa del pueblo. Es difícil trazar fronteras como causa. Podemos establecer muchas correlaciones con la globalización que va asociada al cambio tecnológico, al aumento de la complejidad, a la ruptura de las comunidades tradicionales. 
VMS.- ¿Tiene que ver con el actual esquema económico?
FVO.-  Ese discurso puede prender en un sector de la población que se ha quedado fuera, que no les funciona el ascensor social y que son las clases medias empobrecidas. Estas personas que sufren de marginalidad social tienen que competir con los migrantes por los recursos destinados a la política social. Expresa también una insatisfacción con los partidos tradicionales, que son percibidos como que se representan más a sí mismos; se han integrado tanto al Estado que han convertido sus intereses corporativos y perdidos contacto con los sectores sociales que tradicionalmente representaban. Claro, lo que proponen no es la solución. Lo ideal para el populismo es donde el núcleo del poder político está en manos del líder, sin limitaciones institucionales.
VMS.- Una diferencia con lo que usted denomina democracia liberal…
FVO.- La diferencia entre una democracia liberal y una populista es que esta tiene a ser plebiscitaria, el líder hace propuestas al pueblo y manipula; mientras que el mundo de la democracia liberal es muy fragmentado, existe división de poderes, con mecanismos de control a quien ejerce el poder. 
VMS.- ¿Si recurren al plebiscito son populistas?
FVO.- No necesariamente. En Suiza existe una democracia muy de organizar refrendos permanentemente. Pero la democracia liberal busca evitar consultas que por lo general dividen a la población. Al final acaban perdiendo todos. El sistema de democracia representativa permite reflejar en el parlamento el pluralismo de intereses; la sumatoria de los diferentes grupos lleva a la construcción de mayorías. Pensábamos que reflejaba mejor la complejidad social y nos encontramos que surgen líderes que nos dicen que hay un sector, el pueblo que se queda fuera. 
VMS.- Pero existen condiciones objetivas
FVO.- Hay algo muy comprensible, el resquemor de la gente frente a una élite de hiper privilegiados del nuevo capitalismo. Una de las consecuencias de la globalización es el espeluznante incremento de la desigualdad. Hace mella en grupos sociales que ven que su situación baja y una minoría se beneficia. Cuando eso se colapsa la gente deja de tener confianza en los partidos.
VMS.- Usted señala que hay también una crisis de autoridad.
FVO.- Tiene que ver con el flujo de la información, con las nuevas tecnologías. Ahora vemos que hasta las decisiones de los jueces se discuten en las calles. Los expertos están sometidos a enjuiciamiento crítico. Cierto que los propios políticos han hecho un uso bastardo del conocimiento experto y la gente no entiende nada. El mundo de lo político se ha tecnocratizado tanto que expulsa a las mayorías.
VMS.- Diversos estudios nos indican que existe un desencanto con la democracia.
FVO.- La democracia no tiene por qué ofrecer respuestas. El problema es aquí que si los políticos son sinceros no son elegidos; dicen a la gente lo que quiere oír, no lo que es necesario hacer. Muchas veces hay que hacer sacrificios. Para ser más competitivos hay que disminuir los salarios, no lo dice nadie. La gente deja de confiar cuando a la hora de la verdad las promesas no se traducen en acciones esperadas. Es un sistema que está destinado a defraudar sistemáticamente.
VMS.- Entonces, en la actualidad ¿se le pide mucho a la democracia?
FVO.- Demasiado. Mire, si elaboramos productos más caros que otros, si gastamos más de lo que tenemos, por mucho que cerremos las fronteras no vamos a mejorar. El mundo de las fronteras cerradas ya pasó. La gente acabará comprando lo mejor y más barato esté donde esté.  Pero tenemos que derivar recursos hacia ese sector que en este proceso está perdiendo. No se trata de blindarnos contra las migración ni traerlos a todos sino ver cómo podemos desarrollar su propias sociedades. 
VMS.- ¿Qué hacer?
FVO.- Se nos viene la revolución tecnológica de la robotización, la inteligencia artificial; vamos a perder gran cantidad de empleos. Vamos a tener que reinventarnos, aplicar algo así como una renta básica universal, pero al mismo tiempo en las escuelas preparar a hombres y mujeres flexibles. Hay un proceso transitorio en el que tenemos que hacernos cargo de aquellos que se queden atrás, pero evitar que nuestras sociedades acudan a respuestas equivocadas y dañinas. 
 
POPULISMO
“El populismo tradicional es un fenómeno fundamentalmente de países latinoamericanos. Pero también el término populista viene de los naródniki rusos de finales del 1800. En Estados Unidos es un partido que viene a ser de la misma época y que se llamaba Populist Party, hunde sus raíces cuando aparecen cambios sociales importantes que dan lugar a que el pueblo se sienta desplazado porque la mayoría de las decisiones favorecían a un grupo de élite. Se apela al pueblo como un sustento fundamental para que haga frente a esa política antipopular”.