Hogar… por Marco Lamoyi

Martes, 05 de Mayo de 2020 21:31 Editor
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 El fuego del hogar languidece. En su etimología focus, foci, es sitio en el cuál se hace fuego; el fogar, ya no es el centro de reunión, es ahora el espacio físico del encierro televisivo, el animador inerte de nuestra pasividad. Sin invitación, nuestro hogar ha sido invadido por la sombra de los organizadores de una fiesta que no podemos entender cabalmente, invadiendo todos los espacios y encubriendo con su tenebrosidad las huellas de sus fechorías. 

El pánico y la incertidumbre han tomado posesión de nuestro sillón favorito, empañando la sensatez crítica que nos permitiría juzgar con lucidez esta cruzada de desinformación mediática cuidadosamente diseñada en la que nos encontramos inmersos. Recordemos del pasado reciente, las tan publicitadas armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein, argumento esgrimido para justificar la invasión a Irak, tierra de fabulosas reservas petroleras o el tema de Venezuela, primer lugar en reservas petrolíferas. Somos testigos de la psicosis, fomentada con éxito a escala mundial. Prácticamente toda la raza humana se ha vuelto loca. 
 
Al invitar la oscuridad a nuestro hogar, de antemano consentimos ser rehén de cualquier tribulación o infortunio. Hoy estamos en cuarentena voluntaria, en este publicitado evento de pandemia. Esta temporada nos exhorta permanecer refugiados en nuestros hogares a través de todos los medios propagandísticos distribuidos por el planeta, estrategia cantada a coro, con la finalidad de controlar la propagación de este nuevo virus homicida que amenaza con destruir nuestro sistema hospitalario, pero que mucho antes de su arribo, está desmantelando un modo de vida cimentado en la libertad, en el libre albedrío. 
 
Ceñidos por la distancia reglamentaria, no sabemos cuándo retornaremos a los buenos modos rituales de alegre camaradería, estrechar la mano del amigo, la pasión del beso fundido en el largo abrazo sin abrigar temor por el contagio; la ansiedad producto del miedo a la enfermedad  ha impregnado por completo nuestra mente, saboteando el sano juicio. Somos testigos de la psicosis, fomentada con éxito a escala planetaria. Tanta repetición invasiva de noticias ad eternum, tanto repiqueteo sordo mediático es más peligroso que este nuevo virus, del que sabemos poco, pero se parece tanto a otros. El miedo masivo, el pánico, la histeria y la hipocondría inducidos por los medios de comunicación se han apoderado de toda la humanidad. Conforme las semanas transcurren, los gobiernos al unísono estrechan el cerco a nuestro alrededor: más restricciones comunitarias, más decretos que atentan con nuestra libertad; la vigilancia se convierte en la norma en este mundo del nuevo virus. ¿En qué terminará todo este pandemónium? ¿A qué agenda obedecen?
 
A medida que la marea de pánico abruma toda la vida misma, las personas se vuelven ajenas a los hechos, ajenas a la evidencia clara de que han sido y continúan siendo manipuladas, explotadas y controladas. Incluso los observadores más instruidos malinterpretan, niegan o ignoran datos racionales, y adoptan cualquier interpretación enmarañada de estadísticas que les convenga. La estrategia sueca de bares abiertos y una vida cotidiana sin tantas restricciones les resulta aberrante, la manipulación ha calado hasta lo más profundo del hueso. La propaganda ha sido tan efectiva, tan abrumadora, en todas partes, ineludible, que ha robado incluso a las personas "inteligentes" de sus facultades, hasta el punto de que no pueden dejar de obsesionarse y no dejan de hablar sobre el virus chino, repitiendo con entusiasmo: "¡Va a empeorar antes de que mejore!", alentando a que el virus empeore.
 
La experiencia de pandemias anteriores, confirma que el riesgo para las personas mayores con sistemas inmunes debilitados y afecciones preexistentes es real; un hecho comprobado en los números estadísticos. La gran mortandad que la influenza provoca anualmente en el mundo, es muy superior a la provocada por esta nueva epidemia. Sin embargo, los medios continúan anunciando tasas de infección del 80% y otras fantasías hiperbólicas para impulsar el pánico máximo, para justificar nuevas medidas policiales estatales y más sumisión pública. 
 
Una noticia constatable de toda esta psicosis son las cuentas de los daños: cierres draconianos, oficinas cerradas, escuelas, sistemas de transporte, restaurantes, hoteles, tiendas, teatros, salas de conciertos, museos, ferias, eventos deportivos, el turismo en picada mortal, inyecciones astronómicas de dinero por arte de magia a las economías nacionales, en fin, el colapso de nuestra economía y la recesión a la puerta del hogar. Inmersos en esta plataforma de juego a multinivel, los troles nos han jaqueado la partida,
pronto conoceremos sus nombres, casi seguro serán los de siempre.