Mímesis/Clásicos, aventuras.../De 10 en 10

Domingo, 31 de Mayo de 2020 20:57 Editor
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 De 10 en 10, antídoto Covid19: quédate en casa leyendo (parte 3 de 4)     

Pablo del Ángel Vidal                  
Se lanzan aquí otras botellas al mar: invitaciones a la lectura para enfrentar el confinamiento. Toca el turno, de 10 en 10, a sugerencias de novela clásica/histórica, novela de aventuras, crítica literaria y filosofía. El hipotético lector no tiene que llegar a las dos últimas listas, si sus intereses no van por ahí. Sobrevivirá igualmente. 
Por otra parte, hay académicos, investigadores y escritores que quizás se apoyen en la bibliografía citada. Por esa razón se incluyen las referencias ‘pesadas’ –digamos- de crítica literaria y filosofía. Raymond Chandler escribió: “Todo lo que se lee por placer es evasión: sea un texto en griego o un libro de matemáticas”. No todos tienen las mismas evasiones.     
NOVELAS Y EXPERIENCIA: APRENDIZAJE POR CONTAGIO 
Las mejores razones (imaginativas) para leer, son propiedad de la escritora inglesa Virginia Woolf. Aquí está su personaje emblemático, Orlando, descrito como lector furioso: “Su afición por los libros era temprana. De niño, los pajes lo sorprendían leyendo a medianoche. Le quitaban la vela, y criaba luciérnagas que ayudaban a su propósito. Le quitaban las luciérnagas y casi prendió fuego a la casa con una mecha. Para decirlo de una vez, Orlando era un Hidalgo que padecía el amor a la literatura.” Este valeroso infante, discípulo de Alonso Quijano, fue infectado por el virus de la Mancha. Orlando compartía la sensibilidad de su creadora, que escribió ensayos en torno al placer de leer: Una habitación propia, El lector corriente I, El lector corriente II y La narrativa moderna. Volveremos a ella al final de este viaje/invitación.  
El placer por la lectura que seducía a Virginia Woolf, se presenta con máxima intensidad en las novelas históricas. Quiero precisar que, desde mi gusto lector, la lista siguiente no tiene rival frente a las demás ya sugeridas, incluyendo las listas de la próxima entrega. Son magistrales el realismo reflexivo, la complejidad de personajes y dilemas, la descripción de época a través de detalles simbólicos y obsesivos, que plasmaron novelistas franceses y rusos del siglo XIX. Como filón de continuidad estilística, se añaden novelas que -en la época moderna- rivalizan con ese momento literario y social –siglo XIX, Europa- que permitió situar realismo, extrañeza y belleza como experiencia.             
Van las 10 de novela histórica:     
-Ilusiones perdidas, Honore de Balzac (Francia).
-Rojo y negro, Stendhal (Francia).
-La educación sentimental, Gustave Flaubert (Francia)
-Los hermanos Karamázov, Fedor Dostoyevsky (Rusia).
-Guerra y paz, León Tolstoi (Rusia).
-Las almas muertas, Nicolai Gogol (Rusia). 
-La marcha Radetzky, Jospeh Roth (Austria).
-La broma, Milan Kundera (República Checa).
-Opus Nigrum, Marguerite Yourcenar (Francia).
-Arthur y George, Julian Barnes (Inglaterra). 
TRAVESÍAS FUGITIVAS, DEL AMANECER AL ANOCHECER     
Pasamos ahora a la novela de aventuras que, al igual que la novela policial, no tiene la reputación que se merece. Si el lector quiere fascinarse con intrigas palaciegas, misterios inmemoriales y cofres perdidos, viajes delirantes, poder y política con libertad/represión y algo más, entonces llegó a la lista correcta. Lo que quizás queda a deber la novela de aventuras es la hondura en la condición humana: cuesta situar a los personajes por dentro, con sus motivaciones y deseos hirviendo. O quizás, como conjeturaba Emerson, “las personas hierven en temperaturas distintas”, y habrá que comprender eso para valorar los  maravillosos artificios de Alejandro Dumas y Stephen King.     
Van las 10 de novela de aventuras: 
-Los tres mosqueteros, Alejandro Dumas (Francia).
-Waverly, Walter Scott (Escocia).
-Los misterios de París, Eugenie Sue.
-Lord Jim, Joseph Conrad (Polonia).
-La isla del tesoro, Robert Luis Stevenson (Inglaterra).
-Los tigres de Malasia, Emilio Salgari (Italia). 
-Los miserables, Víctor Hugo (Francia).
-Historia de dos ciudades, Charles Dickens (Inglaterra). 
-Una parte del todo, Steve Toltz (Australia).
-La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza (España).
SABUESOS DE LETRA DURA 
“Todo libro debería surgir de una deuda de amor”, es la postura de George Steiner, crítico de literatura comparada que resulta indispensable para hacerse de lecturas. Ha quedado fuera de la lista de teatro la obra Berenice, del francés Racine, que Steiner considera –por estilo conciso, minimalista- más profunda que cualquiera de Shakespeare. La recomiendo ahora, sin vacilar, aunque no he podido juntarme con esa obra. 
La crítica literaria es orientadora y provocadora a un tiempo. Disuelve certezas del lector y muestra caminos poco transitados (autores a descubrir). La inteligencia sensible que se despliega en la crítica, por otra parte, logra que algunos textos resulten tan placenteros como las obras literarias. El buen crítico no es autor frustrado, como reza el cliché: trabaja con nuestra imaginación y la potencializa, aunque Harold Bloom diga –con razón- que “no es posible encender la antorcha de otro”. Eso le toca a cada lector: llevarse la antorcha a los ojos y oídos, para encender cerebro y corazón. Todo comenzó con La Poética de Aristóteles y sus conceptos de mímesis (representación de la realidad) y catarsis (emociones y reflexiones que produce una obra en el lector). El maestro Griego impulsó la actividad de interpretación que no ha perdido fuelle a través de los siglos.   
La crítica literaria es equilibrio en la cuerda floja de la razón y la emoción. Pruebe con alguno de los siguientes 10, donde hay autores que son literatos y críticos de sí mismos (Kundera, Calvino, Eco).
-Lenguaje y silencio, George Steiner (Francia/EEUU).
-Mentira romántica y verdad novelesca, René Girard (Francia).
-El canon occidental, Harold Bloom (EEUU).        
-Mímesis, Eric Auerbach (Alemania).
-La cultura popular en la Edad Media, Mihail Bájtin (Rusia).
-Los testamentos traicionados, Milan Kundera (República Checa).    
-Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino (Italia).
-Sobre literatura, Umberto Eco (Italia).
-Crítica de la crítica, Svetan Todorov (Francia).
-El grado cero de la escritura, Roland Barthes (Francia).   
PENSAMIENTOS COMO UNIVERSOS
“Filosofar es aprender a morir”, escribió Michel de Montaigne, que no era filósofo. La filosofía como examen del mundo natural y reflexión del mundo espiritual (metafísica) siempre ha estado presente en la sociedad occidental. Sus efectos colaterales se notan por doquier, aunque en la época moderna, tan pragmática, el término ‘filósofo’ suena rimbombante y anacrónico. De verdad: cómo necesita filósofos el siglo XXI. Es decir: personalidades que vean más allá de lo inmediato y cuestionen el funcionamiento del mundo con valores humanos, no con entes inhumanos: el mercado, la bolsa de valores, la certificación económica.
La filosofía propone elementos teóricos que deben comprobarse. Como quería Kurt Lewin: “No hay nada más práctico que una buena teoría”. Urge la comprensión del siglo XXI y los nuevos escenarios humanos. De ahí que la actividad filosófica (en términos básico: percibir, analizar y proponer con orden) resulte una profesión que en el terreno académico es urgente. Nos alejamos de la filosofía bien entendida, cuando recurrimos a una especialización que trabaja sobre las partes sin advertir el todo. 
He tratado, por último, de evitar ladrillos venerables (con excepción de Platón, que anticipó casi todo en sus diálogos socráticos), para centrarme en textos que pudieran atrapar la atención de lectores voluntariosos. Por ello hay textos heterodoxos (Feyerabend –anarquista metodológico- y Gombrowicz, novelista polaco que escribió un peculiar periplo filosófico desde su exilio en Argentina). 
Van los 10 de filosofía, y agarre aire el lector.
-Diálogos, Platón (Grecia).
-Lógica del sentido, Gilles Deleuze (Francia).
-El imperio de lo efímero: la moda en occidente, Gilles Lipovetsky (Francia).
-Los límites de la interpretación, Umberto Eco (Italia).
-Tratado contra el método, Paul Feyerabend (Austria).
-Curso de filosofía en seis horas y cuarto, Witold Gombrowicz (Polonia).
-La filosofía y el espejo de la naturaleza, Richard Rorty (EEUU).
-Crítica de la razón cínica, Peter Sloterdijk (Alemania).
-Las estrategias fatales, Jean Baudrillard (Francia).
-Homo ludens, Johan Huizinga (Holanda).         
En la cuarta y última entrega, de 10 en 10 tendrá sugerencias de Periodismo, Deportes, un casillero inclasificable y otro de novelas de amor, que finalmente no podían faltar. Me había olvidado de ellas. 
Mientras tanto, insisto: quédese en casa. Lea, disfrute de mariposas como ideas y añada sabor y experiencia (indirecta) a su vida.