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*A sus 92 años, el tricolor tiene una intención del voto de 10%

*Los comicios de 2021 determinantes para el antiguo partido

*En Tabasco, lo que gane es bueno; sus cuentas a la baja

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

UN LUGAR común es decir que alguien llega a su cumpleaños en el mejor momento de su vida…o en el peor.  Me parece que en el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ayer conmemoró el aniversario 92 de su fundación, en realidad nunca había estado en tal incertidumbre como la de ahora. Ni siquiera en los días de la primera derrota del 2000 o la ocurrida en 2006 cuando se fue al tercer sitio de la votación nacional.

 

Ha sido un “partido camaleón” sostienen diversos politólogos, en referencia a la manera en que fue adaptándose exteriormente al diversas circunstancias. Pero no tuvo cambios de fondo para responder a las nuevas exigencias. También se le conoce como una organización que pretendió ser única, en un esquema corporativo con espacio para todo el espectro social, económico y político. Un partido total.

Lo llamó el poeta y ensayista Octavio Paz como “un ogro filantrópico”, por autoritario y dadivoso; la “dictadura perfecta”, caracterizó Mario Vargas Llosa; una “dictablanda”, fue la calificación de Paul Gillinghan y Benjamin T. Smith. En el Partido Nacional Revolucionario (PNR, 1929), Partido de la Revolución Mexicana (PRM, 1938) y PRI (1946) cabían todos…o tenían que entrar. Una consigna silenciosa pero aplicable: dentro del partido todo, fuera del partido nada.

Hasta que la terca realidad se impuso.

 

EL FUTURO FUE AYER

HACE dos años, cuando el tricolor cumplió 90 años, Claudia Ruiz Massieu, quien presidía a esa organización que en 2012 había regresado al poder pero lo perdió estrepitosamente en el 2018, sostuvo que ese partido se renovaba y proyectaba al futuro. Ese horizonte aparece actualmente con nubarrones, con un PRI en la oposición que de tan disperso el propio instituto tricolor y sus pares fuera del poder han tenido que construir un bloque. Casi cumpliendo la profecía de López Obrador: el Bloque Opositor Amplio (BOA), con el PAN y PRD…pero a medias porque no lograron concretar acuerdos en los comicios locales de varios estados.

Es el caso de Tabasco, donde el PRI mantiene la alianza federal con el PAN y el PRD, llegó en tales condiciones que sólo le correspondió una de las seis candidaturas a las diputaciones federales; además la cedió a Odilia Gloria Medina, en el Distrito Uno, quien es representante de la polémica organización Antorcha Campesina. Ninguno de los viejos “sectores” del tricolor logró imponerse. Ahí, en esa demarcación que abarca los municipios de Macuspana, Jonuta, Emiliano Zapata, Tenosique y Balancán, la coalición de Morena postuló a Marcos Rosendo Medina, ex secretario de Gobierno.

En la coalición “Va por México” los otros cuatro distritos son para abanderados del PRD y uno más para el PAN. Sin embargo, a nivel estatal –para alcaldías y diputaciones locales-, el tricolor sólo acordó con los panistas, porque los planes de la dirigencia nacional eran otros. Alejandro Moreno, presidente del CEN de ese instituto, tiene la mira puesta en Campeche, donde habrá elecciones para gobernador este año. Parece importarle sólo su futuro personal.

El PRD –la primera fuerza opositora en Tabasco según los resultados del 2018- tendrá sus propios candidatos. El votante entonces tendrá que distinguir entre la alianza federal y la no alianza estatal. 

En la entidad, el PRI no tiene el gobierno de una sola alcaldía. En 2012, a pesar de su primera derrota oficial en la lucha por la gubernatura, el tricolor pudo obtener siete alcaldías coaligado con PVEM y Panal. En 2015, cuando su tradicional aliado verde jugó sus cartas, el PRI apenas consiguió cuatro de los 17  gobiernos municipales. Fue el anuncio de una derrota que se concretó tres años después.

En estas circunstancias, con respecto a Tabasco, lo que gane es bueno para el PRI. 

 

AL MAL TIEMPO…

 

PÚBLICAMENTE el priismo es optimista, tiene que serlo. Pero su alianza con dos antiguos adversarios refleja lo que está ocurriendo en su interior. Las discusiones entre dirigentes y militantes reconocen las dificultades para articular un discurso y una propuesta atractiva para los electores. Ya no existe, por lo menos no lo suficiente, el llamado “voto duro”.

Más allá de las palabras están los datos. En el año 2000, a nivel nacional, el PRI obtuvo poco más del 36 por ciento de los votos, muy lejos del casi 49 por ciento de 1994; en 2006 pasó al tercer sitio con 22 por ciento de los sufragios, aunque logró una notable recuperación en 2012 para registrar un 32.6 por ciento en las legislativas. La presunción fue que regresaba para quedarse e hizo como si México no hubiera cambiado. Tarde se dieron cuenta sus promotores y trataron de contrarrestar la fuerza de López Obrador y el hartazgo de la población con una candidatura presidencial externa, junto a dos aliados imprevisibles (PVEM y Panal). 

Lo que sucedió ha tratado de ser explicado de las más diversas maneras, pero existe un hecho irrefutable: el viejo sistema de partidos en el que predominaron PRI y PAN voló en pedazos. Y en pedazos está una oposición que no logra reconstruirse mientras la coalición en el poder no termina por convertirse en partido…aunque todo indica que tampoco es el objetivo de AMLO, porque el poder está en otra parte y no en los partidos. Por ahora.

AL MARGEN

TABASCO entra en una nueva etapa para la vacunación contra COVID-19. Tocará a los adultos mayores en la zona urbana del municipio de Centro, confirmó el gobernador Adán Augusto López; como fase previa se inscribió la población interesada para garantizar orden y eficacia en el proceso. Hay que cuidar que todo marche organizadamente. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )