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Home Escala Crítica Tabasco, la cuestión indígena, clave en Centro; una prueba para aspirantes al gobierno

Tabasco, la cuestión indígena, clave en Centro; una prueba para aspirantes al gobierno

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Yolanda Osuna estuvo ayer en Tamulté de las Sabanas 
*Una compleja relación de pueblos originarios con el poder
*La lección de José Mujica: retirarse a tiempo y con dignidad
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA VISITA de proselitismo realizada ayer en Tamulté de las Sabanas por la candidata de Morena a la alcaldía de Centro, Yolanda Osuna Huerta, tiene un significado especial para la coalición en el poder. No debemos ignorar que el movimiento de Andrés Manuel López Obrador inició en las zonas indígenas del estado. Sobre todo en Nacajuca y Centro, luego se arraigó en la región de la Chontalpa, sobre todo donde participaban las comunidades eclesiales de base, vinculadas a la denominada iglesia popular latinoamericana.
En aquel tiempo, finales de los setenta, lo que sería el movimiento lopezobradorista surgió como una expresión del ala democrática del PRI, partido del que López Obrador fue dirigente estatal por breve tiempo. Aunque tenía como antecedente la prédica del poeta Carlos Pellicer, quien llegó a ser senador por el tricolor, y quien impulsó a AMLO para ser designado coordinador del Instituto Nacional Indigenista en Nacajuca.
El tiempo ha demostrado la certeza de aquella expresión de Pellicer: “no con toda la miel del mundo se podrá endulzar la el corazón de los indígenas”. Mucho por hacer y deshacer.
 
DESARROLLO COMUNITARIO
 
AQUELLA labor iniciada con Leandro Rovirosa en el gobierno, tuvo luego una expresión extendida a todo el estado durante la administración de Enrique González Pedrero y de la escritora Julieta Campos. El énfasis en el desarrollo comunitario fue puesto en las comunidades originarias y en las zonas rurales. No es un secreto que todo aquel esfuerzo se desactivó a la salida de EGP; para entonces ya AMLO había marchado a la Ciudad de México de donde volvió en el segundo semestre de 1988 para ser candidato del Frente Democrático Nacional.
La batuta del movimiento lopezobradorista fue tomada en 1989 por el naciente Partido de la Revolución Democrática (PRD) que tuvo sus bases en el campesinado y en los grupos indígenas, así como en las localidades afectadas por el fallido auge petrolero. A partir de 1989 –con la llegada de Salvador Neme al gobierno-, la relación de las autoridades estatales y municipales con las comunidades autóctonas se deterioró, osciló entre indiferencia y la confrontación. 
En 2018, ya con Morena como expresión de movimiento lopezobradorista, el compromiso expreso de los gobiernos federal, estatal y municipales fue con los indígenas; me parece que ha faltado pasar del discurso a una política integral y de ahí que exista una inocultable tensión con estas comunidades.
Es muy pronto para estimar cómo será en los próximos años este complejo vínculo de la población indígena y rural de Centro, pero el recibimiento que tuvo ayer Yolanda Osuna fue cordial, un indicador importante debido a la ya mencionada tensión prevaleciente. En la jornada estuvo acompañada del aspirante a la diputación por ese distrito el ex procurador Jaime Lastra. 
Será interesante el recibimiento que tengan ahí otros dos candidatos que ya fueron gobernadores: Manuel Andrade por el PRD, este partido antes identificado con la causa chontal, y Andrés Granier por el PRI.  Son conocidos en la zona; como lo es también el médico Feliciano Wong, ahora en el PVEM, aunque este por razones de su profesión. 
 
DEMOCRACIA CONFINADA
 
ESTAMOS ante unas campañas electorales atípicas. Muchas son las razones, pero en especial dos: la aplicación de una serie de normas altamente restrictivas y una circunstancia sanitaria que obliga a la sana distancia y a la menor movilidad posible. Se asoma el predominio de las herramientas tecnológicas y de mercadotecnia: el uso de los mensajes virtuales y las encuestas se pretende que sustituyan a las verdaderas redes sociales, a las relaciones cara a cara. 
Quizá la política podría decir lo que el 20 de octubre del año pasado dijo José Mujica, entonces senador y ex presidente de Uruguay: “me ha echado la pandemia”. El COVID-19 lo expulsó de la actividad pública democrática.
Sostuvo el ex guerrillero y uno de los políticos más apreciados en el mundo: “Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida”. Agregó: “Sinceramente me voy porque me está echando la pandemia, ser senador significa hablar con gente y andar por todos lados, el partido no se juega en los despachos”.
Mujica tiene 85 años. Explicó que por una enfermedad autoinmune aun cuando exista la vacuna no se la puede aplicar. Pero también señaló que lo hacía en función de su edad, “con mucho pesar por mi honda vocación política…”
De uno de los dirigentes históricos del izquierdista Frente Amplio (FA) se puede decir sin temor a equivocarse que es un hombre de vocación política y compromiso social; de innegable popularidad y reconocimiento internacional. José Mujica deja una enorme lección: no permanecer en la política por ambición.
Volvamos a lo señalado líneas arriba: la pandemia modificó nuestra “normalidad”. Los políticos –los verdaderos políticos- deberán utilizar su inteligencia para que no se termine de borrar ese frágil espacio de la participación democrática y democratizadora. No parece que este sea el tiempo, nos falta mucho por aprender porque todavía no salimos de la emergencia sanitaria.
Las autoridades electorales y las de Salud dictaron protocolos para que estas campañas se realicen con el menor riesgo posible para las personas. Pero también deberán transcurrir con el menor riesgo posible para la democracia que es, después de todo, participación. ¿A quién le beneficia una sociedad desmovilizada? 
AL MARGEN
LA CONFERENCIA virtual de AMLO con Joe Biden y otros mandatarios será una prueba importante para las propuestas del presidente mexicano. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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