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Home Escala Crítica Lula Da Silva y el petróleo en aguas profundas; del auge a la caída: ataques y errores

Lula Da Silva y el petróleo en aguas profundas; del auge a la caída: ataques y errores

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 Escala Crítica/Presente, Avance, Horay20noticias, Ventanasur

 
*Petrobras, una empresa en el centro de la lucha por el poder
*La campaña contra la izquierda moderada; una derecha radical
*Lecciones: la corta primavera contra el saqueo de recursos
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
Luis Inacio Lula Da Silva (mejor conocido como Lula), visitó México la semana pasada. Ha sido, como le comenté en mi anterior colaboración, un invitado frecuente a nuestro país desde que obtuvo el triunfo en la Presidencia de Brasil. Acudió con Vicente Fox y Felipe Calderón (PAN), con Enrique Peña (PRI) y ahora con Andrés Manuel López Obrador (Morena). Los tres primeros pretendieron adaptar el Modelo Lula de combate a la pobreza. Con AMLO existen más coincidencias, y por lo mismo es necesario no ignorar el proceso que vivió el ex obrero metalúrgico.
En 2018, durante la campaña electoral del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, el cineasta Andrés Salari realizó un documental sobre cómo los grandes consorcios de comunicación, el poder judicial y agentes estadounidenses operaron para cambiar la percepción pública respecto Lula Da Silva, construyendo el escenario para llevarlo a prisión por supuesta corrupción, sin pruebas en su contra. “El odio”, es la videograbación que puede usted encontrar en internet en el sitio Emergentes.
Recordemos que durante la campaña presidencial en nuestro país en 2006, el lema de Felipe Calderón fue que su adversario López Obrador era “Un peligro para México”. Se trató de alimentar el miedo.
Hoy quisiera detenerme en otro aspecto que nos permite observar un aspecto de la crisis no sólo del Brasil de Lula, sino de otros gobiernos que se postularon de izquierda en América Latina: Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y hasta Hugo Chávez en Venezuela. No es, por supuesto, el factor único, pero pudo ser determinante en la crisis como lo explica Andy Robinson (“Oro, petróleo y aguacates”, Arpa-Alfil editores 2020), y del que ya mencioné en otra colaboración su crítica al extractivismo.
 
EL SUEÑO DEL GIGANTE
 
DICE Robinson, que durante el régimen de Lula Da Silva el gigante Petrobras (equivalente al Pemex) “empezaba a cumplir el sueño del icónico presidente desarrollista Getúlio Vargas, creador de la petrolera estatal en 1953, un año antes de suicidarse en circunstancias nunca esclarecidas del todo. Vargas deseaba que Petrobras fuese el paradigma de la integración vertical, una petrolera del “poco a posto” (del pozo de exploración al puesto de gasolina)”.
Cuenta su diálogo con Sergio Gabrielli, exitoso profesionista y político que fue Presidente de Petrobras de 2005 al 2012 y a quien le tocó el espectacular auge de la petrolera con la explotación en aguas profundas (4 mil metros bajo el nivel del mar). En 2010 –dice Robinson- “la empresa se extendía desde el pozo del crudo presal en alta mar” hasta los “millones de surtidores de gasolina con el inconfundible logotipo verde de Petrobras, desde la megalópolis de Sao Paulo hasta los pueblos más remotos de la Amazonia”.
Prosigue: “Se había iniciado la construcción de dos nuevas refinerías, una en Río de Janeiro y otra en la costa del nordeste. Grandes oleoductos y gasoductos serpenteaban a lo largo y ancho del enorme país. Incluso se había empezado a invertir en renovables, en biocombustibles (la mayoría de coches brasileños repostaba con una mezcla de gasolina y etanol) y también en fertilizantes para ayudar a la otra pata de la economía brasileña de las materias primas: el agronegocio”. 
 
UNA CORTA PRIMAVERA
 
TODO parecía favorecer al proyecto de Lula Da Silva: una empresa que creaba empleos, impulsaba la industrialización y era un respaldo determinante para los programas sociales en un país de más de 212 millones de habitantes y con un alto contraste entre la población en extrema pobreza y la concentración de la riqueza, marcado además por el racismo contra la población negra.
Vivía Brasil en 2010 un momento luminoso con una empresa, Petrobras, que era “la locomotora estatal de la nueva heterodoxia económica de la izquierda latinoamericana”, señala Robinson. Refiere: “Damos preferencia a empresas de tecnología brasileña para evitar el problema del mal holandés”, me explicó Gabrielli, que veía el futuro con optimismo y seguridad”. El “mal holandés” se refiere a las grandes entradas de divisas por un solo producto y que terminan perjudicando a exportaciones no petrolera. Y también poniendo en el centro al extractivismo y no a la diversificación de la economía. 
Se hablaba de un crecimiento promedio anual para la economía del 4 % hasta el 2020. Además –cuenta el periodista británico que su interlocutor “describió un círculo virtuoso en el cual Petrobras, centrada en suministrar energía al mercado brasileño, en lugar de exportar el crudo; satisfaría una demanda interna que seguiría creciendo gracias a los programas antipobreza, el crédito subvencionado y las subidas del salario mínimo legisladas por los Gobiernos de Lula”.
El modelo de globalización neoliberal parecía estar retirada. Tiempos en que se hablaba de la “marea roja” en el continente. La respuesta de la reacción llegó con la destitución de Dilma Roussef,  Lula en la cárcel, Bolsonaro desmantelando Petrobras y…una historia que puede dar un vuelco en octubre próximo. Aunque la mano invisible (y visible) de las corporaciones buscará dar un nuevo zarpazo. 
AL MARGEN
NO SE PUEDE ni se debe ignorar más el reclamo de las mujeres en todos los aspectos, especialmente contra la violencia. Es la oportunidad histórica del cambio. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
Última actualización el Domingo, 13 de Marzo de 2022 23:33  

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