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Home Escala Crítica DESMANTELAR EL “ANTIGUO RÉGIMEN”, CUENTA REGRESIVA

DESMANTELAR EL “ANTIGUO RÉGIMEN”, CUENTA REGRESIVA

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Escala Crítica/Columna diaria
*Compleja labor de reformar el sistema de Tabasco
*Larga pausa entre victoria electoral y el gobierno
*Viejas estructuras, anquilosadas conductas, intereses

Víctor M. Sámano Labastida

EL OCHO de julio recibió su constancia de gobernador electo Arturo Núñez. Tuvieron que pasar casi dos meses después de las votaciones para que Enrique Peña Nieto obtuviera la declaratoria de presidente electo. El tabasqueño tuvo que esperar seis meses para asumir el gobierno formalmente; para que el nuevo Jefe del Ejecutivo federal comenzara a ejercer su mandato pasaron cinco meses. Hemos comentado aquí sobre el denominado “interregno”, o el tiempo que transcurre entre la elección y el relevo formal. Hay naciones en las que entre la jornada electoral y el cambio de gobierno apenas transcurren de 10 a 15 días.

Mucho se discute sobre si debe acortarse el calendario o si quienes ganaron las elecciones aprovechan el tiempo para armar equipos, ajustar pactos, afinar proyectos. El tiempo transcurre de manera distinta, o por lo menos así se aprecia, según el sitio que se ocupe en este proceso. Así, por ejemplo, quienes tenían que dejar el poder veían transcurrir con rapidez su cita con la incertidumbre del posible desempleo (aunque por lo general la política mexicana es muy generosa: casi siempre hay lugar para todos).
Quienes esperaban asumir nuevas responsabilidades o simplemente obtener un nombramiento desesperaban por la lentitud con la que, estimaban, transcurría el tiempo.
Llegó el nuevo gobierno encabezado por Arturo Núñez. Se fue el de Andrés Granier. Escuchamos balances de lo que fue, no pocas veces indignantes y vergonzantes; pero también entramos en el tiempo de lo que es.
A invitación de Jesús y Emmanuel Sibilla leí una reflexión en la sección “Por la Libre” del programa Tele-reportaje. Comparto con usted mi participación que fue difundida ayer en la XEVX y a la cual sólo le agrego algunos detalles propios de un texto para ser leído.   

POR LA LIBRE

Mucho se ha insistido en que Tabasco ingresó al grupo de estados que por fin viven la alternancia del gobierno de un partido por otro.
Es una experiencia que ya vivieron más de veinte estados desde que en 1989 el Partido Acción Nacional ganó la gubernatura de Baja California.
Tuvieron que pasar 23 años de aquel primer triunfo opositor a nivel estatal para que en Tabasco finalmente se reconociera la victoria de una coalición encabezada por el Partido de la Revolución Democrática.
Transcurrieron ya más de seis meses desde que el PRI fue derrotado en Tabasco y de que Arturo Núñez ganó las elecciones.
Para la gente común, para el ciudadano común, el mandato para Núñez comenzó desde julio pasado, aunque en estricto sentido legal y formal no es así. Pero la percepción pública no va al mismo tiempo que la realidad y corresponde también al tamaño de las expectativas generadas o productos de los propios intereses y necesidades.
Dijo hace unos días el licenciado Arturo Núñez que ganar el gobierno no es ganar el poder. Este columnista añadiría que ganar las elecciones no es ganar el gobierno, sino es apenas un paso, quizá el más importante en una democracia para construir el gobierno.
Pero también ganar las elecciones es una de las etapas para ganar el poder. De la misma forma que el cúmulo de votos es un reflejo del poder que se ha ido construyendo.
Dijo Núñez Jiménez que hay estructuras, grupos, intereses que han penetrado al poder y al gobierno. Desmantelar o darle otro sentido a estas redes no es tarea fácil.

¿GENERACIÓN ESPONTÁNEA?

PERMÍTAME recordar que en el año 2000, gracias a un importante movimiento de izquierda –el encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, pero heredero de largas luchas sociales-, el PAN ganó las elecciones presidenciales. El partido fundado por Gómez Morín había hecho su parte, como en su momento lo hicieron los heroicos sindicalistas y militantes de la izquierda socialista y comunista.
En el inicio de este siglo el PRI perdió las votaciones para la Presidencia pero no perdió el poder. Aún más, durante los doce años que gobernó el PAN, los priístas tuvieron es sus manos los gobiernos de por lo menos la mitad de los estados de la República. Aunque contaron con menos diputados y senadores, nunca perdieron totalmente el control de las decisiones más importantes. Sin ignorar que siendo un partido que surgió en el poder, el PRI (PRM-PNR) es una amalgama de intereses fuertemente arraigados.
Sólo los pleitos y las ambiciones internas, así como el reacomodo de grupos, por supuesto que la creciente competencia y la presencia de un liderazgo como el de Andrés Manuel López Obrador, hicieron que el PRI fuera mandado al tercer sitio en las elecciones presidenciales con Roberto Madrazo como candidato.
También pudimos ver cómo el PAN ganó la Presidencia de la República, pero prácticamente perdió al partido. Sus dirigentes deberán reconstruirlo a partir de una reducida base del 20 por ciento de su padrón de militantes y en medio de disputas domésticas.  
Hubo alternancia en otros estados y en la Presidencia, mientras en Tabasco el PRI siguió ganando elecciones, pero fue perdiendo parte de su poder. El resultado de ese largo proceso lo vivimos en julio del año pasado. Derrotado en las votaciones estatales, el tricolor ganó las elecciones nacionales.
Arturo Núñez encabezó una coalición triunfante. No fue producto de generación espontánea. Tampoco fue sólo una coalición de partidos y fuerzas políticas públicas en torno a un candidato que reunía importantes cualidades.
Fue también una coalición a la cual contribuyeron intereses inmediatos, votos de castigo, inconformidades partidistas. También representó una gran corriente que votó por él en lo personal y también en contra de quienes estaban en el gobierno.
La mayoría votó por el cambio, pero hubo quienes votaron solamente en búsqueda de su propio interés, o por haber sido desplazados de su propio partido. Ya se acomodarían más adelante.
Tiene razón Arturo Núñez al señalar que ganar las elecciones no es ganar el poder. Obtener el triunfo electoral y que le fuera reconocido le llevó a la oposición más de 20 años. Si contamos desde el momento en fue fundado el Frente Democrático en Tabasco son 24 años. Si nos remontamos a la historia de los movimientos sociales, son mucho más.
Obtener el triunfo electoral le llevó a la oposición más de dos décadas. Para construir una alternativa desde gobierno el calendario es mucho muy corto, son sólo seis años. Y van corriendo.
Aunque también hay que recordar que el tiempo es mucho o poco según se le utiliza.
Quizá habría que recordar aquí la frase de M. Eschenbach: “Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo”. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )


 

 

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