Escala Crítica/Columna diaria
*Robo de documentos, destrucción de evidencias, bloqueo
*Núñez entre reclamos legítimos y presiones interesadas
*Nuevo padrón de militantes, riesgosa apuesta de partidos
Víctor M. Sámano Labastida
NO FUERON los 3 mil millones de pesos como dijo Andrés Granier en su sexto informe, ni los siete mil millones que calcularon los diputados del PRI en la anterior Legislatura; la deuda documentada hasta ahora es de 17 mil 737 millones de pesos. Así lo informó el gobernador Arturo Núñez en un primer balance público de cómo le dejaron la administración. Esa deuda equivale a la mitad del presupuesto de 2013. La contralora Patricia Jiménez presentó las primeras denuncias por desvío de recursos y otras irregularidades.
De lo dicho por el gobernador surgido de la coalición del Movimiento Progresista nos explicamos por qué pasaron más de siete semanas desde la toma de posesión para tener un acercamiento real de cómo fue recibida la administración. Hubo –dijo Núñez- robo de documentos oficiales y manipulación de sistemas informáticos. La famosa “entrega-recepción” fue todo menos una muestra de disposición para colaborar.
Cierto que varias de las situaciones detalladas por Núñez eran conocidas de manera fragmentaria en declaraciones de funcionarios públicos y versiones periodísticas. Pero no se tenía un balance oficial.
Es un primer acercamiento. En un proceso tan desaseado y descuidado como el que dio cuenta el gobernador, cualquier balance es una aproximación. Sin embargo, necesario.
Hemos escuchado voces auténticas que reclaman una mayor claridad y nombres de los responsables de un probable saqueo, de corrupción, negligencia; pero también hay otras voces que son en realidad mecanismos de presión para un gobierno de alternancia. Pretenden evidenciar que no hay cambio. Que todo siga igual aunque esté mal es la apuesta.
Sería ingenuo que el relevo de un partido por otro en el gobierno transcurra sin sobresaltos. Son más de ocho décadas. Los intereses por desmantelar están profundamente arraigados; tanto que los vicios aparecen como virtudes y a la inversa. Hay un trastorno de valores.
Dijo Núñez, hubo tal desorden –y podríamos que deducir por lo que ayer se reveló que un abierto sabotaje- que ni siquiera los manuales de organización fueron entregados al nuevo gobierno. Quienes así actuaron, seguramente acatando instrucciones, no sólo provocaban con eso un daño a quienes los relevaban sino la parálisis en la administración y por lo tanto en obras y servicios. El golpe afecta a la población sin importar partidos o condición social.
Nombres, reclama eso que denominamos “opinión pública”. Se cuidó Núñez de dar elementos que pudieran viciar el “debido proceso”. Sin embargo dijo que las irregularidades detectadas “no pudieron haber sido cometidas sin el conocimiento de quien estuvo al mando del Poder Ejecutivo en el anterior periodo de Gobierno”. Hay además una verdad obvia: el gobernador –quien sea- es corresponsable del desempeño de sus colaboradores.
EMPADRONADOS
DESAPARECERÁ el “padrón histórico” del PRD que en Tabasco era de 255 mil afiliados. Según cálculos del dirigente estatal solaztequista Roberto Romero su meta en la entidad es llegar a 300 mil “o por lo menos recuperar” el número de inscritos hasta antes de la renovación de la membresía. Cuando se reabrió la inscripción al PRD, Romero del Valle adelantó que sólo se negaría el registro a quienes hubiesen atentado contra algún integrante del solaztequismo.
En Tabasco se prevé que haya un “reparto” de militantes entre el PRD y Morena, este último partido cuyo registro busca Andrés Manuel López Obrador. En 1989 el ex candidato presidencial también participó en la creación del PRD junto a disidentes del PRI, activistas sociales y militantes de pequeños partidos de izquierda.
En enero pasado, el dirigente perredista Jesús Zambrano aseguró que ese partido tenía un millón 800 mil afiliados y pretendían inscribir a un millón más. Por supuesto las cifras estarán sujetas a la validación del IFE. Dijo entonces que el PRD no es un partido en crisis porque en julio de 2012 “obtuvo una votación, en coalición con otras fuerzas de izquierda, de 16 millones de votos, (…) “ganó estados como Tabasco y Morelos y refrendó su fuerza mayoritaria en Guerrero y Oaxaca”. Y el Distrito Federal.
Sin embargo, como le comentaba en anteriores entregas, esa fuerza electoral habría que matizarla con el efecto de la candidatura de López Obrador. Una lectura correcta de los números propiamente perredistas se tendrá que hacer con los promedios de votación en las elecciones nacionales intermedias y con sus registros estatales.
Tan sólo para tomar como referencia lo sucedido en las intermedias nacionales, cuando ni Cuauhtémoc Cárdenas ni López Obrador fueron candidatos, observamos que en 2003 el PRD logró el 16.61 por ciento de los votos (en el 2000 había obtenido 16.64 por ciento con CCS) y en el 2009 menos del 15 por ciento (aunque en 2006 había subido con AMLO a un 35.33 por ciento y en el 2012 volvió a colocarse, otra vez con AMLO en un 31.59 por ciento).
Si la meta de Zambrano en el PRD es llegar a los dos millones 800 mil afiliados, el objetivo de López Obrador con el Morena es conseguir tres millones de inscritos antes de que finalice este año.
AL MARGEN
UNA DE LAS diferencias insalvables entre López Obrador y la dirigencia del PRD son las alianzas del grupo de Ortega y Zambrano con Acción Nacional. Provocó una confrontación en 2010 y 2011. Ahora sin López Obrador los orteguistas van en serio por otra tanda de alianzas como las que derrotaron al PRI en Oaxaca, Sinaloa y Puebla aunque no necesariamente –por lo menos en los dos últimos estados- hicieron ganar a la izquierda.
Los obstáculos a las alianzas PAN-PRD no sólo están en el lopezobradorismo. Actualmente en Veracruz el Tribunal Electoral estatal anuló el convenio firmado por los dirigentes del PAN y PRD para julio próximo cuando en ese estado se votará por 212 alcaldes y por diputados locales. (
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