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Home Escala Crítica ELECCIONES INTERMEDIAS Y NUEVA NORMATIVIDAD: RETOS INÉDITOS

ELECCIONES INTERMEDIAS Y NUEVA NORMATIVIDAD: RETOS INÉDITOS

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 *Viejos escenarios, prácticas viciadas, votante remiso

 
Víctor M. Sámano Labastida
               
A la vuelta de la esquina, las elecciones federales intermedias del 2015 plantean retos inéditos a los partidos políticos con registro. El nuevo terreno de juego se advierte sin demora en el párrafo inicial de la página Web del Instituto Nacional Electoral (INE), continuador del extinto IFE: 
“El pasado 10 de febrero de 2014, fue publicada la reforma electoral en el Diario Oficial de la Federación. Esta reforma prevé la posibilidad de un gobierno de coalición; la trasformación de la Procuraduría General de la República en la Fiscalía General de la República; la reelección de Senadores y Diputados del Congreso de la Unión, quienes podrán ser reelectos hasta por dos y cuatro periodos consecutivos, respectivamente;
la reelección de legisladores locales y de integrantes de Ayuntamientos; el aumento de 2 a 3% como porcentaje mínimo requerido de la votación nacional emitida para que los partidos políticos conserven su registro; todo partido político que alcance por lo menos 3% del total de la votación válida emitida tendrá derecho a que le sean atribuidos diputados plurinominales; los partidos políticos deberán garantizar la paridad entre géneros en candidaturas a legisladores federales y locales”.
 
MUCHO TRABAJO, POCO TIEMPO
   
De tal panorama jurídico electoral que entra en vigor, los retos nuevos son: gobierno de coalición, reelección en cargos públicos, cambio en el porcentaje mínimo de votación nacional y paridad entre géneros a la hora de asignar candidaturas. Veamos, una a una, estas cuatro cuestiones. 
Será interesante ver cómo se moverán los tres partidos mayoritarios (PRI, PAN, PRD) a la hora de posibles coaliciones de gobierno. En campañas electorales entran en colisión sin remedio: son moneda corriente la confrontación, descalificaciones y ataques entre candidatos. La experiencia de alianzas políticas estatales (Oaxaca, Sonora, Nayarit, Puebla, Coahuila, Nuevo León) arroja resultados dispares en términos de éxito en las urnas, lo que no marca tendencia. Aunque ahora no es sólo aliarse para ganar una elección, sino para integrar una coalición en el momento de gobernar. PRD y PAN (agua y aceite en términos ideológicos) con las alianzas intentaron catapultar liderazgos regionales (pasó en Oaxaca) antes que meramente partidistas, mientras que el PRI se ha movido con su fiel escudero verde (PVEM) y quizás, ganador del 2012 presidencial, se sienta cómodo en esa ruta. No se observa en el horizonte del 2015 la posibilidad de coaliciones que ya la reforma electoral permite.         
La reelección entre legisladores e integrantes de ayuntamientos (alcaldes, síndicos, regidores) parece más viable y pudiera presentarse con frecuencia, a contracorriente de un famoso grafitti argentino: “Haga trabajar a su diputado: no lo reelija”. De hecho, una investigación del Colegio de México (2010: “Cargos populares y trayectoria política”) muestra lo que ya comentamos aquí como “reelección disfrazada”. Nombres que siempre en las listas plurinominales de los partidos, políticos que brincan de Distrito en Distrito, de Entidad a Entidad. Nada en beneficio ciudadano. Una cuestión se presenta como positiva: la reelección explícita exigirá que los aspirantes trabajen a las claras un nuevo rol de ética política, con méritos y deméritos en la opinión pública, cuidando las contradicciones del dicho al hecho, y con la necesidad política de rendir cuentas a una mayoría silenciosa que ahora quizás no lo sea tanto.
NADA MÁS PARA SUBSISTIR        
En cuanto al porcentaje mínimo de votación nacional, que pasó de 2 a 3%, aunque es un aumento que no preocupa numéricamente a los tres partidos mayoritarios, en  los de menor calado surgen dudas para conservar el registro. Las preocupaciones de sobrevivencia, además, pueden presentarse por otro factor: no es lo mismo una elección intermedia que la presidencial a la hora de captar votos (volveremos a este punto). Así pues, los 600 mil votos que representan un punto porcentual a nivel nacional, son una carga adicional para partidos sin estructura y (casi siempre) dependientes de alianzas para elevar sus números. Veremos, por otra parte, al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) de López Obrador, que ha cumplido los requisitos para su registro en firmas y afiliaciones ciudadanas, pero que se estrenará en las urnas en tiempos convulsos para la izquierda mexicana, con Iguala, Guerrero en las primeras planas. No parece un reto insuperable, pero el punto porcentual de aumento (esos 600 mil votos) puede ser una manzana envenenada para los llamados partidos ‘satélites’ en su afán de permanecer en la arena política.     
La paridad de género al asignar candidaturas es sin duda la novedad más significativa en la reforma electoral aprobada. Ciertamente, es precaria la representación actual de la mujer mexicana en cargos de elección popular: uno de cada 17 lo ocupa una mujer (estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM Xochimilco 2013: género y representación política). Pero no es automática la eficiencia legislativa con la equidad de género. “En detrimento mutuo de hombres y mujeres, la inteligencia política no es cuestión de género, sino de ardua preparación y contacto con la realidad social”, enfatiza el estudio citado. Este logro de la democracia y los derechos políticos, otorgado con ánimo de racionalidad y justicia estadística, no se ha convertido en motor de la democracia en países que han buscado la equidad representativa de género desde una base legal. Noruega, Holanda, Suecia y Dinamarca en Europa; Costa Rica, Chile y  Uruguay en América, han implementado leyes similares a la normativa mexicana y han tenido resultados poco significativos (estudio de la UNESCO 2012: geopolítica, gobierno y género), porque los parlamentos no experimentan cambios cualitativos de debate, contexto y preparación. Es un asunto de mediano y largo plazo para ver resultados. De cualquier modo, este dilema social se ha enfocado desde un ángulo democrático para equilibrar la representación popular entre hombres y mujeres, pero deja intactos los temas de la preparación, competencias y habilidades que se requieren para cargos legislativos.
¿Y los viejos escenarios del 2015 electoral? Básicamente son 3: el abstencionismo por indiferencia, el abstencionismo por extrema pobreza y la desconfianza ciudadana hacia la clase política. Además, las elecciones intermedias se caracterizan por una participación que disminuye de 15 a 20% con relación a las elecciones presidenciales. La mitad del sexenio, zona gris de la política, no atrae multitudes a las urnas. Ni el marketing político puede lucirse. Se trata de un intermedio que, sin embargo, contiene finas definiciones estratégicas. Abordaremos en otra entrega estos aspectos de la competencia política del 2015 electoral.            ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )                 
 
Última actualización el Lunes, 20 de Octubre de 2014 10:52  

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