www.ventanasur.com

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente
Home Escala Crítica CREDIBILIDAD DE PARTIDOS, LEGITIMIDAD DE CANDIDATOS Y ABSTENCIONISMO

CREDIBILIDAD DE PARTIDOS, LEGITIMIDAD DE CANDIDATOS Y ABSTENCIONISMO

E-mail Imprimir PDF

 *Abstenerse por pobreza, por indiferencia y por desconfianza 

Víctor M. Sámano Labastida
               
LAS ELECCIONES federales intermedias del 2015 plantean retos inéditos en viejos escenarios, escribimos en la anterior Escala Crítica, que abordó cuatro aspectos de la nueva normatividad electoral: gobierno de coalición, reelección en cargos públicos, cambio en el porcentaje mínimo de votación nacional y paridad entre géneros al asignar candidaturas. 
Los viejos escenarios, mencionados son tres: abstencionismo por indiferencia, abstencionismo por extrema pobreza y desconfianza ciudadana hacia la clase política. Veremos estos puntos con perspectiva histórica, hacia el pasado inmediato, para quizás iluminar las delicadas cuestiones del presente mexicano.    
MÁS VALE POCO QUE NADA
 
PARA ESTE recorrido, es bueno tener en cuenta la definición de historia que alguna vez realizó el novelista ruso León Tólstoi: “La historia es un sordo que contesta preguntas que nadie le hace”.  
Los partidos políticos arrastran un déficit de credibilidad que paradójicamente,  dicen los clásicos de la picaresca nacional, “ni nos beneficia, ni nos perjudica, sino todo lo contrario”. Esto es: el ganador de una elección puede serlo con el 50, 60 o hasta 70% de abstencionismo, sin que ello represente una merma de su legitimidad formal para gobernar o legislar. Abstencionismo no mata urnas, así estén semivacías. La credibilidad mermada desde el abstencionismo significa para los partidos una frágil imagen pública que, sin embargo, no tiene consecuencias concretas en su accionar como gobierno. En el sinuoso quehacer de la política que es gobierno, el déficit de credibilidad por abstencionismo no ha sido hasta ahora un déficit que apunte al desgobierno de los políticos.
¿Es positivo o negativo lo anterior? Juzgue el lector. De cualquier modo, estamos lejos de Maquiavelo, que planteó a su monarca: “Gobernar es hacer creer”. Pero estamos lejos por la indiferencia ciudadana, no por la eficacia gubernamental en sus acciones y en sus formas de comunicar. Un estudio de opinión pública auspiciado por Banamex en 1996 (“Mexicanos en el espejo: valores, nivel de vida y democracia”) reveló que 6 de cada 10 mexicanos eran indiferentes a la política, 7 de cada 10 preferían no leer libros, revistas y diarios, para no inquietarse con los problemas sociales, y 8 de cada 10 desconfiaban de los políticos más que de cualquier otra profesión. Hablamos de un periodo que se caracterizó por la participación ciudadana después del accidentado 88 electoral con la famosa ‘caída del sistema’ y del traumático año de 1994: mano a mano el TLC de cuño salinista y la irrupción zapatista, enlazados los asesinatos de Luis Donaldo Colosio (candidato presidencial del PRI) y José Francisco Ruiz Massieu (malogrado coordinador de la bancada priísta con Ernesto Zedillo), mano a mano Salinas y Zedillo por el ‘error de diciembre’ (distanciándose por la debacle financiera detonada por capital especulativo en fuga, y que vía modelo económico ambos propiciaron). Así las cosas: ¿Indiferencia ciudadana provocada por el horror político y la debacle económica de la llamada transición? 
Puede ser, pero si miramos datos del sexenio foxista, la indiferencia ciudadana se mantiene firme: un estudio de la Universidad de Guadalajara en marzo de 2003 informaba lo siguiente: 7 de cada 10 mexicanos se impacientaban ya con el relevo presidencial del PAN en Los Pinos, al no observar cambios significativos de funcionamiento gubernamental; 6 de cada 10 pensaba que PAN y PRI eran prácticamente lo mismo en lo político y en lo económico; y 7 de cada 10 situaban a los políticos como “irresponsables, cínicos y mentirosos la mayor parte del tiempo”. Así las cosas: ¿Desencanto ciudadano provocado por la transición democrática malograda por el PAN foxista? Puede ser, pero miremos datos más recientes a la mano: en mayo de 2012, un estudio de opinión del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE: “Política y percepciones en México”) arrojaba que 6 de cada 10 mexicanos no pensaban votar en el 2012 presidencial, 7 de cada 10 no creían en el discurso conciliador de López Obrador, 8 de cada 10 se declaraban apolíticos y 7 de cada 10 pensaban que Peña Nieto era “un político manejado por otros políticos, sin iniciativa personal y sin preparación académica”. 
EN EL LÍMITE
HAY QUE diferenciar el abstencionismo por indiferencia del abstencionismo por extrema pobreza. Es una distinción importante, de cara a las estrategias electorales de los partidos políticos. “El abstencionismo por indiferencia es una postura de comodidad real o ilusoria por los bienes, productos y servicios de que pueden disfrutar o aspirar a disfrutar las clase media y la clase media/alta, al serles ofertados dichos bienes en un imaginario público y mediático” (UNESCO 2010: “Participación ciudadana, política y bienestar económico: ser y parecer”). Note el lector que se trata de una satisfacción real o potencial, con el sistema social en el rol de vendedor de ilusiones que quizás cristalice ciertos logros en determinado momento, lo que sirve de gancho aspiracional para la multitud de ciudadanos/consumidores y los lleva a la pasividad política por indiferencia. No necesitan un cambio, sino alcanzar lo que les han ofertado socialmente. Mientras tanto, “el abstencionismo por extrema pobreza es una situación desesperada, al límite, de indefensión social y económica, que no permite pensar a las personas de clase media/baja y clase baja en acciones y tareas de responsabilidad política”. Note el lector que aquí hay fallas claras del sistema económico para satisfacer necesidades básicas apremiantes, y que esto provoca la pasividad política del ciudadano. Hay excepciones a esta fatalidad social, con zonas urbanas combativas en lo político pese a la escasez de satisfactores, lo mismo que zonas indígenas que hacen mucho políticamente con pocos elementos materiales. Pero son eso: excepciones. La sed de sobrevivir aleja la conciencia política. Queda por ver si ese abstencionismo por extrema pobreza es una falla estructural del sistema socioeconómico o, en realidad, es parte consustancial (estrategia crasa) de un sistema inhumano que necesita “individuos necesitados” como carne de cañón para seguir existiendo.
La desconfianza ciudadana ante la clase política es producto de ciudadanos informados que no se hacen ilusiones de cambio pero que quizás, como en el póker, pagarían por ver. Hay un pesimismo justificado en forma de historia nacional de agravios, como la historia universal de la infamia, desolado libro de Borges. Los estudios de opinión citados aquí forman parte de esa desconfianza ciudadana ante la política. Los políticos, bajo esa óptica, han hecho los méritos suficientes para personificar el mal social. 
Rumbo a las elecciones federales intermedias del 2015, he ahí el viejo panorama que enfrentan partidos políticos con nuevas reglas electorales. ¿Habrá estrategias para revertir el abstencionismo y la desconfianza? Los políticos siempre tienen la palabra. ¿Tendrán los hechos?    ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
 
Última actualización el Lunes, 20 de Octubre de 2014 10:58  

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar