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Home Escala Crítica MÉXICO INSEGURO: PERCEPCIÓN CIUDADANA, REALIDAD Y LITERATURA

MÉXICO INSEGURO: PERCEPCIÓN CIUDADANA, REALIDAD Y LITERATURA

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 *El poder del perro, el miedo, la sobrevivencia y las sopresas

 
Por Víctor M. Sámano Labastida
 
El martes 7 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicó los resultados del quinto levantamiento trimestral de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU). Los datos corresponden al mes de septiembre: se encuestaron personas con 18 años de edad o más, con resultados que perfilan la continuidad de la indefensión ciudadana: “67% consideró que vivir en su ciudad es inseguro”. Al mismo tiempo, aumentó la percepción ciudadana de delitos comunes: alcohol en las calles (72%), Robos o asaltos (66.3%) y Vandalismo (57.2%).
Lo que hemos visto, y quizás padecido, dramáticamente en nuestras calles, en nuestro entorno, se certifica discretamente en una encuesta nacional de gran calado. 
Ei INEGI incluye una nota técnica en su encuesta: “Las ciudades objeto de estudio son una por entidad federativa y corresponden a las capitales de 25 estados, a las que se agregan 6 ciudades seleccionadas de 100 000 habitantes y más de los seis estados restantes (Tijuana, Baja California; León, Guanajuato; Acapulco, Guerrero; Cancún, Quintana Roo; Tampico, Tamaulipas y Veracruz, Veracruz) y el Distrito Federal”. Es decir: la representatividad de los datos parece suficiente en el nivel urbano. Desde luego, en el México rural se necesitaría otra indagación de un calibre similar, sobre todo por la forma de operar del crimen organizado en pequeños poblados que difícilmente aparecen en mapas.  
La secuencia trimestral de la percepción ciudadana nacional (“que considera que vivir en su ciudad es inseguro”) es como sigue: 68%, septiembre 2013; 68%, diciembre 2013; 72%, marzo de 2014; 70,2%, junio de 2014; 67%, septiembre de 2014. Los porcentajes son altos, manteniéndose la continuidad/promedio de la percepción de inseguridad en casi 7 de cada 10 personas.
LA VERDAD AUNQUE DUELA
ES SALUDABLE que una institución como el INEGI, de cuño gubernamental, no eluda temas incómodos. La otra opción (no investigar los temas de seguridad pública) sería tapar el sol con un dedo.
Otro criterio interesante de la encuesta citada es la “expectativa social sobre la seguridad pública”. Es decir: cómo piensan las personas que evolucionará el problema de la seguridad pública en México. Veamos los datos: “Durante el pasado mes de septiembre de 2014, 21.3% de la población de 18 años y más que reside en las ciudades objeto de estudio, consideró que en los próximos 12 meses la situación de la delincuencia en su ciudad seguiría igual de bien y 14.7% que mejoraría; mientras que 36.1% consideró que seguiría igual de mal y 27.4% que empeoraría”. Si juntamos los porcentajes de tendencia similar, el optimismo social pierde con 36% frente al pesimismo social que sumó 63.5%; de hecho, el INEGI reconoce la tendencia negativa.  Hasta aquí, la realidad de la inseguridad mexicana. Pasemos a la literatura y su dura representación de la realidad.            
UN POCO DE IMAGINACIÓN
LA LITERATURA, como siempre, ofrece joyas anticipadas de la sofocante atmósfera social que ahora percibimos y padecemos. En su novela A cuatro manos (1992), Paco Ignacio Taibo II traza las conexiones del crimen organizado azteca con Estados Unidos y Latinoamérica. Es emblemática la figura de Perro Loco, narco mexicano que vive en el carril de alta velocidad. Taibo II fabula con detalle la vida cotidiana de Perro Loco: apetencias y desafueros por donde asoma la irracionalidad más cruenta. La novela de Taibo II intentaba desnudar, en un tiempo premonitorio, la creciente realidad internacional del crimen organizado, quizás para mostrar las redes que deberían enfrentarse y desmontarse. Desde luego, incluso una ficción anticipadora no puede alterar la realidad, para responder a una pregunta hecha por Umberto Eco: ¿Puede una fábula alterar el orden del universo? 
En 2002, George Steiner (crítico literario) produjo un cuento magistral, A las 5 de la tarde, donde manejó el duelo disparejo de balas contra poesía: hartos de la violencia citadina y de la pasividad artística, un pequeño grupo de poetas mexicanos (que incluye a dos mujeres) viaja en destartalado coche a Medellín Colombia para hacer lecturas de poesía en la vía pública, en contrapunto a la violencia que produce muertes por docena en esa ciudad ya insensible. Ahí, después de mostrarse con éxito en un parque, se encontrarán con un narcotraficante colombiano que sin más les exige una poesía para un amigo, el Tigrín, que le salvó la vida. Curioso dilema de los poetas mexicanos en la boca del lobo: la poesía ahora tendrá que hablar de balas. Steiner desliza la ironía por medio de un periodista norteamericano que dice a los poetas mexicanos: ¿para qué viajaron tan lejos? se hubieran ido a Tijuana, donde ustedes tienen su Medellín. 
A Tijuana (y Sinaloa) se fue Don Winslow, periodista norteamericano, para escribir quizás la mejor novela sobre el tema del crimen organizado en México: El poder del perro (2005). Un clásico policial cruento y sensible, con una investigación que hace palidecer las cuartillas de La reina del sur de Arturo Pérez Reverte (2002). 
Sobre su investigación, dijo Winslow: “El sistema es sencillo: hay que respetar las reglas. Les comuniqué a mis entrevistados que jamás pondría sus nombres pero sí sus puntos de vista. Y les dije que si no hablaban conmigo, en cualquier caso yo escribiría el libro; así que lo mejor para todos era que el libro fuera lo más fiel y verdadero”.
Sobre su tema, explicó Winslow: “El punto de partida, el primer impulso, me vino luego de leer acerca de una masacre de niños y mujeres, por un asunto de drogas, que tuvo lugar en Baja California, en México, en 1988. Me pregunté entonces cómo se podía llegar a ordenar la ejecución de algo así, cómo llega alguien a este punto. Supongo que escribí El poder del perro buscando una respuesta. Y lo cierto es que todavía estoy buscándola. Si alguna vez la encuentro, me encantaría poder compartirla con todos ustedes”.
Sí: la literatura ya estaba ahí, planteando el problema de la inseguridad y la ausencia de un estado de derecho, años antes de que los medios electrónicos la pusieran en sus pantallas, como ocurre hoy.     
El poder del perro, a su vez, transmite otra deficiencia mexicana con atenuantes: la incapacidad de contar ese tipo de historias desde adentro, con vena local y a fondo. Varios factores entran en juego para hablar de atenuantes, como la pasión según Thomas Hobbes al hablar de su vida: el miedo. México es todavía el país más peligroso para ejercer el periodismo de investigación. Mientras tanto, sabemos que no fue un mexicano, sino un norteamericano quien se movió mejor entre las arenas movedizas del narcotráfico. Y quizás no es una ironía, sino apenas una cuestión de sobrevivencia y sentido común. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )      
 
Última actualización el Miércoles, 29 de Octubre de 2014 12:23  

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