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Home Escala Crítica MÉXICO: CORRUPCIÓN Y ADULACIÓN,MÁS QUE UNA COINCIDENCIA

MÉXICO: CORRUPCIÓN Y ADULACIÓN,MÁS QUE UNA COINCIDENCIA

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 *Una calamidad histórica que no se borra con buenos deseos       

Por Víctor M. Sámano Labastida
 
EN LA OBRA de teatro El atentado, el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia puso como epígrafe: “Cualquier parecido con la realidad no es una coincidencia. Es una desgracia nacional”. Lo mismo puede decirse de un estudio macro de funcionamiento empresarial y marcos jurídicos, que como cada año dio a conocer este mes de octubre la organización Transparencia Internacional, con sede en Bruselas Bélgica. Se analizaron 24 países que se supone concentran el 75 por ciento del comercio mundial.
México sacó medalla de oro en el rubro funcionamiento empresarial vía sobornos, y medalla de bronce en marcos jurídicos no aplicados, para encabezar la lista como el país con mayores problemas en ese doble balance. 
Los datos serán impugnados por las autoridades mexicanas, previsiblemente. No es un récord para festejar con repique de campanas. Aquí las campanas no suenan con sentido de bienestar y México tiene otra raya más al tigre.     
 
RETADORES DERROTADOS
HECHO INCÓMODO para el gobierno mexicano: las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto no fueron factor –todavía- para modificar las percepciones tan arraigadas que desde el exterior se tienen sobre el funcionamiento institucional y empresarial de México.  
Si sumamos esta evaluación externa a otras referidas en 2013 a educación (aprovechamiento escolar), donde México pelea también los últimos lugares, más los reportes de la UNESCO, donde se habla de tres parámetros para medir el grado de desarrollo de un país (condiciones de las cárceles, de los hospitales y de las escuelas), la imagen resulta escalofriante: México sigue con asignaturas pendientes, y la frase de Ibargüengoitia aparece en el centro del escenario nacional. Pero no es una obra de teatro, sino la áspera realidad. 
Y no es una desgracia, solamente; parece una calamidad histórica que no se borrará con buenos deseos, meras entrevistas o discursos.  
En entrevista televisiva con Joaquín López Dóriga, hace dos meses, Peña Nieto abogaba por un cambio cultural de primera magnitud para erradicar las prácticas de corrupción. Ese cambio es educativo entonces, pero lamentablemente no se perfila en el corto plazo. A la par, con el correr de los días, luego de definir a la corrupción como un tema de raíz cultural, vimos cómo organismos empresariales se solidarizaron con spots y anuncios que versan sobre valores y honestidad, lo mismo que las dos cadenas televisivas nacionales que por lo regular en sus espacios de entretenimiento y noticias exhortan a superar los miedos ante la inseguridad y, por estas fechas, comienzan a prepararse para realizar sus magnos eventos de beneficencia.
 
DE LOS MALES, LOS PEORES
HAY QUIENES dicen que la corrupción resulta un mal menor. Por lo tanto: no es un problema, sino apenas un medio ambiente cultural en el que tenemos que aprender a movernos. ¿Realismo o cinismo?  
Otros ubican a la corrupción como un mal necesario. Por lo tanto: es un problema, pero no se ve cómo erradicarlo, porque eso supone desbaratar un sistema de reglas no escritas pero eficaces para mover la maquinaria social. ¿Pragmatismo y oportunismo?  
Otros más, lo han dicho con todas sus letras personajes destacados de la izquierda mexicana, que con visión distinta plantean que la gran asignatura de este país implica eliminar la corrupción, como enemigo multidimensional de cualquier proyecto de nación.  ¿Idealismo y utopía? 
Más allá de las mitologías, en este panorama parece existir un método posible para uso ciudadano: enfrentar a la corrupción y resistirse a sus condicionantes en lo individual, justo ahí donde se le ha detectado y se le padece, ahí donde la corrupción aparece desgraciadamente como segunda piel de México, sea esta piel burocrática, política o empresarial.  
Pese a leyendas y rumores sociales, no se debe generalizar en torno a los ambientes de corrupción sin pruebas fehacientes y actuantes en sentido periodístico, por lo menos, o pruebas jurídicas, por lo demás. La prueba define una realidad jurídica, pero debería reconocerse que no siempre la realidad es tan dúctil con las pruebas. En un sentido de insatisfacción periodística, se sabe que mucho de la corrupción vivida no deja huella: es invisible en el sentido social de realización de  componendas de las que nadie quiere papel alguno. O desaparecen los papeles y nadie reclama. ¿Nota el lector la delicada problemática para enfrentar el tema de la corrupción en este siglo XXI, de las nuevas tecnologías y la digitalización, ya no impresión física, de documentos?               
La corrupción va acompañada de la adulación. Los poderosos necesitan de la adulación, que fue definida magistralmente por Umberto Eco: “Un antro flotante rico de engañosos títeres”. También, “la adulación supone siempre un interés”, dijo Balzac. Quien adula tiene un interés velado y busca cómo articular la transa en lo oscurito. 
La adulación es la antesala de la corrupción. Actualmente las formas de la adulación han cambiado: se ha pasado de la respuesta servil a las encuestas amañadas y sondeos prefabricados, que muestran la popularidad del personaje siempre en ascenso. Así, en esa ceguera gubernamental y social de la adulación,  se incuba mucho del virus de la corrupción.  
Hay quienes quieren quedar bien y no reparan en medios. La adulación es imaginativa a más no poder, y el clásico lugar común de Maquiavelo se hace presente: “El fin justifica los medios”. Si se trata de una ganancia social (o económica) entonces no hay memoria: no se recuerda qué fue lo que se entregó en el camino para obtener algo. Stephen Vizinczey dice que “la dignidad de las personas es manjar de dioses y, una vez gustado ese placer, se quiere probar de nuevo”. El poderoso, una vez degustado el manjar, quiere repetir. Se alimenta de la dignidad de las personas, que a su vez lo buscan para sacar algo de él. Es un círculo vicioso: si hay adulación, tarde o temprano hay espacio para la corrupción. Van de la mano. 
En una ocasión, Luis Buñuel dijo que México se salvó del fascismo por la corrupción (válvula de escape para distribución de canonjías), y el propio Ibargüengoitia citado al principio dijo alguna vez que la fila de la corrupción se nutre de todos nosotros, lo queramos o no. Son razonamientos sugestivos y con tono cínico/realista, pero altamente dañinos por la ausencia de ética que revelan. Esas frases invitan a la pelea reflexiva, a darles vueltas y piruetas; también, alguien puede sentirse acorralado por la omnipresencia de la corrupción, como ahora que surgió el estudio de Transparencia Internacional. Citemos un graffiti francés: “Sean realistas: pidan lo imposible”. 
Mientras, México sigue la tradición de alta competitividad en corrupción. ¿Y en adulación? Pasa como en un chiste cruel: México no participa en esos juegos olímpicos porque no admiten profesionales.      
 
Última actualización el Lunes, 20 de Octubre de 2014 11:01  

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