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Home Escala Crítica LOS PELIGROS DEL PODER, LA IRONÍA Y LA CRÍTICA; VISTAZO A IBARGÜENGOITIA

LOS PELIGROS DEL PODER, LA IRONÍA Y LA CRÍTICA; VISTAZO A IBARGÜENGOITIA

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 Escala Crítica/Columna diaria

* Una mirada que desnuda el cinismo y la simulación pública
*El sello revolucionario; las instituciones y el modus vivendi
*El éxito de la demagogia reside en que el engaño es mutuo
VÍCTOR M. SÁMANO LABASTIDA.-UNA ENTRADA clásica y reveladora. En la novela “Dos Crímenes”, Jorge Ibargüengoitia advierte: “La historia que voy a contar empieza una noche en que la policía violó la Constitución”. Es, por decirlo de otra manera, una noche cualquiera. Tenemos –o teníamos- las mejores leyes, y las aplicaciones más convenencieras. Permítame el lector aprovechar esta colaboración sabatina para asomarnos a uno de los escritores que mejor desnudó al llamado “sistema mexicano”. Aquel que se tambaleó, pero no se cayó –si acaso calló- en 1988.  
Vale ahora que sucesos recientes, trágicos y brutales, combinados con un cinismo galopante, obligan a repensar si existe realmente un “proyecto de nación”.
 
COMO ESCRITOR satírico y humorista reflexivo, Jorge Ibargüengoitia mostró los peligros del poder. Nacido en Guanajuato en 1928 y fallecido en 1983, Ibargüengoitia acompañó el siglo XX mexicano como agudo observador de las mañas, traiciones y torpezas de los poderosos. Produjo piezas narrativas fáciles de leer, con un eje lúdico, humorístico, pero complejas en su concepción irónica de la vida cultural y política de México. La actualidad de Ibargüengoitia es pasmosa por una razón primordial: nuestro país sigue bajo la sombra de la Revolución. O bajo una Revolución sombría.    
"VELAREMOS TODOS, COMO HERMANOS, PORQUE SE RESPETEN LAS INSTITUCIONES". Esta frase se encuentra en la novela Los relámpagos de agosto (1964). La pronuncian militares y políticos preparados para luchar con garras y dientes por sus privilegios, en una coyuntura electoral incierta. Corre el año de 1929, pero es lo de menos: la actitud de complicidad, insinuada en la frase, es lo de más. La noción de un ‘nosotros’ acomodaticio y oportunista es fundamental en las tramas de Ibargüengoitia. El humor no disminuye la desgracia nacional de esa hermandad institucional. La política en México tuvo y tiene una vertiente corporativa voraz, que dificulta la independencia de criterio y sanciona los actos éticos por poner en aprietos a la tribu (de ahí las acusaciones de desestabilizadores). En el universo Ibargüengoitia, las instituciones son el entramado ideal de un desorden galopante para atender problemas. En el discurso político mexicano, las instituciones son recurso retórico infaltable para esgrimir una razón de Estado que escamotea beneficios colectivos. El patrimonialismo que convierte a lo público en privado.             
Es el velorio de quien fuera presidente de la república, y el General de División Guadalupe Arroyo describe cómo algunos dolientes roban pequeños objetos, justo al lado del ataúd. La escena perfila una metáfora del sistema político posrevolucionario: la hermandad institucional, unida en el dolor simulado y el robo.         
EL PODER…DE LAS PROMESAS. 
UN RASGO clave de la narrativa de Ibargüengoitia es captar situaciones ejemplares de la torpeza y abusos de los políticos. Su tesis puede ilustrarse en una frase: “Juan era un candidato perfecto, tenía una promesa para cada gente y nunca lo oí repetirse... ni lo vi cumplir ninguna, por cierto”. La diferencia entre enunciación y realidad es barra libre para el humor negro. La desgracia ajena (de los ciudadanos) es motivo de burla, pero en la mente del lector se rebasa el mero humor y la literatura desemboca en sociología, como en una crónica de Carlos Monsiváis. Así, la comprensión de la demagogia se vuelve contra quienes la padecemos: ¿Por qué los políticos pueden engañar una y otra vez?, cuestión importante, pero no la más grave. 
A Ibargüengoitia le interesa otro ángulo: los políticos pueden intentar el engaño, pero los ciudadanos deberían oponer resistencia. Alguna vez Ibargüengoitia mencionó: “somos parte de la fila de la corrupción”. Se insinúa entonces una respuesta preocupante al porqué del éxito de la demagogia: el engaño es mutua conveniencia. 
Retornemos al velorio  presidencial que narra Jorge Ibar y escuchemos al General Arroyo: “Hasta la fecha no sé cómo pudimos entrar en la casa: nos abrimos paso entre los Burócratas, entre los Representantes del FUC, del PUC y del MUC, entre el Honorable Cuerpo Diplomático, entre los Aspirantes a Ministros de Estado, entre los Ministros de Estado, entre los Compañeros de Armas del Difunto, entre los Allegados, entre los Parientes, hasta que llegamos junto a la inconsolable viuda”. En esta escena vemos ya la fila de la corrupción. Los dolientes participan de un sistema aceitado, de su engranaje, y hay que saber esperar para que la fila avance. El México del siglo XXI no ha desechado esa receta patentada en el siglo XX. 
POLÍTICA Y MAFIAS. 
EN MATEN al león (1969), la política latinoamericana, no sólo la mexicana, encuentra un espejo mafioso. Ibargüengoitia sabe de realidades que no son coincidencia, sino crímenes políticos y culturales a superar. No sabemos qué cuartillas le hubiesen inspirado los hechos de Ayotzinapa. Hombre de ironía y frescura, tuvo definiciones políticas en sus escritos ficticios. Escuchemos su voz, para detectar los peligros del poder:        
“—Con la novedad, señor Presidente —dice—, que acaban de traerme el cadáver del Candidato de la Oposición.
“El Mariscal Belaunzarán, Presidente de la República, Héroe Niño y guapo que fue, pero avejentado por los años, las preocupaciones del estadista, las mujeres y los litros de coñac Martell consumidos en veinte años de poder, dice al teléfono:
“—Pues investigue, Jiménez, para castigar a los culpables”.
Más adelante, cuando le informan que hallaron al asesino, Belaunzarán “recoge las fotografías tomadas durante la campaña electoral de Saldaña, y los textos de los discursos que pronunció, que llenan el escritorio; los echa al cesto de los papeles, y dice:
“—Esto es basura. Se acabaron las preocupaciones —se vuelve a Cardona, y le dice con severidad paternal—. Ahora sí, Agustín, si no ganas estas elecciones, sin contrincante, es que no sirves para político, ni para nada”. 
La novela fue publicada en 1969. Quince años después México se estremecía por el asesinato de un candidato “del sistema”. ¿Ha leído “Los pasos de López”? Otra cara de nuestra historia. También hay que ver con poder al humor.
AL MARGEN
RESULTA curioso y revelador. Los partidos descalifican las encuestas. Son registro de meras percepciones, dicen. Sólo son fotografías del momento, insisten. Depende de quién las pague, argumentan. Pero ahora todos las utilizan para seleccionar a sus candidatos. En realidad para limpiar sus listas. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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