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Home Escala Crítica LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA CULTURA: DESVENTURAS DEL CIUDADANO DE A PIE

LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA CULTURA: DESVENTURAS DEL CIUDADANO DE A PIE

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 Escala Crítica/Columna diaria

 
* La clase política, poco preparada, pero también insensible      
* Ciudadanía y políticos, una creciente lejanía de lo básico      
* Gobernantes autodidactas, un ejemplo de promoción
Por Víctor M. Sámano Labastida
ME PARECE que una de las asignaturas pendientes en los gobiernos de la alternancia es lograr ofrecer una alternativa en materia cultural. Seis años son poco tiempo para cambios de fondo, pero son suficientes para establecer las bases de una transformación. No me refiero solamente a lo que por lo común conocemos como las artes o las bellas artes, sino también a una actitud de los políticos frente y con la cultura. La política sin cultura produce regímenes vacíos, la cultura sin política apuesta a lo efímero. 
Al considerar la pregunta “¿partidos políticos y cultura, igual a qué?”, con sus  honrosas excepciones, se ha multiplicado una respuesta: domina la política de la ignorancia. Pierde la difusión cultural vía partidos, lo mismo que las propuestas sobre desarrollo cultural ciudadano. Para Aristóteles, ‘política’ es la oportunidad de fomentar virtudes en el ciudadano, a través de la cultura o Paideia (educación universal).  
 
LOS RESBALONES 2011: 
IGNORANCIA Y DESMEMORIA  
 
EL CANDIDATO Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. Era el 3 de diciembre de 2011. Cuestionado sobre tres libros que marcaron su vida política, Peña Nieto mencionó la Biblia y luego se eclipsó, sin recordar otras referencias librescas. Fueron segundos de sudor frío. Improvisando, Peña Nieto confundió al autor de La silla del Águila (dijo Enrique Krauze y es Carlos Fuentes) y dejó sin autor al libro Siglo de Caudillos (Krauze). Se transmitía en vivo por Internet. 
El resbalón libresco creció y fue un lastre de Peña Nieto en 2012 durante la campaña. Días después, el mexiquense no supo el salario mínimo mensual; entrevistado por un diario español, contestó “no soy la señora de la casa” al preguntarle por el precio del kilo de tortilla.
El panista Ernesto Cordero repitió el resbalón libresco: en charla con Sergio Sarmiento (5 de diciembre de 2011) citó La rebelión en la Granja de George Orwell y Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol, pero confundió a la autora de La isla de la pasión: dijo ‘Isabel Restrepo’ y Sarmiento corrigió: “¿No será Laura Restrepo?”, Cordero salió trasquilado. “A cualquiera le puede pasar”, dijo después, pero las preguntas librescas eran para lucirse y balconear a Peña Nieto; Cordero falló el gol sin portero. 
Faltaba el resbalón amarillo. Domingo 18 de diciembre del 2011, arranque de la precampaña de López Obrador. El leído AMLO no falló en los libros, pero erró con el boleto del Metro: dijo que costaba dos pesos y rápido la gente le gritó: “¡tres!”, así que corrigió: “Dije dos pesos el Metro porque cuando fui Jefe de Gobierno así lo dejé”. Pero era tarde: el traspié se notó. El Peje no anda en Metro, ¿o si? 
Por lo menos el ex candidato amarillo y ahora moreno puede presumir: ha escrito y publicado once libros.
Esta historia arroja dos conclusiones: a) refleja la poca importancia que le otorgan a la cultura los políticos en activo y las plataformas partidistas, más allá de intenciones declaradas en documentos; b) muestran cómo, desde lo alto de la pirámide política, los problemas ciudadanos se pierden como lágrimas en la lluvia.   
                               
POLÍTICA, CULTURA Y NACIÓN;
LAS PEQUEÑAS ESTATUAS
 
ENTREVISTADO por la BBC de Londres sobre el México electoral de 2012, Carlos Fuentes ofreció un diagnóstico demoledor: “Los problemas de México son muy grandes y la política es pequeña”. Es posible que por esto los políticos en general no agarren estatura.  
Desde los partidos se plantea: si un político no es un buen lector “se debe a la falta de tiempo, por ocuparse en actividades estratégicas”. Y surge una comparación: ¿qué capacidad tiene un presidente mexicano sin sustancia para alternar con sus pares ilustrados como Barack Obama (Doctor en Derecho por Harvard), la ministra alemana Angela Merkel (Doctora en Física) o el francés Nicolás Sarkozy (abogado por la Universidad de Nanterre, París)? 
Podría decirse, por ejemplo, que los títulos pueden ser engañosos. Si alguien se comparara a con Julio César Turbay, autodidacta (presidente colombiano), o con Luiz Inacio Lula da Silva, con el uruguayo José Mujica, estos últimos con apenas la primaria terminada (presidente brasileño), quienes se convirtieron en impulsores de la educación pública, es otro cantar.
Hay un profundo descuido de la clase política mexicana en torno a la formación para ser gobernantes. Y este descuido rebota hacia las directrices culturales de los partidos políticos. Otra vez: con honrosas excepciones (regionales, estatales) no se le da a la cultura su función ética y creativa, de estímulo intelectual. No hablo sólo de los políticos encumbrados, sino de la clase política en su conjunto. La fisura de ignorancia política individual tiene que ver con la no prioridad de la cultura hoy en México.   
La generación de la Reforma (siglo XIX) fue la primera clase política ilustrada. Desde entonces, aunque con altibajos, los políticos en México supieron rodearse de personas instruidas y darles juego: Justo Sierra (Porfiriato), Antonio Caso y José Vasconcelos (México posrevolucionario), Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet (etapa caudillista y cardenista). Hoy, esa formación sociocultural en los políticos -y sus asesores- no aparece, o está arrumbada como algo vergonzoso o como un lastre. Son excepción los políticos con capacidad técnica para su puesto y con la sensibilidad política que da la verdadera cultura. México es el único país donde un Secretario de Educación Pública presumió documentos curriculares falsos: el semidoctor y priista Fausto Alzati, quien entre 1994 y 1995 se ostentó como Doctor en Economía por Harvard sin haber obtenido el grado.     
Más allá de blasones académicos, que podrían canjearse por eficiencia gubernamental, el aspecto clave es la indiferencia de la clase política por el ciudadano de a pie, en cuestiones que afectan la vida cotidiana. No leer con frecuencia, no saber el nombre del autor de un libro, perfila a políticos sin vena ilustrada. Pero millones de mexicanos lo pasarían por alto si no se dibujara el desierto cultural y la ignorancia en torno a “los 6 mil pesos que permiten que una familia mexicana viva bien”. Lo dijo Ernesto Cordero, como Secretario de Hacienda (ahora Rosario Robles dice que con 12 pesos diarios una familia de cinco puede cubrir sus necesidades básica). Los partidos políticos con responsabilidad cultural, deben visualizar los problemas a ras de suelo y ofrecer soluciones en el terreno formativo y de difusión, donde el zoon politikón, el animal político, naufraga. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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