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Home Escala Crítica JULIO SCHERER, EL PERIODISTA OBSTINADO: LOS HECHOS COMO REGLA

JULIO SCHERER, EL PERIODISTA OBSTINADO: LOS HECHOS COMO REGLA

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 Escala Crítica/Columna diaria   

              
* “Las ventanas al poder deben tener persianas”       
* “El tiempo hace suya la historia y la escribe sin retórica”      
* Sobre su trabajo: “no me llega el olor de la calumnia”   
 
Víctor M. Sámano Labastida
   
ASÍ COMO Günther Wallraff fue llamado en Alemania el periodista indeseable, puede llamarse en México a Julio Scherer García (1926-2015) el periodista obstinado. En cualquier diccionario, ‘obstinación’ tiene dos significados básicos: en el significado negativo, aparece como “la terquedad de imponer una opinión, ignorando argumentos razonables en contra”. No era ésa la obstinación de Scherer. Le pertenecía el significado positivo: “perseverancia ante las adversidades”. La muerte de don Julio, apenas un mes después del adiós definitivo de Vicente Leñero, su compañero de ruta en Proceso, es otro signo gris del 2015 mexicano, que pinta muy difícil. Se va otra mirada superlativa e implacable de la realidad nacional.
 
       
DE LOS PODERES, VENTANAS Y EL CUARTO PODER            
 
EL PERIODISMO se mueve en la órbita del poder. Como algunos satélites sin voluntad, hay periodistas y directivos que son engullidos por la densa gravedad del poder. Quizás por haber comenzado desde abajo, como recadero de la dirección de Excélsior, Julio Scherer evitó el duro imán del poder, aunque se relacionó con el poder. Esta distinción resulta vital para explicar la inteligencia periodística de Scherer. Su libro Los Presidentes (1983) es un compendio descarnado de un periodista influyente que conoce las danzas palaciegas y las antesalas con políticos de siete suelas. ¿Por qué la cercanía con el poder, sin dejarse arrastrar por su brillo? Porque significa no quedarse fuera de ‘la cosa pública’ y además nutre de información privilegiada a quien la busca para (precisamente como ‘cosa pública’) publicarla. Una parte delicada del periodismo es la difícil relación con los políticos. Por eso don Julio dijo que “entre políticos y periodistas el amasiato es inevitable, pero el matrimonio es imposible”.  Bien dicho por él y otros (pocos) periodistas que resisten el canto de sirenas del poder. Antes del Excélsior de Scherer (1967-1976), decenas de medios de comunicación en México (dueños, directivos, periodistas) ganaban más ocultando lo que sabían sobre los problemas nacionales, en lugar de publicarlo. 
De lo anterior se deriva el principal mérito histórico del modelo periodístico Excélsior/Proceso que encabezaron Scherer, Miguel Ángel Granados Chapa y Vicente Leñero: hacer de los hechos y de la veracidad un negocio rentable y de utilidad social para el país. En lugar de la historia manida del periodismo obsequioso (“la verdad se oculta”) se tuvo la ruptura inteligente del periodista obstinado: “la verdad vende”. La obstinación de Scherer con su equipo, emboscados por el poder en Excélsior y resucitados en Proceso, cambió la historia contemporánea del periodismo mexicano.         
EL TIEMPO ESTÁ DE SU LADO: 
LAS HISTORIAS DE OBSEQUIOS  
 
UNA APUESTA decisiva de Scherer fue el tiempo, “que acierta en algunas de sus venganzas”, según el novelista inglés Julian Barnes. El tiempo otorga perspectiva a los esfuerzos humanos: los sitúa en una dimensión exacta. Durante mucho tiempo, cuando los premios nacionales de periodismo los repartía el gobierno mexicano entre sus allegados, Scherer no quiso ser invitado a esa fiesta. No era su fiesta. Ese premio fue aceptado por Scherer cuando se ‘ciudadanizó’, en 2002.
De cualquier modo, el poder busca y trata de quemar. En varias ocasiones, sin buscarlo, Scherer recibió obsequios caros. Él mismo (quizás como autocrítica y mea culpa) confesó esos regalos en algunos de sus libros: una docena de sedosas guayaberas con sus iniciales y  mancuernillas de oro, cortesía de Gustavo Díaz Ordaz; una camioneta (que finalmente devolvió) cortesía de Carlos Hank González; un equipo completo de uniformes, bates, guantes, pelotas, no sólo para él, sino para sus redactores, articulistas y reporteros que jugaban beis en sus ratos libres, cortesía del gobierno del DF; cenas costosas con Carlos Salinas de Gortari; apoyo médico de primera calidad, cortesía de Luis Echeverría. Nada de eso hizo mella en su obstinado trabajo periodístico. Y si él no lo hubiera confesado, nadie lo sabría. Eso habla del plumaje ético de Scherer, no de contubernios con el poder. Seguramente tuvo otras tentaciones, para abandonar su periodismo obstinado, pero no era un ‘lobo solitario’, como su par Manuel Buendía que murió ejecutado en la vía pública. Su sello de equipo lo salvó de la ejecución y lo protegió del descarrilamiento ético. Scherer mantuvo el rumbo y murió “con las plumas puestas”, con un canto de cisne  sobre la vida de los niños en el crimen organizado, su último libro publicado.                     
SCHERER ESCRITOR: 
LA HISTORIA ATÓNITA
 
EN OTRA OCASIÓN n abordaré con detalle al Scherer escritor, no sólo al periodista. Quiero decir: las lecciones de escritura que deja Scherer en sus 22 libros. Hay un estilo que deslumbra por su brevedad y exactitud, como cuando Scherer cuenta de “la mulata con senos atónitos”, frase de una novela de García Márquez. Luego de que Scherer leyó el borrador de la novela y declaró su predilección por esa frase, Gabo se aseguró de que el adjetivo ‘atónitos’ apareciera por única vez en su novela. Vale la pena seguir leyendo a don Julio, obstinado en sus libros. No hay mejor homenaje. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
Última actualización el Martes, 13 de Enero de 2015 00:04  

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