Escala Crítica/Columna diaria
*Desde 2010, México a la cabeza en delitos con creciente violencia
*Edomex, DF y Baja California alta incidencia; Tabasco en lista
*El espejismo de El Bronco, los independientes y recursos públicos
Víctor M. Sámano Labastida
NO EXISTEN milagros en el combate a la inseguridad. En los años recientes se ha incrementado de manera extraordinaria el presupuesto para las corporaciones policiacas en el país. Mucho más que en otros sexenios, México ha adquirido en el extranjero armas para combatir a los criminales. La República está convertida en un peligroso arsenal. Pero las estadísticas nos muestran un incremento de la violencia y una distribución de las actividades delictivas por casi todo el territorio nacional.
Se da como un hecho que en Tabasco será relevado el secretario de Seguridad Pública, general Audomaro Martínez. Es posible haya concluido un ciclo, pero podría cometerse un error de apreciación si se considerara que con el sólo cambio de una persona, o incluso de todo su equipo, se modificará la tendencia creciente en la delincuencia común. Hará falta mucho más que eso.
UNA LARGA HISTORIA
LE COMENTÉ en otra entrega que desde 2010 México figuraba en primer lugar mundial por la violencia en los asaltos. De cada cien robos 65 se hacían ya con uso de armas de fuego o armas punzocortantes. La consultora privada GMSI reportó entonces que 26 de cada cien robos cometidos en México entre el uno de diciembre de 2005 y el 30 de junio de 2010 correspondieron a comercios, 15 por ciento a vehículos, 14 por ciento a domicilios y 13.8 por ciento a transeúntes.
Para entonces los estados con mayor incidencia de delitos comunes eran Chihuahua, Sinaloa y Nuevo León –en donde también había una creciente presencia del crimen organizado-, San Luis Potosí y el Distrito Federal. El año pasado, el Sistema Nacional de Seguridad Pública registró como estados con mayor inseguridad en el país por homicidios dolosos: Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Sinaloa y Michoacán.
Por secuestros se clasificaban en los primeros sitios de enero a junio del 2014 a Tamaulipas con 134 plagios denunciados, Veracruz con 93, Michoacán (91), Estado de México (80) y Morelos (68).
Por robo de vehículo con violencia encabezaba la lista Estado de México con 12 mil 645 casos, seguido de Distrito Federal, Sinaloa, Tamaulipas y Guerrero; mientras que en los casos de extorsión despuntaban Estado de México, Jalisco, Distrito Federal, Morelos y Michoacán.
En este 2015, de acuerdo al Índice Delictivo CIDAC, el país se podría dividir en cuatro niveles de afectación por el crimen: afectación moderada, media, severa y grave. Varios de los estados arriba mencionados se colocan entre los ocho con afectación grave; Tabasco estaría entre las entidades clasificadas con afectación severa por delitos del furo común.
Conforme al CIDAC, de un total de 33 delitos del catálogo de fuero común, sólo ocho impactan de forma negativa en la percepción de seguridad de los individuos: el homicidio doloso, secuestro, lesión dolosa con arma blanca, extorsión, robo con violencia a transeúnte, robo sin violencia a transeúnte, robo con violencia de vehículo y robo sin violencia de vehículo.
Los registros del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) colocan a Tabasco en el séptimo sitio de mayor incidencia delictiva en la República entre enero y mayo de este año.
Frente a estos fenómenos sin duda que son necesarias las acciones policiacas pero no son suficientes. Incluso se podría decir que lamentablemente cuando estas acciones no están acompañadas de un programa social y de prevención el problema se agrava. Los relevos pueden ser una oportunidad para reorientar la estrategia de seguridad (pública y social) y fortalecerla.
PREVISORES O DESESPERADOS
LE COMENTÉ en este espacio que prácticamente al día siguiente de las elecciones del 7 de junio comenzaba la carrera por la sucesión en la Presidencia, y también en los gobiernos estatales. Como en el caso de Tabasco y de aquellos estados que tendrán comicios en 2018.
Para buscar la ruta de Los Pinos ya están apuntados Margarita Zavala (PAN), Miguel Mancera (PRD), Jaime Rodríguez “El Bronco” (independiente) y Manuel Velasco (PVEM); para el PRI se deja mencionar Manlio Fabio Beltrones, quien aspiró en el 2012. En el caso de Morena está claro que Andrés Manuel López Obrador tiene largo rato en campaña. La duda es en relación a las coaliciones que harán partidos y organizaciones diversas.
Mientras esto sucede en el plano nacional, podría decirse que el aspirante a la candidatura al gobierno de Tabasco en el 2012, el ex diputado Oscar Cantón, evaluó ya las posibilidades que le representan varios partidos y buscará abrirse camino como candidato independiente. Es posible que tengamos una renuncia en puerta a la representación en el Distrito Federal. Varios más se apuntarán en poco tiempo por otros partidos o por la libre .
Seguramente volverá el debate sobre qué es determinante, si los partidos o los candidatos. En Tabasco, de acuerdo a lo mostrado en las recientes elecciones, se requiere tanto lo uno como lo otro. Sólo hay excepciones, como sucedió en Nacajuca, donde el triunfo de Francisco López por el PAN se combinó con una ruptura en las estructuras de los partidos dominantes, PRI y PRD.
¿Repetir el fenómeno de Jaime Rodríguez en Tabasco? Habrá que tener en cuenta que en Nuevo León hubo un resquebrajamiento de las élites dominantes y un respaldo económico privado. Es un caso que aún tiene muchos factores por analizar.
AL MARGEN
SEGÚN análisis comparativo del diario Reforma (23/VI/2015) cada voto que obtuvo Jaime Rodríguez “El Bronco” para ganar la gubernatura de Nuevo León costó 38 centavos al erario mientras que cada sufragio del PRI requirió de casi 24 pesos de recursos públicos. Podría resultar atractiva la conclusión de que los candidatos independientes le cuestan menos al Estado y a la población, pero esto encierra un riesgo: que sea el dinero privado el que se imponga. Es cierto que aún la autoridad electoral no ha impedido que recursos no autorizados –tanto públicos como privados- ingresen a las campañas, pero está demostrado que la ausencia del Estado multiplica el riesgo de financiamiento de origen negro.
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