Escala Crítica/Columna diaria
*El tricolor tiene el desafío de frenar la avalancha verde; dura disputa en Chiapas
*Riesgo de contagio: democracia, consulta popular y las decisiones de gobierno
*El temor, otro elemento que limita las denuncias y el combate a la delincuencia
Víctor M. Sámano Labastida
EL PRI EN TABASCO tiene un serio problema, ente muchos más: está dividido. No en dos, sino en tres y más fracciones. La manifestación que encabezó Evaristo Hernández el martes pasado y el homenaje luctuoso a Carlos Madrazo Becerra mostraron apenas una parte de la difícil situación a la que se enfrenta el otrora poderoso partido. Hay dos hechos que debe esperar para comenzar a recomponerse: las votaciones del 19 de julio en Chiapas y el relevo de César Camacho en la dirigencia nacional.
Por supuesto que lo que más ocupado tiene al tricolor no son las impugnaciones en Tabasco, sino el reacomodo de los grupos para la elección de su nuevo dirigente nacional. El mexiquense Camacho, cercano a Enrique Peña, asumirá una diputación federal. Uno de los aspirantes declarados para asumir la jefatura del tricolor es Manlio Fabio Beltrones. Interrogado sobre si buscaría la dirigencia, el sonorense dijo recientemente: “Lo mío es la política, y es la política partidaria. Y un militante de un partido político siempre considera un privilegio poder participar para ser el dirigente nacional de su partido. Eso se registrará en agosto”.
La sucesión en la jefatura del PRI nacional marcaría también la sucesión del 2018. Beltrones es mencionado como aspirante a la candidatura del tricolor. Sólo que en ese caso evade afirmar o negar. “En política hablar de pretensiones a futuro nunca da buenos resultados. Hay que dejar que los tiempos lleguen, y los de hoy y hasta el 2018 son los tiempos del presidente Enrique Peña Nieto”. La buscó en el 2011, antes de que toda la estructura que apoyaba al mexiquense actualmente en Los Pinos lo avasallara.
Pero le decía que también los priistas tienen en la agenda las elecciones de Chiapas, donde se juega la lucha por el poder entre el tricolor y el PVEM, dos partidos tradicionalmente asociados en un pacto en el que siempre la mayoría la tenía el tricolor. Ahora desde el Partido Verde el gobernador Manuel Velasco está buscando anticipadamente la candidatura presidencial en una coalición con un PRI subordinado.
La confianza y osadía de Velasco Coello es alimentada porque en los comicios del 2012 como candidato a gobernador obtuvo más de un millón 300 mil votos, superando por unos 400 mil sufragios a Peña Nieto que apareció en las boletas para la Presidencia.
En los comicios federales recientes, el Partido Verde volvió a superar al tricolor en Chiapas. Obtuvo ahí 45 de cada cien votos. Esa entidad se convirtió en la principal reserva de votos para el PVEM con 651 mil papeletas. En el país, Veracruz es el segundo estado que más sufragios proporcionó al PVEM, con 190 mil 487; en el Estado de México logró 183 mil 745; Guanajuato, 182 mil 088) y el Distrito Federal, 150 mil 278.
En Tabasco, donde el PVEM disputó los votos al PRI –de ese partido salieron sus dirigentes y principales candidatos-, cosechó 123 mil sufragios. Un resultado que encendió las luces de alerta en el tricolor local.
UN GOBIERNO QUE PREGUNTA
DIJO EL AHORA ex ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis: “la democracia es un sistema en el que la gente común toma decisiones complejas”. Respondió de esa manera al cuestionamiento de que no se podía consultar al pueblo sobre los acuerdos financieros con la Unión Europea y la llamada “troika”.
No puedo resistir la tentación de compartir con los lectores algunas respuestas sencillas sobre un problema enmarañado que el polémico economista dio en una entrevista con el periódico EL MUNDO (Madrid, 06 de junio/2015).
Expuso: “Lo que ha ocurrido aquí es muy sencillo, déjeme que se lo explique: el 25 de junio pasado, como representante de Grecia en el Eurogrupo, me presentaron una propuesta de acuerdo. Yo estudié esa propuesta, nuestro Gobierno griego estudió esa propuesta y llegamos a la conclusión de que era completamente inviable, que aunque la aceptáramos era imposible que funcionase. Pero como somos un Gobierno responsable y europeísta, decidimos que al igual que no habíamos recibido el mandato de nuestro pueblo para hacer pedazos ese acuerdo, tampoco habíamos recibido el mandato para decirle a los griegos y a nuestro Parlamento que ese acuerdo nos parecía válido, porque no nos lo parece. Dado que nos planteaban un ultimátum, dejamos la respuesta final en manos del pueblo griego. El pueblo es soberano, y el pueblo decidirá qué hacer. Eso se llama democracia”.
Dijo Varoufakis: “Créame que hemos hecho absolutamente de todo para lograr un acuerdo. Mire las cosas que hemos propuesto: hemos aceptado cosas en las que no creemos para nada de nada, políticas con las que estamos absolutamente en contra. Hemos aceptado seguir con la austeridad, cuando sabemos que la austeridad no funciona. Lo único que pedíamos a cambio era que esa austeridad no recayera en los pobres, sino en los ricos. Y claro, no les gustó. Y también pedimos que nos reestructuraran la deuda, precisamente para poder pagarla. Y nos respondieron que bueno, que tal vez más adelante...” Le preguntaron al pueblo griego y la respuesta fue apoyo total a su gobierno.
Cuando le comentan al entrevistado sobre las versiones de que Grecia se negaba a pagar respondió algo que es válido para para muchas situaciones: “A los lectores de su periódico me gustaría mandarles un mensaje: por favor, no se dejen convencer por lo que dicen los otros y decidan por ustedes mismos. Lean nuestras propuestas y juzguen ustedes”.
ME COMENTA un amable lector en relación a mi columna referente a los delitos sin castigo y a la falta de denuncia por parte de las víctimas que hay un ingrediente para incluir entre los factores de desconfianza:
“La impunidad se exponenció –dice- a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio, cuando la población percibió que hasta gente blindada, como el candidato del todo poderoso PRI podía ser asesinado. Hubo muchas deficiencias y graves fallas al protocolo de investigación, desde la escena del crimen que se vulneró en el inicio.
“El ciudadano al saber que las policías son cómplices o jefes de criminales –señala el lector-, tienen miedo de hacer la denuncia porque al dar sus datos personales quedan a merced de ellos” (de los delincuentes y de los policías). Debo añadir que los propios agentes del ministerio público reconocen que la posibilidad de que un agresor pueda seguir su juicio en libertad llega a representar un riesgo adicional. Si hay miedo además de desconfianza, menos hay denuncia. Es algo que debe combatirse con hechos. (
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