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Home Escala Crítica POLÍTICAS CONTRA LA POBREZA EN MÉXICO: ACARREO, DISPENDIO Y DESORDEN

POLÍTICAS CONTRA LA POBREZA EN MÉXICO: ACARREO, DISPENDIO Y DESORDEN

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 Escala Crítica/Columna diaria 

 
* 20 programas diferentes desde 1970, sin éxito.    
* Clientelismo electoral disfrazado de ayuda social.  
* El diseño: asistencialista, sin supervisión cruzada.     
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA POBREZA en México es una realidad inmemorial que goza de cabal debilidad en el siglo XXI: se concentra en regiones rurales/indígenas y en cinturones de miseria que rodean a las grandes ciudades, pero poco a poco invade otros espacios urbanos. En nuestro país, desde 1970 a la fecha, se han ejecutado 20 programas nacionales contra la pobreza. Esto comenzó, pues, con Luis Echeverría como Presidente, mientras que programas anteriores no eran reconocidos por el gobierno federal como programas contra la pobreza, sino como programas sociales o de asistencia social.     
POBREZA CON CIFRAS CAMBIANTES  
 
EN LA FRANJA de la pobreza se ubican 34 millones de personas, de un total de 120 millones, en las cifras del INEGI. Son cifras debatibles, que cuadran con la definición de lo que es ‘pobreza’ para un estudio socioeconómico determinado. El INEGI no contabiliza como pobres a quienes ganan el salario mínimo (entre 66 y 70 pesos hasta 2015; 73.45 en 2016). En cambio, para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuya definición de pobreza incluye a personas que ganan el salario mínimo y un poco más (90 pesos mexicanos), la cifra de pobres alcanza los 45 millones. 
El Banco Mundial, con un parámetro más alto para ubicar la franja poblacional de pobreza (hasta 125 pesos mexicanos), contabiliza 55 millones de pobres. Así pues, cambia la cantidad de pobres según sea la cifra de pesos/salario asignada para identificar ‘pobreza’.     
¿Cuántos son los pobres en México? No lo sabemos a ciencia cierta. Los estudios socioeconómicos olvidan factores que pueden incrementar las cifras. Por ejemplo, la clase media universitaria menguante, reseñada aquí en días pasados (2.8 millones de personas), o el problema de los pensionados (10 millones de personas).
Dejemos esas cuentas entre paréntesis y enfoquemos la siguiente pregunta: ¿Por qué fracasan los programas gubernamentales contra la pobreza?   
 
ORIGEN ES DESTINO: BOTÍN POLÍTICO 
Y DISPENDIO ESCONÓMICO 
 
EN MÉXICO, los programas contra la pobreza surgieron como parte del Estado benefactor, ese ogro filantrópico del que habló Octavio Paz. No parece casualidad que después del 68 estudiantil y las guerrillas rurales y urbanas surgidas también en los años 60s, el gobierno federal implementara programas contra la pobreza. La protesta tomaba cauces peligrosos para el ogro estatal. El control se perdía. Por ello se crearon fideicomisos, programas paliativos e incluso un cargo honorífico para la primera dama (María Esther Zuno) en el IMPI, Instituto Mexicano de Protección a la Infancia. ¿El objetivo gubernamental? No el combate frontal a la pobreza, sino el control político vía inyección de recursos a grupos sociales que así gritaron en coro el famoso lema: “¡arriba y adelante!”. 
La estrategia echeverrista, no tan filantrópica en sus fines, demoró por dos sexenios el debate sobre cómo enfrentar el problema de la pobreza y embarcó al país en una escalada de endeudamiento y devaluaciones que aún padecemos. Arriba y adelante. Hubo una oportunidad de atender aspectos estructurales de pobreza, pero se perdió en los delirios populistas y descontroles económicos del echeverriato.        
Siguieron en la fila del régimen priísta la hecatombe financiera lopezportillista (1976/1982) y delamadridista (1982/1988), cuando sin competencia electoral los programas contra la pobreza pudieron ser menos politizados en su control y más dinámicos socialmente. Otra oportunidad perdida. Y precisamente,  después de las polémicas elecciones presidenciales de 1988, llegó el clientelismo electoral salinista como factor clave para atender a los pobres. Ese modelo no ha cambiado y los gobiernos federales panistas también cojearon del pie electorero: la pobreza se atiende mirando los votos. 
Mientras tanto, el dispendio económico de recursos es monumental, aunque en años recientes se supone que esos programas tienen controles institucionales y no pueden usarse electoralmente.     
En apretado resumen: los programas contra la pobreza han fracasado por 1) Una voluntad estatal de control político; 2) Un diseño asistencialista, que no atiende el desarrollo estratégico de regiones y ciudades; 3) Un derroche de recursos con mira electoral; 4) La falta de supervisión y control de esos programas, que provoca dispendio y corrupción.   
SUPERVISAR LOS PROGRAMAS 
DE MANERA CRUZADA, UNA MANERA
  
A DECIR de su documento fundador, El EZLN se levantó como guerrilla en Chiapas por 30 mil niños al año que morían de enfermedades curables (disentería y gripe con fiebre). Una investigación de la UNAM (2014) concluye sobre el combate a la pobreza: “Se necesita una visión ética de la política social de un proyecto de gobierno, que a su vez se potencialice con un diseño estructural que considere regiones rurales y necesidades concretas en la periferia de las grandes ciudades”. 
Una forma de supervisar programas gubernamentales contra la pobreza: que un partido distinto al partido en el gobierno supervise los recursos y su aplicación. Esto ocurrió en varios países de Europa, durante la reconstrucción realizada al terminar la segunda guerra mundial. También ocurrió en Hungría, entre 1956 y 1958. ¿Cuándo ocurrirá en México? ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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