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Home Escala Crítica TRABAJO, SERVICIOS Y CALIDAD DE VIDA; MÉXICO EN CALAMBRES DEMOGRÁFICOS

TRABAJO, SERVICIOS Y CALIDAD DE VIDA; MÉXICO EN CALAMBRES DEMOGRÁFICOS

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 Escala Crítica/Columna diaria

* Hay 43 millones de adolescentes y jóvenes: ¿y las fuentes de trabajo?    
* Productividad del país en declive, tenemos 28 millones de adultos
* El horizonte de abandono con 13 millones de adultos mayores
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LOS ESTADOS de Tabasco, Campeche y Chiapas aparecen en el reporte “¿Cómo Vamos?” referidos por su mayor caída en el crecimiento económico, un creciente desempleo y un altos empleo informal. De Tabasco se dice que en el tercer trimestre del 2015 –falta el balance del cuarto trimestre- redujo 2 mil 146 empleos contra la meta y necesidad de abrir 5 mil 550 empleos formales. Un déficit que sube. Ocurre en todo el país pero impacta especialmente en los estados petroleros del sureste.
Aunque Tabasco vive circunstancias especiales, tampoco se puede afirmar que la crisis de crecimiento se reduzca a condiciones únicamente locales. Pasamos por aquello que los economistas califican como una crisis estructural. Aún más, se afirma que los padecimientos no son por la enfermedad sino que se han agudizado por el tipo de medicina recetado. Nos asomamos al contexto nacional para que usted saque sus conclusiones.
Antes le menciono que la drástica reestructuración que se avecina en Pemex, tarea que Enrique Peña le encargó a José Antonio González Anaya, comisario de los ajustes en el IMSS, es un tema que debe seguir muy de cerca la clase política, empresarial y gubernamental de Tabasco.   
 
MANO SIN OBRA
LA CREACIÓN de empleos seguirá siendo el principal reto de México en la tercera década del siglo XXI. Son 43 millones de adolescentes y jóvenes que, mano de obra potencial, requieren una respuesta inmediata. De otra manera, aparece el canto de sirenas con la migración a Estados Unidos (2 millones de indocumentados por año, en cifras del gobierno de EU) o la puerta negra del crimen organizado o la delincuencia común. Un dato de la DEA estadounidense sobre el cártel de Sinaloa, pese a la recaptura del Chapo Guzmán, llama poderosamente la atención: “tiene presencia en 54 países y recluta miles de jóvenes mexicanos de norte a sur”.               
Si pensamos en la población mexicana adulta (28 millones de personas entre los 29 y los 59 años de edad; cifras del Consejo Nacional de la Población, 2015), la situación da un giro: la productividad del país está en juego, no sólo la creación de empleos. Hay una variada gama de oficios que realizan personas en este rango de edad: trabajadores de la construcción, obreros de plantas industriales y maquiladoras, campesinos, encargados de tianguis y changarros, traileros, agentes viajeros, choferes de transporte público y privado. México se mueve por esos adultos.         
Mientras tanto, la población mexicana de adultos mayores (la llamada tercera edad, de 60 años en adelante) es de 13 millones y padece una situación de abandono social en su mayoría. Lo veremos con datos duros. Por ahora, con los segmentos de población mencionados se observa un reto mayúsculo como país: la diversificación de políticas y acciones gubernamentales para atender demandas específicas de poblaciones específicas. Esto, de entrada, no aparece con énfasis estratégico en los programas de gobierno a nivel federal, estatal y municipal. Y entonces no se atiende con eficacia. Los calambres demográficos de México se incrementan año con año.   
      
MI JUVENTUD POR UN EMPLEO DIGNO      
 
LOS JÓVENES necesitan trabajo para no engrosar a las filas de la generación ni-ni (ni estudia, ni trabaja), pero el país no puede generar los dos millones de empleos anuales que se necesitan. Es un problema que a nivel macro se trató de resolver con autoempleo y autogestión empresarial, como lo intentó por dos sexenios (2000-2012) el gobierno federal emanado del PAN, que dijo ‘¡pon tu propio changarro!’ (Fox) y ‘hay que ser un empresario emprendedor desde muy joven’ (Calderón). Algunos resultados fueron medianamente exitosos, en el norte y centro del país, donde la autogestión se sostuvo; pero en el sur/sureste los resultados terminaron en cartera vencida, con jóvenes emprendiendo la huida ante créditos que ahora como deuda los persiguen.
Así pues, la ampliación del horizonte empresarial con autogestión juvenil no tuvo el impacto deseado por los gobiernos panistas. La idea en sí era estimulante, pero no todos los jóvenes mexicanos tienen un capital para iniciar su changarrito. Para los jóvenes sin dinero, abrumadora mayoría en México, el empleo remunerado es la opción preferencial. Los gobiernos -ya se aprendió a la mala-, deben ampliar la planta productiva de México y, por tanto, la creación de empleos en escala masiva. Fue ingenuo creer que México era sólo norte y centro. Y fue un defecto de clase política/empresarial apostar por una política de autogestión emprendedora para abatir el desempleo.               
 
ADULTOS Y CALIDAD DE VIDA
 
La vida productiva de un individuo en el sistema capitalista global se prolonga de los 29 a los 59 años de edad. La fila de la desolación lo espera después, salvo excepciones de empleadores que con visión y astucia siguen aprovechando la experiencia acumulada del sujeto/trabajador.
No es nada fácil para un adulto encontrar empleo digno en el México neoliberal, aunque la generación neoliberal prometió la abundancia desde el gobierno, como antaño lo hicieron generaciones herederas del discurso al mismo tiempo revolucionario e institucional. No es nada fácil, también, construir un patrimonio para su familia y para su vejez. 
Pasemos a los datos: de los 28 millones de adultos entre 29 y 59 años de edad, la mitad están desempleados; de los que trabajan, 6 de cada 10 se sienten explotados, 7 de cada 10 no tienen servicios médicos de calidad, 8 de cada 10 no tienen vacaciones ni reparto de utilidades; esto se ha recrudecido entre 1995 y 2014 (CONAPO/2015). 
Ahora pasemos al sombrío panorama de adultos mayores, de 60 años o más: de los 13 millones en ese rango de edad, 82% (casi 9 millones) vive algún grado de pobreza, monetaria o alimentaria; sólo 3 de cada 10 cuenta con una pensión; sólo 2 de cada 10 puede solventar sus gastos (o sea: para solventarlos reciben ayuda familiar o de algún programa gubernamental); 3 de cada 4 en el rango de los 60-65 años de edad (2.3 millones de personas) siguen trabajando pese a su jubilación; uno de cada 4 en el rango de los 80 años de edad o más (900 mil personas) trabaja por salarios equivalentes al mínimo; 3 de cada 10 sufre algún tipo de maltrato físico, verbal/psicológico y robo a sus bienes; 3 de cada 5 sufren violencia física dentro de la familia. No es un horizonte para celebra.  ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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