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Home Escala Crítica CIUDADANÍA, POLÍTICA Y SEGURIDAD; DEMASIADOS RECURSOS, POCOS RESULTADOS

CIUDADANÍA, POLÍTICA Y SEGURIDAD; DEMASIADOS RECURSOS, POCOS RESULTADOS

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Más dinero a las policías y a los partidos no resuelve el problema
*Ignoramos lo que no nos afecta, hasta que es demasiado tarde
*El poder se concentra en unos cuantos, sin participación ciudadana  
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN POLÍTICA y seguridad, como en La Paloma del poeta Rafael Alberti, la sociedad mexicana se ha equivocado de medio a medio: “Creyó que el norte era el sur, que la calor la nevada”. Pareciera que las buenas intenciones son forzosamente castigadas. Hemos ido justo en dirección contraria a la anunciada por diferentes políticas gubernamentales en varios sexenios. Se trata de una equivocación que se ha recrudecido, que se vuelve a equivocar, como veremos. 
En política, para nivelar el piso de la competencia electoral, desde los años 90 se pensó que el presupuesto vía dinero público a partidos cancelaría  compromisos inconfesables, lo mismo que la intromisión de actores privados o el crimen organizado en las campañas. ¿Resultado? Gastos exorbitantes que no han evitado compromisos incómodos y la mezcla de poder, narcotráfico y política. El dinero creó una nefasta dependencia. Los comicios recientes en 14 estados del país son una muestra: más dinero no garantiza mejores campañas, mejores propuestas y más presencia en las urnas.  
En seguridad, para atender la creciente ola de violencia en el país (28 mil desaparecidos en los últimos 10 años; 190 mil muertes violentas entre 2007 y 2014) Felipe Calderón decidió utilizar a las fuerzas armadas (Ejército y Marina) en funciones policiales, mientras se lograba el mando único, capacitación competente y mejores equipos en los cuerpos policiacos. Lo hizo el PAN en los Pinos y el PRI actual refrendó la estrategia. ¿Resultado? Derechos humanos precarios y atropellados, cuestionamientos internacionales y desorden logístico por mandos dispares que no asumen responsabilidades con claridad. Y el mando único todavía sujeto a negociaciones entre partidos.
Así seguimos en política y seguridad: con escenarios que se supone nadie quiere, pero que no desaparecen con la enunciación de buenas intenciones. 
 
HIPÓTESIS INVERSA: RECURSOS,
FALTAN CANDADOS REALES
 
UNA Y OTRA VEZ se trata de explicar el caos político/partidista y la inseguridad en México, con el argumento de que no se inyectan los recursos suficientes. De ahí se agarran políticos y gobernantes para engordar el presupuesto. Se trata de un error de perspectiva con media verdad: a las policías locales (municipales y estatales) no se les inyectan recursos suficientes, es cierto, pero en todo lo demás debe aplicarse una hipótesis inversa: hay recursos públicos y los presupuestos destinados se han multiplicado por 20 desde 1992 (UNAM 2016: “dinero gubernamental y problemas sociales”). 
En un minucioso estudio internacional (informe 2014 del Banco Mundial, sobre política y seguridad), México es primer lugar en presupuesto destinado a partidos políticos en América Latina y segundo a nivel global (superado por Noruega), mientras que ocupa la tercera posición en materia de recursos destinados a combatir la delincuencia y el narcotráfico (Italia y EEUU encabezan la lista mundial). El problema no es el dinero, sino a qué bolsillos va a parar.
¿Dónde está el fallo mexicano? Hay tres aspectos a mejorar, según los dos informes citados: a) seguimiento de las políticas gubernamentales, porque no hay continuidad y eso lo observamos a cada término de gobierno con borrón y cuenta nueva; b) supervisión ciudadana, a través de organizaciones civiles y de derechos humanos; c) transparencia en el uso de los recursos.                         
 
HAY UN ECLIPSE CIUDADANO 
 
SE TRATA no sólo de fallos políticos o gubernamentales: hay cosas que los ciudadanos hemos dejado de hacer. Un ‘nosotros’ gigantesco, desparpajado y solidario, que surgió de movimientos civiles a lo largo del siglo XX, se ha perdido en el inicio del siglo XXI en México. Revisemos la historia: nuestro país ha sido rico en organizaciones que tuvieron una meta colectiva, que por su empuje fundaron instituciones; ahora prevalece el individualismo.
Se equivocó la paloma ciudadana porque pensó que el trabajo estaba hecho con las piezas en su lugar. Pues no: hay que resetear el disco de la sociedad civil, para presionar a los políticos, a los poderosos y a los gobernantes mediocres. Esa es la apuesta analítica del historiador Enrique Krauze en un  texto titulado “Desaliento de México”, donde escribe sobre las razones del cortocircuito: “¿A qué se debe entonces la aguda inconformidad con el funcionamiento de la democracia? La falta de memoria histórica es una causa genuina, pero menor. La mayor apunta a tres palabras vinculadas en la imaginación pública –y en la realidad- con la política y los políticos: corrupción, violencia e impunidad”.  Podemos añadir que la corrupción es también otra forma de violencia.      
En este sentido, hay que ubicar un punto preocupante: ¿qué tanto hacemos los ciudadanos para no participar activamente de la corrupción, la violencia y la impunidad? Una cosa es padecer. Otra es fomentar, por omisión, desidia o conformismo. O resignación. Aquí parece gestarse una crítica al tipo de ciudadano que somos: cuando no es contra nosotros directamente, dejamos pasar el problema. Y que otros se las arreglen cómo puedan. Pero cuando nos toca, entonces miramos y encontramos el desierto alrededor, con instituciones desquiciadas y un sistema irrompible, a prueba de esfuerzos solitarios. En la desgracia nos topamos con la burocracia. A nuestra previa indiferencia ante el dolor ajeno responde la indiferencia hacia lo que nos ocurre.
   
¿EL PÚBLICO PERJUDICA LA TELEVISIÓN? 
 
ESA PREGUNTA fue el título de una ponencia que los italianos Paolo Fabri y Umberto Eco presentaron en un congreso de sociología (años 60). La tesis central daba un giro de 180 grados a la hipótesis de una televisión mecánicamente malvada. Esto es, que la televisión que tenemos es producto del público y no al revés. De la misma manera habrá que pensar en México: ¿la ciudadanía perjudica al gobierno? ¿Tenemos tal gobierno por ser como somos? Ése sería el principio de un reajuste en los comportamientos públicos, para luego –sin bajar los brazos- pasar la bolita a los poderosos, que no son llamados a cuentas. Pues si los ciudadanos no presionan a políticos y autoridades, ¿entonces quién? ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
Última actualización el Sábado, 04 de Junio de 2016 22:51  

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