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Home Escala Crítica JÓVENES Y CRIMINALIDAD: TRAGEDIA EVIDENTE ANTE LA FALLA ECONÓMICA

JÓVENES Y CRIMINALIDAD: TRAGEDIA EVIDENTE ANTE LA FALLA ECONÓMICA

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 Escala Crítica/Columna diaria

 
*Un esquema profesional y laboral margina; el delito los atrapa
* Cifras alarmantes: no sólo la pobreza, también los reflectores
* De pequeñas infracciones al crimen organizado y multiplicado
Víctor M. Sámano Labastida
 
CUANDO en un país los jóvenes son carne de cañón del crimen organizado, se elimina cualquier noción de desarrollo social con viabilidad. México ha llegado a ese punto: multitud de jóvenes elige la autopista de la delincuencia frente a la ausencia de estudio y trabajo. Sin opciones no hay horizonte sino un callejón sin salida. No es casual que ahora escuchemos de propuestas de inclusión para quienes el sistema sólo les depara la marginación. 
Los testimonios que nos traen las noticias diariamente lo confirman: cada vez un mayor número de adolescentes y jóvenes se cruzan la frontera de lo legal hacia lo ilegal criminal. Se estima que cada año, desde 2008, se incrementa en 30 por ciento el número de jóvenes detenidos por algún delito. 
Un comparativo histórico entre el índice de desempleo y el incremento de la criminalidad en México, arroja luz al panorama de los jóvenes en México: el  desempleo se ha disparado desde principios de los años 80, con un acumulado de -250% en 35 años, mientras la criminalidad se ha multiplicado por 15 en delitos cometidos, entre 1980 y 2014 (Colegio de México 2015, dossier “Condiciones sociales y criminalidad nacional”). La correlación  desempleo y criminalidad es evidente. El delito pasa a ser una aberrante posibilidad de ingresos. 
 
JÓVENES POBRES Y RICOS: SEDUCIDOS
 
HAY QUE  advertir: no sólo se jala a los jóvenes sin opción social. Hay registros periodísticos de que el modo de vida narco atrae a jóvenes adinerados en el norte, puesto que el negocio crece si se engancha a consumidores con poder adquisitivo. Así, de acuerdo con investigaciones estadounidenses (Miami Herald, San Diego Cronicle) jóvenes de ambos sexos en Sinaloa, Sonora, Nuevo León y Tamaulipas, son seducidos por el dinero y el poder de las armas, para convertirse en ‘chambelanes’ que atraen a más jóvenes al oscuro mundo de los estupefacientes. La adicción juvenil deviene atmósfera cultural en el norte: canciones del ‘género narco’, exitosas aunque prohibidas legalmente, lo demuestran.        
No sorprende que encontremos en este siglo XXI mexicano los símbolos más ominosos del deterioro juvenil. El Ponchis, publicitado sicario sinaloense de 13 años de edad. Los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán y su ostentoso uso de redes sociales, anticipando la segunda fuga; por ejemplo, el affaire entre la actriz Kate del Castillo y el Chapo, que comenzó con una carta abierta de Kate  pidiéndole “utilizar su poder para hacer el bien”. No es fácil hacer una lectura psicológica coherente de tales despropósitos, pero ayudan a comprender un punto fundamental: el posicionamiento del crimen organizado en la cultura nacional y el derrumbe moral de los jóvenes, atrapados por el éxito social de  criminales.                 
Esa fascinación juvenil por el mundo narco crece: no hay antídotos a la vista. El crimen organizado ha hecho de la estrategia de cooptación juvenil su principal reserva de personal.  
   
DESFASES GENERACIONALES: 
LA EVIDENCIA LITERARIA
HAY QUE recurrir a los clásicos de la literatura mexicana en calidad de sociología narrativa: la juventud de otras épocas no estaba tan cercana al mundo criminal. Los mexicanos de principios y mediados del siglo XX pasaban de la niñez a una ‘juventud adulta’ sin atravesar la adolescencia. El trabajo temprano en el campo definía una madurez obligada, con riesgos existenciales en los que no aparecía el crimen organizado. Juan Rulfo y Agustín Yáñez lo plasmaron así: los peligros eran el cacique, el alcohol y el machismo.
La transición literaria que significó Carlos Fuentes, ubicando sus personajes en la ciudad (La región más transparente, 1956) mantuvo el campo juvenil fuera de las coordenadas del crimen organizado: hay ambiciones sociales, vida nocturna y gusto por el poder político, pero no participación directa en el crimen organizado.
En los años 60 y 70, con la literatura de la onda, el registro narrativo da un vuelco para situar cambios culturales visibles: los jóvenes urbanos crearon una atmósfera de curiosidad sexual, rock, psicodelia, pandillas y drogas, pero no hay crimen organizado cerca de ellos. Si se revisan las obras de José Agustín, Parménides García Saldaña y Gustavo Saínz, la evidencia literaria arroja una juventud placentera y desordenada, sin rastros de que sea inducida  socialmente al campo de la delincuencia. Hay ya un asombro de los adultos (‘la momiza’) por las conductas de los jóvenes, pero no hay criminales juveniles de siete suelas. 
En los años 80 y 90, con Paco Ignacio Taibo II y sus tramas policiales, más Luis Zapata y José Joaquín Blanco desde el flanco erótico, el panorama juvenil comienza a virar hacia la delincuencia, aunque no se ha dado el giro definitivo: los jóvenes ya tienen ofertas del crimen organizado, pero soportan el canto de las sirenas. Lo mismo pasa con las novelas de Héctor Aguilar Camín, sobre todo Morir en el Golfo y La Guerra de Galio: hay ofertas para delinquir, pero se preserva el lado ético del personaje joven.  
Es hasta el siglo XXI que la literatura exhibe a la juventud en idilio con el crimen organizado. Jorge Volpi, Ignacio Padilla y Juan Villoro, más la evidencia externa del norteamericano Don Winslow y el español Arturo Pérez Reverte, describen la conexión definitiva entre personajes jóvenes y crimen organizado. Se trata de un ambiente que devora ilusiones de progreso recto y que no hace distingos entre hombres y mujeres (de ahí la Reina del Sur, de Pérez Reverte). Las opciones sociales se agotaron y aparece el reconocimiento del poder de las armas y la seducción social del crimen organizado. El secuestro de los jóvenes -en la realidad-, ha sido prefigurado por la literatura. Pero digamos también que la vida de millones de jóvenes mexicanos es también una especie de secuestro social en el lado obscuro del crimen por la marginación. Volveremos a este tema desde el ángulo político. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
 

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