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Home Escala Crítica CUAUHTÉMOC BLANCO Y DUARTE: NEGOCIOS PRIVADOS, DINERO PÚBLICO

CUAUHTÉMOC BLANCO Y DUARTE: NEGOCIOS PRIVADOS, DINERO PÚBLICO

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Dos ejemplos de lo que no puede seguir: Cuauhtémoc y Duarte
*Un millonario que hace millonario a un político por herencias
*Un producto de la televisión que se alquila a para jalar votos
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LUGAR común del análisis sociopolítico: no es lo mismo la democracia formal  que la democracia real. Sin embargo, no por ser lugar común desaparece la tragedia de enunciar una democracia y padecer la otra. Basta ver dos escándalos nacionales recientes que practican el ‘testaferrismo’ con cinismo: el vapuleado gobernador de Veracruz, Javier Duarte (castigado por perder elecciones) y el alcalde de Cuernavaca,  Cuauhtémoc Blanco, exfutbolista profesional. 
Testaferro es “una persona que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio, que en realidad es de otra persona”. Precisamente el testaferrismo sin red es lo que se ha ventilado sobre Duarte y Cuauhtémoc. Lo veremos con datos en cada caso. Por lo pronto, abundemos en el dilema democracia formal o democracia real.  
LEJANÍA DEL CIUDADANO Y PALACIO
LOS CIUDADANOS comprueban en la aplicación de justicia la diferencia entre lo real y lo plasmado constitucionalmente. Para que el aparato legal se ponga en marcha, se necesita más que la mera presencia en barandilla. Por esa razón, el ciudadano prefiere no perder tiempo en la denuncia: 9 de cada 10 delitos en México quedan impunes (dato de la Comisión Nacional de Derechos Humanos). Lo obvio aparece: una cosa se plantea el Estado de Derecho y otra cosa es lo que observan los ciudadanos cuando se trata de su aplicación real. .     
En la democracia formal tenemos un modelo de convivencia puesto por escrito: instituciones, reglas, principios, actores políticos y sociales tienen un rol y su funcionamiento (teórico) es impecable; en la democracia real, el modelo de convivencia choca con el factor humano: ambiciones, fisuras y errores aparecen con mayor frecuencia que las virtudes puestas por escrito. Eterna pelea entre el ser y el parecer de una sociedad. Hay ejemplos muy actuales en Tabasco y se multiplicarán con la cercanía de las campañas. Veremos la política real ante el espejo de la ideal ausente.
El análisis sociopolítico plantea también que, incluso reconociendo las imperfecciones de toda empresa humana puesta en práctica, la eficacia de un modelo político específico (republicano, representativo y democrático) depende de eliminar las distancias entre el ser y el parecer. Se trata de hacer corresponder lo que se dice con lo que se hace.  Puede buscar el lector unas palabras de Víctor Trujillo (en internet) sobre la senadora defeña Martha Tagle, para cotejar un esfuerzo político en ese sentido. Por ello, a menor distancia entre la norma escrita y lo realmente aplicado, el sistema político tiene una gobernabilidad sólida y mayor legitimidad. Justo lo que falta hoy en nuestra democracia dolorosamente real. 
México, desde hace más de 25 años, transita hacia un modelo político de cambio institucional en varios frentes, incluyendo el frente principal que miran los ciudadanos: la arena política, la de los votos. La res pública (cosa pública), como quería Aristóteles, se examina con detalle, convirtiéndose por ello en un asunto que ventila el ser y el parecer de la nación. ¿Cómo se observa la arena política desde el ángulo ciudadano? Bueno, escándalos en el estilo de Duarte y Blanco ofrecen la peor cara de la política.        
 
DUARTE, HEREDERO SIN QUERER  
 
Una nota del diario Reforma (agosto 27) informó de documentos públicos notariados que validan la decisión testamentaria del empresario y político cordobés Moisés Mansur para heredar sus propiedades al también cordobés Javier Duarte, entre ellas un edificio en Lomas de Chapultepec y una oficina en Polanco, las zonas más caras y exclusivas del DF. Le llueve sobre mojado a Duarte, pues el SAT realiza desde hace 2 meses una auditoría sobre su administración.
¿Qué dijo Moisés Mansur? Su defensa es enjundiosa, con leves toques de humorismo involuntario: “Duarte es mi más cercano amigo, por eso lo heredé, aunque ese testamento data del 2006 y puede cambiar”; “Duarte no supo de mi decisión, no estaba enterado”; “Duarte no era gobernador en ese entonces, faltaban 5 años para eso”. Mientras tanto, el gobernador electo Miguel Ángel Yunez, que ya había denunciado esto, enfatizó: “hay una vinculación de negocios ilícitos entre Duarte y Mansur, por lo que la Procuraduría General de la República tiene que actuar de inmediato”. Es un drama donde los perjudicados son la verdad y los veracruzanos.        
Un dato: el lunes renunció José Antonio Mansur Beltrán, quien despachaba como delegado federal de la Secretaría de Economía en Veracruz. Directivo de los clubes de beisbol Rojos del Águila y Cafeteros de Córdoba, José Antonio es hijo de Moisés Mansur el dadivoso testador de Duarte.                        
CUAU EL PEDIGÜEÑO
En televisión nacional, sin rubor alguno, Roberto y Julio Yáñez, del Partido Social Demócrata (PSD, local) ‘denunciaron’ que el futbolista Cuauhtémoc Blanco fue contratado por 7 millones de pesos para contender a la alcaldía de Cuernavaca, Morelos. El extraño objetivo de ese extraño contrato era “llevar felicidad a la ciudad de la eterna primavera”. Cuauhtémoc negó todo y dijo que demandará porque se falsificó su firma en el contrato, pero hay cheques bancarios que validan la cantidad mencionada y lujos que le son reconocidos al Cuau: frigobar con bebidas de todo tipo y camionetas bien equipadas. 
Los hermanos Roberto y Julio Yáñez “descubrieron” hace unos años lo que muchos otros saben y lo hacen con más malicia: que fundar un partido político puede ser un gran negocio. Después de arrebatarle la franquicia del PSD a Jesús Escamilla en el 2012 Roberto se postuló para gobernador y Julio para diputado plurinominal. El primero obtuvo apenas el 4.12% de los votos, pero suficiente para mantener su registro. Para el 2015 descubrieron la fórmula: contratar a alguien famoso, venderlo como “producto ancla” y ofertar las demás candidaturas a cambio de un pago y el compromiso de contratos y posiciones. Les resultó: ganaron la alcaldía de Cuernavaca con apenas un 29% de los votos y dos comunas más.
Una frase imperdible de esta historia: “Queríamos comprar esperanza”, dicen los empresarios Yáñez metidos a políticos. Lo cierto es que construyeron una estafa que debe investigar el Instituto Nacional Electoral. ¿Cómo creer en la democracia formal, con esta realidad? Buscar villanos en esta historia resulta irrelevante: tanto los dirigentes del PSD como el “Cuau” faltista en Cuernavaca son producto del sistema: otra grieta de república lastimada. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 
Última actualización el Martes, 30 de Agosto de 2016 20:03  

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