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*Efectos secundarios de la fallida entrevista de EPN con Trump

*Llega Meade como bateador emergente, con marcador en contra

*Muy difícil remontar el desgaste económico y político para el 18

 

Víctor M. Sámano Labastida

 

EN AGOSTO de 2015, apenas unos días antes de su tercer informe, el presidente Enrique Peña Nieto anunció cambios en casi la mitad de su gabinete. De los 22 cargos más cercanos, removió a los titulares de diez dependencias, entre estos siete secretarías. Ayer, a menos de una semana de pasado su cuarto informe, le aceptó (pidió) la renuncia a Luis Videgaray, uno de sus más importantes colaboradores, amigo cercano y prospecto a la candidatura del 2018. Se dice que lo derribó el huracán Trump.

El 25 de agosto de este año, el habitante de Los Pinos salió al paso de los rumores sobre nuevas renuncias y relevos en su gabinete: “La verdad es que siempre se habla cada que viene un informe, se habla de cambios en el gabinete y creo que la atribución (sic) para hacer cambios en el equipo de trabajo puede venir en cualquier momento, en cualquier tiempo, cuando se estime necesario, no tiene que obedecer necesariamente a un informe o al cumplimiento de un año más de la gestión de trabajo”.

Seis días después, Donald Trump visitó a Peña Nieto y se desató una nueva tormenta que opacó el de por sí ya deslucido informe presidencial. Una semana después José Antonio Meade está debutando en su tercera secretaría en un sexenio. 

 

PROGRAMA O NECESIDAD

COMO usted sabe, los relevos, renuncias, destituciones, en un gobierno se dan bajo distintas circunstancias que básicamente se clasifican en dos grandes motivos: a partir de una evaluación del desempeño o por decisiones y hechos coyunturales (renuncias, enfermedad, busca de un nuevo cargo, presiones políticas). El retiro de Videgaray, uno los llamados “Golden Boys” del equipo del mexiquense Peña Nieto, tendría que obedecer a las dos condiciones: desempeño y coyuntura. No va a ningún otro cargo. No le fue fácil a Peña Nieto deshacerse del hombre de mayor confianza y asesor de cabecera.

Según el periodista Francisco Cárdenas Cruz (Los Golden Boys, Edit. Temas de Hoy) estos “chicos de oro” fueron reclutados por Arturo Montiel (tío de Peña Nieto y ex aspirante presidencial). Conformaron un grupo en el que se cuentan Videgaray, Luis Miranda (ahora titular de Sedesol), Del Mazo Maza, los Monroy (Carolina es los ojos y oídos de Peña en el PRI nacional) y a quienes se agregaron personajes como Aurelio Nuño y Enrique Ochoa Reza. El bloque compacto comenzó a tener bajas, aunque todavía buscará pasar la prueba de las decisivas elecciones del Estado de México el año próximo.

Desde que Peña Nieto fue designado candidato, Videgaray –su ex secretario de finanzas en Edomex-, se convirtió en operador privilegiado. En 2012 fue nombrado Coordinador de Políticas Públicas del equipo de transición del entonces presidente electo. Formó parte de lo que era conocido como el  “triunvirato” de un peñismo en ascenso. Los otros dos personajes con peso decisivo, los hidalguenses Jesús Murillo Karam y Miguel Ángel Osorio Chong. Sólo resiste este último.

En el círculo cercano, por afectos a EPN, se ubicaban en aquel 2012, Erwin Lino, Eustaquio de Nicolás, Enrique Jacob, Alejandro Nieto y Juan Carlos Ortega. También, por supuesto, Alfonso Navarrete (actual secretario del Trabajo), Gerardo Ruiz Esparza (secretario de Comunicaciones), César Camacho (ex dirigente del CEN del PRI) y Alfredo del Mazo Maza (actual diputado y aspirante a la gubernatura de Edomex). 

Pocos han destacado, salvo los viejos lobos del grupo hidalguense. De hecho, quien se mantiene ahora a la cabeza del equipo de Peña Nieto es Osorio Chong, seguramente objetivo de otro grupo dentro del PRI que busca ser factor en la ya entrada contienda por la candidatura presidencial: el salinismo. Veremos cómo arreciarán las presiones contra Osorio Chong.

En este juego del poder, la designación de José Antonio Meade como nuevo secretario de Hacienda, lo ubica en la carrera del 2018, para no dejar solo al hidalguense Osorio.  

 

EL BOMBERO PREFERIDO

ES MEADE Kuribreña es un caso notable dentro de la administración pública reciente. Logró transitar en dos sexenios con gobiernos de siglas distintas, PAN y PRI. Con Vicente Fox fue director de Banrural (banco y luego financiera); con Felipe Calderón, fue subsecretario de Ingresos, Secretario de Energía y Secretario de Hacienda. Ya en el sexenio de Peña Nieto debutó como titular de Relaciones Exteriores, pasó luego a Desarrollo Social y ahora ocupa el lugar de quien es visto con el artífice de la polémica invitación a Donald Trump.

Lo visible en estos ajustes lo ofrece el caso Trump-Peña. Pero ya desde las pasadas elecciones de junio pasado, cuando la evaluación de las políticas presidenciales se reflejaron en las urnas –sólo cinco triunfos del PRI contra siete del PAN y un ascenso innegable de Morena de López Obrador-, una primera medida fue retirar al otro hombre fuerte pero de un grupo contrario: Manlio Fabio Beltrones, identificado con Carlos Salinas, tuvo que dejar paso a Ochoa Reza, artífice de varios programas de Peña Nieto.

Hay quienes ven a Meade Kuribreña con el personaje clave para tratar de enderezar la ruta de un barco que hace agua. Poco tiempo y demasiado por hacer; muchos frentes abiertos.

Meade entra al relvo de Videgaray a pocas horas que el Congreso recibiera el paquete económico 2017. Escribieron Carlos Acosta y Juan Carlos Cruz en la revista Proceso (No. 2079) sobre dos factores clave en el contexto del programa presupuestal: “Uno, la urgencia de hacer correcciones en materia de finanzas públicas: abatir el ritmo acelerado del endeudamiento, que alcanzará un inédito 50.5% del PIB este año (…); y alcanzar un superávit primario (…) hacer que los gastos no superen  los ingresos”

Dos, apuntan Acosta y Cruz, los factores políticos. “El paquete económico llega en un momento de crisis del partido en el gobierno”.

¿Se confirmará que el paquete económico incluye adelantar la “liberalización” de los precios de la gasolina para el 2017? ¿Se echará ese trompo Meade?  Porque la decisión de dejar al libre juego de la oferta y la demanda los combustibles estaba prevista para el 2018, pero en ese año habrá elecciones y nada garantiza que las gasolinas bajen de precio, más bien lo contrario. ¿Podrá y querrá Meade combinar la experiencia de Sedesol, que se supone humanitaria, con las duras exigencias financieras? 

AL MARGEN

SI EL NUEVO  titular de Hacienda se mueve cómodamente en las aguas del PRI y del PAN, no hay que descartar un doble juego para el 2018. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )