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Home Escala Crítica EL LABERINTO DE LA POLÍTICA: RECORDAR PARA NO TROPEZAR

EL LABERINTO DE LA POLÍTICA: RECORDAR PARA NO TROPEZAR

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 Escala Crítica/Columna diaria

*Cuando el clientelismo y la manipulación se basan en el olvido
*Una receta para el desastre: ignorar lo que ya nos ha pasado
*Perdona, pero no olvides, dijo Nelson Mandela; una lección 
Víctor M. Sámano Labastida
EL ESCÁNDALO de hoy sepulta al de ayer, mañana habrá otro que nos hará olvidar o ignorar al precedente. Aún más, hay quienes se especializan en promover asuntos que distraen el interés público para evitar que se fijen en cuestiones importantes. Como le hemos comentado: lo interesante a cambio de lo importante. Se apuesta generalmente al olvido. Las cosas suceden tan rápidamente para el consumidor (de noticias) que no actúa como ciudadano (que elige). Las nuevas tecnologías abonan a la cultura del “tiempo real”. Se trata de saber primero, no de saber mejor.
Los políticos avezados en cinismo saben que “es imposible vivir sin olvidar", como lo expresó Federico Nietzsche. La clase política que medra cuenta con el olvido para ejecutar numerosas metamorfosis en la vida pública. Gatorpardismo recargado, el olvido resulta herramienta indispensable quienes solidarios consigo mismos buscan llevar oro a su molino. Por ello, de diferentes maneras, el poder político persigue al periodismo que persevera en la memoria del dato y las trayectorias. También es cierto lo contrario: el periodismo que construye diques de olvido con lisonjas y banalidades. 
Vicente Fox declara, con flaca memoria, que el debate Trump/Hillary “fue como ver la Bella y la Bestia”. Un político que se montó en la ola del marketing para escalar el poder y que con tremendismos verbales sorteó debates, no debería citar a Disney para emitir un juicio. Hay olvido en grado cabal. 
Lo mismo pasa cuando Enrique Ochoa, dirigente nacional del PRI, expresa que “el tricolor cambiará definitivamente” con las acciones partidistas promovidas contra gobernadores priístas en capilla. Quiere un ‘borrón y cuenta nueva’ demasiado rápido, sin evidencias del cambio real. Quiere el olvido, no la memoria.      
CIEN AÑOS DE DESMEMORIA
EL OLVIDO es un elemento clave para el funcionamiento de la política tal y como la conocemos. No hay mejor receta para el desastre y las ciencias sociales lo tienen ya codificado: el olvido permite atropellos, impunidad de ida y vuelta. El hombre es el único animal que se tropieza con la misma piedra. La trampa del olvido se lee en el aforismo del filósofo español Santayana: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”. Esta frase inapelable fue el centro secreto de la segunda novela más leída en castellano: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. 
En la  saga de los Buendía de Macondo, vemos cómo ocurren las mismas cosas a diferentes personas, repitiendo ciclos de vida que son colecciones de errores, públicos y privados. Los personajes desean, arañan, hacen la guerra y el amor, construyen y derriban valores, paren hijos en danza gozosa y poco a poco menguante, sin aumentar la sabiduría y la herencia cultural. La vida como ilusión de originalidad (‘lo que me pasa a mí es único e irrepetible’) sobreviene en incomprensión de las cosas. La sabiduría existencial puede esperar, “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. El olvido tiene funestas consecuencias, cuando se trata de vida pública. Por eso los poderes de Macondo (militares, hacendados y una transnacional norteamericana) silencian los vagones de ferrocarril llenos de cadáveres de trabajadores plataneros. La más grande represión en la historia de Macondo no puede registrarse históricamente porque nadie puede comprobar nada y, poco a poco, nadie recuerda nada. Y si nadie recuerda, la matanza de plataneros no existió. Lo que no se menciona, no sucede.  El Poder se viste con las galas y garras del olvido.                          
FUNES EL MEMORIOSO
HAY UN CUENTO de Jorge Luis Borges que se contrapone al olvido que campea en Macondo el escenario de García Márquez (recuerdo que Lácides García decía que Tabasco era una representación del Macondo colombiano). El cuento de Borges “Funes el memorioso”, nos lleva a la historia de un hombre lo recuerda todo. Mente y mundo, su existencia es memoria infinita: cada cosa que mira y escucha queda como recuerdo indeleble que se acumula. Funes huye de esa capacidad, incluso si le permite calcar el universo, porque vivir así es terrible. No hay reposo ni sueño, sino el registro atroz de todo lo que se percibe. Funes el memorioso parece una metáfora de las actuales bases de datos que lo registran todo sin destacar nada.  Recuerden a Nietzsche: “Es imposible vivir sin olvidar”. Entonces si no olvidamos realmente no vivimos, nos quedamos en la superficie.                   
La memoria pública, por supuesto, no tiene que apostar por recordarlo todo a la manera de Funes. Debe apostar por recordar lo que resulta significativo para mejorar la vida pública y los valores de individuos que sumados integran el cuerpo social (lo importante, más que lo interesante). La memoria social nos enriquece cuando aparta lo valioso de lo inútil, lo trascendente de lo superficial. Y resta cuando confunde el registro de todo con un museo que petrifica hechos, datos y cultura. Como bien se ha dicho: al no distinguir nos llenamos de basura. 
Por eso, la memoria valiosa es necesariamente selectiva. Por eso las fechas 2 de octubre de 1968 y 26 de septiembre de 2014 aparecen relacionadas en el horizonte público de hoy, atadas por el lazo de la impunidad y el desdoro de investigaciones gubernamentales.                    
NECESIDAD DE CONSIGNAR
MEMORIA y olvido son parte de la naturaleza humana, falible y fascinante. Hay una necesidad de olvidar hasta por razones de cordura. También el espacio público requiere memoria selectiva, porque todo se juega en el corto plazo y no se hace el esfuerzo de unir piezas aparentemente desperdigadas. La memoria selectiva se convierte en descifradora del rompecabezas social: da a conocer relaciones gratas o ingratas entre el político X con el político Y. El paso del tiempo favorece el olvido, aunque ciertamente no se desea un registro social como el de Funes el memorioso. Enfrentemos con el periodismo la necesidad de consignar y registrar, pero sabiendo por qué eso entra en la memoria y por qué lo otro se queda fuera. Lo que viene para México necesitará el cedazo de un registro minucioso, pero significativo. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
            
 
Última actualización el Lunes, 03 de Octubre de 2016 13:25  

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