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Home Escala Crítica LOS GRUPOS, NO LA MILITANCIA, SE PELEAN DIRIGENCIA DEL PRI

LOS GRUPOS, NO LA MILITANCIA, SE PELEAN DIRIGENCIA DEL PRI

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Escala Crítica/Columna diaria
*Necesaria democracia y reglas claras en los partidos
*Padece tricolor falta de una cultura para competir
*Grupos, tribus, familias; más poder, menos ideología

Víctor M. Sámano Labastida

EN TABASCO los dos mayores partidos están sin dirigente formal. Uno tiene un presidente interino, en el PRI José Antonio Aguilar Bodegas; otro un encargado de despacho, en el PRD Candelario Pérez Alvarado. El tricolor designará el 17 de noviembre a su posible nuevo dirigente; los solaztequistas lo harán hasta marzo. Muy lejos de la militancia de estos dos partidos sucede la discusión y la disputa de quién quedará al frente de esas organizaciones. La democracia está lejos del alcance de sus bases.

Podría aplicarse aquí la afirmación del estudioso Marcos Roitman: se vive una (aparente) democracia sin demócratas.
Según Roitman, en estos sistemas simulados, la democracia no es el gobierno del pueblo y para el pueblo sino “un conjunto de procedimientos que permiten mantener el funcionamiento de las instituciones del Estado por medio de la elección de una elite que gobierna. Así la democracia termina siendo una técnica procedimental para elegir elites que administran y gestionan la razón de Estado”.
No sería la democracia “una forma de vida”, como lo establece la Constitución Mexicana, sino sólo un procedimiento técnico. Si bien nos va podríamos aplicar la definición de Jorge Luis Borges: la democracia como la dictadura del número. Por lo general, ni eso.

EL PESO DE LA HISTORIA

MENCIONO esto porque ayer tuve oportunidad de participar en una mesa de análisis en Radio Fórmula Tabasco con el tema de la búsqueda accidentada que ha emprendido el PRI local para designar dirigente. Salida la convocatoria, la elección limitada a los consejeros políticos sería el 17 de noviembre. Pero esa convocatoria está impugnada, como prácticamente todo el proceso desde el nombramiento del presidente interino.
Ya en el 2011, cuando Miguel Romero fue designado sin respetar los estatutos, un tribunal electoral obligó a reponer el procedimiento.
Pues bien, en el programa radiofónico de ayer –conducido por Ileana Pineda y Gabriel Aysa, con Jorge Abdó como invitado también-, me permití exponer lo que a mi juicio es el contexto general de lo que sucede en el PRI. Sintetizo parte de mi intervención:
El abuelito del PRI, el Partido Nacional Revolucionario, surgió como una coalición de partidos. Fue una manera de resolver y controlar los conflictos de quienes se habían quedado con el poder poco después de la guerra de la Revolución Mexicana. Un partido que nació en el poder y no que se constituyó para conseguir el poder.
Puede afirmarse, entonces, que el PRI fue un instrumento para compartir y repartir el poder, no para competir…hasta que llegó la verdadera oposición.

LOS VIEJOS VICIOS

EN EL CASO de Tabasco, no podríamos explicarnos lo que ahora suceden en el local si no tomamos en cuenta por lo menos tres momentos: Uno.- El desprendimiento del grupo de Andrés Manuel López Obrador en 1988; Dos.- El intento de Roberto Madrazo en los años noventa por desplazar a todas las corrientes históricas de ese partido y construir su candidatura presidencial; Tres.- La derrota del tricolor en julio de 2012.
En 1988, al surgir una verdadera competencia, el PRI perdió algo así como el 20 por ciento del pastel electoral; en las elecciones siguientes la oposición lopezobradorista le quitó el 30, el 40 por ciento hasta llegar a más del 50 por ciento que significó para el viejo partido la pérdida de la gubernatura.
En un principio todas las decisiones de los PRI locales pasaban por el centro de la República. El gran decididor era el Presidente de la República (del PRI, por supuesto). Cuando el tricolor perdió la Presidencia, el centro de la decisión quedó en los gobernadores o en algunos grupos locales.
Esto significó también que cada gobernador o jefe de algún grupo local buscó hacer su propia corriente. En Tabasco, el Nemismo (por Salvador Neme), el Gurriísmo (por Manuel Gurría), el Madracismo o Robertismo (por Roberto Madrazo), el Andradismo (por Manuel Andrade) y hasta el Granierismo o los “químicamente puros” (por Andrés Granier).
También se crearon otros grupos o intento de grupos a partir de personajes con cierta influencia o poder como el Mayancismo (por Humberto Mayans), el Evaristismo (por Evaristo Hernández, quien además creó su fundación Palavicini), aquel denominado Grupo Conasupo (identificado con Gustavo Rosario Torres), entre muchos otros.
Ahora podría citarse como muestra de la multiplicación de grupos, tribus, cofradías, a otro bloque: el Aliísmo (por Jesús Alí). Todos estos pujan por tener un sitio en la nueva dirigencia.  
El Nuñismo, identificado con Arturo Núñez, se orientó hacia la Agrupación Pino Suárez cuya mayoría de integrantes terminó renunciando al PRI.
Por lo general estos grupos o corrientes no significaron un debate ideológico interno, de tácticas y estrategias, de filosofía, objetivos y modos de actuar. Fue, como le comenté líneas arriba, una disputa por el reparto. No en todos los casos, sí en la mayoría.
En este esquema, los dirigentes y jefes de grupo priístas olvidaron que la competencia estaba afuera. Si bien el PAN tenía dificultades para penetrar en el electorado, el PRD no sólo llegó a gobernar la mayoría de los municipios, también obtuvo –en años previos a su victoria del 2012-, la mayoría en la Cámara de Diputados.

EL ADVERSARIO INTERNO

OCUPADOS como estaban y como están en repartir, los jefes priístas se olvidaron de competir. Primero externamente. Ahora que la competencia es interna, no existe la cultura del respeto a las reglas de la convivencia y la competencia; como tampoco existe la confianza interna.
Entre muchos elementos que permiten explicar lo que ahora sucede en el PRI –que es mucho más que buscar quién patrocina a quién y qué ambicionan-, un fenómeno que afectó seriamente al tricolor fue que permitieron que se hiciera costumbre la intromisión del gobernador en turno para la designación de dirigente. Dos casos extremos podrían citarse: cuando en una de esas raras y quizá única elección de dirigente del tricolor, cuando ganó el ya fallecido Héctor Argüello, el entonces gobernador Madrazo hizo todo lo posible para llevarlo a renunciar. Y lo consiguió.
El otro caso fue cuando en dos decisiones desafortunadas, Andrés Granier instaló en la dirigencia del PRI a Adrián Hernández y posteriormente a Miguel Romero. Sin calificar las cualidades de estos personajes, el resultado fue que un amplio segmento de los priístas se sintió afectado.
Lo que sucedió después en la selección del candidato a gobernador por el PRI sólo fue consecuencia del enredo…que no ha terminado. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 

 

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