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Home Escala Crítica LA REELECCIÓN…Y FUERON FELICES PARA SIEMPRE; REFORMA POLÉMICA

LA REELECCIÓN…Y FUERON FELICES PARA SIEMPRE; REFORMA POLÉMICA

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Escala Crítica/Columna diaria
*Democratización o eternización en los cargos de elección
*El sistema estadounidense tomado de modelo, en crisis
*Deschamps, “Niño Verde”, cachorros azules y amarillos

Víctor M. Sámano Labastida

EL DIRIGENTE petrolero Carlos Romero Deschamps lleva 32 años como legislador. Ha pasado de diputado a senador y viceversa; notorio por su ausencia en las sesiones, no ha presentado iniciativa alguna. Votó por la reelección, aunque no le hace falta. Jorge Emilio González, conocido como “El Niño Verde”, porque su padre le heredó la jefatura del Partido Verde, lleva 21 años en el Congreso. Como senador tiene asegurados otros cinco años en la Cámara. Votó por la reelección.

Blas Chumacero (PRI), logró sumar 30 años en la legislatura, pasando de un cargo a otro; Emilio González Parra (PRI), tres veces senador, 4 veces diputado federal y hasta gobernador de Nayarit, 30 años como legislador; Carlos Sansores Pérez (PRI), fue dos veces senador, cuatro veces diputado y gobernador de Campeche, 24 años como legislador.
El PAN tampoco se queda atrás: Juan de Dios Castro pasó 18 años en el presupuesto legislativo al ser cuatro veces diputado, una senador; aunque ahora le lleva ventaja Javier Corral, quien tiene ya 21 años pasando de un puesto a otro (diputado local, dos veces diputado federal, dos senador) y puede sumar otros cinco años. Votó por la reelección.
Jesús Ortega, del PRD, ha pasado 15 años en una curul o en un escaño; el fallecido Jorge Cruickshank, del también desaparecido Partido Popular Socialista, se había convertido en modelo de los “fósiles” en el legislativo. Entre diputaciones y senadurías cubrió 18 años.
Pero la democracia mexicana ha sido mucho más benevolente ahora: Eloy Cantú (PRI), lleva 20 años sacrificándose por la Patria; Ricardo Monreal (PRI, PRD, PT, PMC), suma 19 años –además de que fue 6 años gobernador;  Manlio Fabio Beltrones (PRI) ha logrado hacer una antigüedad de 16 años, además de 6 como gobernador y Emilio Gamboa (PRI), 15 años. Todos con posibilidades de añadir varias muescas más a su registro. Votaron por la reelección.

PREMIAR, MÁS QUE SANCIONAR

MUCHOS Y SESUDOS análisis se escribieron para convencer a los elegidos de que la reelección era una medicina para la “rendición de cuentas”. Se dice que con la reelección los votantes tendrán la oportunidad de sancionar en las urnas a quien no cumpla o premiar a quien cumpla. Aunque exista normas de transparencia y rendición de cuentas que no se aplican. ¿La reelección impedirá la reelección?, curiosa paradoja.
Podemos imaginarnos fácilmente a diputados, senadores y alcaldes echando mano del presupuesto público no para cumplir con las exigencias ciudadanas sino para asegurarse una clientela política. Así ha ocurrido.
En varias ocasiones nos hemos referido en este espacio a la ingrata experiencia de la reelección simulada: políticos que pasan de diputados locales a federales, luego al senado, más tarde a una diputación federal o local, quizá a una alcaldía, y vuelta al mismo esquema sin que ninguna ley los obligue a cumplir un periodo completo.
La solicitud de licencia por motivos “de fuerza mayor” también incluye la búsqueda de un nuevo encargo. Simulaciones.
La ley permite eternizarse en la nómina y ahora será legitimada por el “voto libre”. Ah, si algo falla, quedan las plurinominales. O postularse por otro partido.
Jesús Silva Herzog, un destacado intelectual que abogó por la reelección como mecanismo de control ciudadano y rendición de cuentas hizo una interesante reseña del libro “Este pueblo”, de  Mark Leibovich, corresponsal del New York Times en Washington, y quien publicó “una crónica divertida, venenosa, demoledora del club que gobierna al país más poderoso de la tierra”.
Refiere la existencia de una casta privilegiada que se adueñó de la política estadounidense, tomada como modelo por muchos de quienes abogan por la reelección y la “profesionalización” de los políticos.
Anotó Silva Herzog: en la crónica de Leibovich “está la tragedia de una democracia que se pudrió”, está el retrato de “la decadencia política norteamericana”.
Reflexiona: “El paisaje es risible pero también nauseabundo: un testimonio de la monstruosidad de la democracia estadounidense en nuestro tiempo. El sistema político que fue visto como ejemplar se ha convertido en una auténtica abominación: un régimen artrítico que sirve al dinero. De acuerdo con cálculos de Lawrence Lessig, un congresista en Washington dedica tres de cada cinco días laborables a recaudar dinero. Los otros dos se dedicará, supongo, a escribir tarjetas de agradecimiento a los donantes. No hay democracia contemporánea en el mundo que tenga tal dependencia del dinero, una política con cubierta pluralista que se entregue tan escandalosamente a sus patrocinadores. En Washington no se vende el voto: se renta”. (Reforma, 21/X/2012)
Ah, pero si algo fallara entre quienes se eternizan o buscan eternizarse en el Legislativo aparece el “lobismo”, los cabilderos. Dice Silva Herzog: “La crónica de “Este pueblo” registra el imperio de los intereses privados, la ausencia de una plataforma de servicio. Democracia venal. Más que una clase gobernante, Estados Unidos tiene un club gobernante, cuyo gerente es el lobista”.

LOS GESTORES, INTERMEDIARIOS

LOS CABILDEROS como verdaderos dueños del gobierno. El que no es diputado, senador, gobernador (también expresidentes), se convierte en cabildero. Claro, no para “cabildear” por los interese de los ciudadanos, del pueblo de a pie, sino para usar sus influencias o el conocimiento de los recovecos del poder.
El dato: en Estados Unidos, “en 1974 menos del 5% de los congresistas en retiro se dedicaba al cabildeo. La inmensa mayoría regresaba a su estado a dedicarse a otras cosas. Ahora, la mitad de los exlegisladores se vuelve cabildero”. Claro, nos dicen quienes cultivan la ilusión que sale de los cubículos,  eso no sucede ni sucederá en México.
Otro dato: el 61 por ciento de los ciudadanos y el 64 por ciento de los líderes encuestados por el diario Reforma están en contra de la reelección. (04/XII/2013)
Cuando en 1992 Gonzalo Martínez Corbalá, que había gobernador interino de San Luis Potosí, se presentó como aspirante a retornar al cargo mediante una elección, escribimos que se trataba de una reelección disfrazada. Ahora se sabe que fue un experimento del salinismo. La columna la titulé: “Naufragio efectivo, no reelección”. ¿Una vuelta a la historia?  Claro, la reelección no incluye la revocación del mandato…sólo la ratificación.
Mañana le cuento que dice el profesor Zovatto de la ola reeleccionista. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 

 

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