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Home Escala Crítica TABASCO: LOS SEXENIOS SE ACORTAN, LOS PROBLEMAS SE ALARGAN Y ACUMULAN

TABASCO: LOS SEXENIOS SE ACORTAN, LOS PROBLEMAS SE ALARGAN Y ACUMULAN

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*En la alternancia, un sexenio puede ser de sólo un año
*Las elecciones del 2015, cruciales para el proyecto de ANJ
*Renuncia de Rodríguez, revuelta policiaca, negociaciones Pemex

Escala Crítica/Columna diaria

Víctor M. Sámano Labastida

PREGUNTARSE cuánto dura un sexenio podría parecer ocioso. La definición gramatical indica que seis años son un sexenio, lo mismo que un trienio son tres años. Pero la circunstancia política nos lleva a conclusiones distintas. Podría decirse que en el viejo régimen, con un partido “casi” único en el poder, había sexenios que duraban inclusive más de seis años. Los intentos transexenales o los llamados maximatos, fueron otra expresión de aquel ejercicio de aquel sistema.

Este columnista se plantea ahora: ¿cuánto dura el sexenio en un gobierno de la alternancia como el de Tabasco?
Permítame primero un acercamiento al tema.

UN PODER CASI ABSOLUTO

ESCRIBIÓ Macario Schettino en El Universal: “Antes cuando funcionaba el régimen de la Revolución, el presidente no sólo era eso, era también el jefe nato de las fuerzas políticas, que se agrupaban dentro del partido oficial: campesinos, obreros, empleados, empresarios, todos cabían en el PRI que era el instrumento de coordinación entre esos grupos y la dirigencia del país, es decir, el presidente y sus operadores”.
Continuaba el analista: “Todo eso poder presidencial estaba por encima de la Ley, que nunca se usaba, y duraba seis años: desde el nombramiento del candidato presidencial hasta que el ya presidente nombraba a su sucesor”.
Pero –anotó Schettino- desde Ernesto Zedillo ya no ocurrió así. Con “la crisis monumental” en su primer año “perdió la elección intermedia, y administró el país sin gobernar mucho”
En el 2000  -apuntaba el también economista- “Vicente Fox llega al poder el 1 de diciembre de ese año (no antes como era normal en el viejo régimen), lo pierde poco más de un año después, cuando se viene abajo su proyecto de aeropuerto”.
Concluye Schettino en ese texto publicado en agosto de 2013: el poder presidencial absoluto desapareció en 1997.
El texto de El Universal sirve de referencia para intentar responder cuánto puede durar un sexenio.
Podríamos adoptar una variante del análisis citado y tenerlo como reflexión complementaria para aplicarlo a las administraciones estatales y municipales. Veamos:

ESTIRAR EL TIEMPO
EN EL VIEJO régimen, cuando existía un partido todopoderoso, un sexenio podía durar en realidad cuatro años. ¿Por qué? Porque el gobernador entrante y su equipo se tomaba el primer año en acomodarse, conocer la situación, operar con el presupuesto y los proyectos decididos en el último año del gobierno saliente. Hacía los “amarres” con los grupos de poder –nuevos y viejos-. El quinto año era para preparar la salida (en casos de depredación se le denominaba “año de Hidalgo”) y también porque las energías se concentraban en las siguientes elecciones.
Quiere decir entonces que los años efectivos de gobierno eran en realidad el segundo, tercero, cuarto y quinto. Cuatro de seis.
Las condiciones de competencia electoral modificaron esa ecuación.
Me parece que en un gobierno de alternancia –y con un partido antes hegemónico pero aún con poder, al acecho- el sexenio se divide para empezar en dos etapas de tres años. En la primera, el nuevo partido, grupo o coalición gobernante dispone en términos prácticos de solo un año para aplicar su proyecto.
Apliquémoslo en el caso concreto de Tabasco: el 2013 fue para conocer las entrañas del aparato de gobierno –tejido durante décadas-, acomodar a los nuevos funcionarios y lidiar con el desorden administrativo (ahí entra la famosa “curva de aprendizaje”). El segundo año (2014), es para aplicar su proyecto –gobernar según su propuesta-, y el tercero (2015) dedica sus energías a la contienda electoral.
La modificación del calendario de votaciones trasladadas a julio hace que desde finales de este año la efervescencia electoral y la lucha partidista marquen la agenda.
Resulta lógico que las elecciones intermedias del 2015 sean convertidas en un referéndum para el gobierno en funciones y una oportunidad de preparar el retorno para el partido derrotado (PRI). El tricolor apuesta a recuperar la mayoría en el Congreso local y va también por la alcaldía capitalina si Morena y el PRD lo dejan.
Divido en dos etapas el sexenio, habría que esperar a ver qué sucede sobre todo en la disputa por el Congreso local para discernir si en el tramo que va del 2016 al 2018 el gobierno de la alternancia gana tiempo para refrendar su triunfo o se enfrentará a una situación más compleja.

MARCHAS Y RENUNCIAS

VARIOS asuntos expuestos públicamente el fin de semana marcan la agenda de estos días. Las pospuestas negociaciones entre los presuntos afectados por los siniestros de Pemex, la renuncia de un subsecretario de Gobierno y el amotinamiento de policías.
Le comentamos que Andrés Manuel López Obrador encabezará hoy el arranque de sus acciones de resistencia civil contra la reforma energética; esta movilización largamente anunciada se empatará con irresuelto conflicto de las comunidades indígenas y campesinas con Pemex.
Mientras tanto, la administración estatal se vio en la necesidad de hacer un ajuste en su equipo de primera línea por el retiro de Manuel Rodríguez González como subsecretario de Gobierno. Por cierto que es el único caso de un subsecretario que prácticamente repetía en el cargo. Fue en la Segob estatal subsecretario de Atención a Organizaciones de enero del 2007 a enero del 2012, cuando renunció para buscar la candidatura del PRI a la alcaldía; posteriormente, en marzo de 2012 dejó 27 años de militancia en el tricolor para sumarse a la campaña de Arturo Núñez. Al inicio de esta administración volvió a “La Casita Azul” pero como subsecretario de Gobierno.
En relevo de Rodríguez ahora militante de Morena entró Ricardo Fitz Mendoza, miembro activo del PRD. El nuevo subsecretario fue secretario particular de Arturo Núñez y actualmente se desempeñaba como subsecretario en la Sernapam. Antes fue suplente de diputado federal, así como candidato a diputado plurinominal en 2003; también asesoró al actual gobernador en el Senado. Ha sido colaborador con Auldárico Hernández y Fernando Mayans.
En el lugar que ocupaba Fitz Mendoza en Sernapam fue designado Raymundo Sauri, un ambientalista que participó en la integración de la agrupación Santo Tomás.
Un tercer asunto de la mayor importancia es la nueva revuelta policiaca. La tercera en lo que va del actual gobierno. Desde el relevo en la administración se previó que junto a Educación, Salud y los transportistas, un foco de tensión serían las corporaciones de seguridad (estatales y municipales). En septiembre y octubre del año pasado también tomaron la calle y las instalaciones públicas.
Esta crisis debe ser oportunidad para la reforma a fondo de las corporaciones. Tanto para beneficio de la población como de los propios policías y de la administración pública.

AL MARGEN

TABASCO es el punto de arranque de las acciones de Morena por la reforma energética. Hoy a las 16:00 horas en la Plaza de la Revolución de Villahermosa, Andrés Manuel López Obrador encabezará una de sus asambleas públicas. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )

 

 

 

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