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Home Escala Crítica GARCÍA MÁRQUEZ, EL COLOMBIANO QUE SE HIZO QUERER DE TODOS

GARCÍA MÁRQUEZ, EL COLOMBIANO QUE SE HIZO QUERER DE TODOS

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Escala Crítica/Columna diaria
*Todos sus libros tienen trasfondo periodístico, investigación
*Un oficio que requiere de tiempo, reflexión y compromiso
*Más vale dar la noticia mejor, que darla primero y mal

Víctor M. Sámano Labastida

UN ESCRITOR es universal cuando alguno de sus personajes o dichos se convierte en un lugar común, en referencia obligada; cuando pasa a ser parte de la cultura popular…o recurso fácil en el periodismo. Por lo menos eso podría decirse en referencia a aquellas frases como “ser o no ser”, “ladran Sancho”, o la muy frecuente “crónica de…” tal o cual cosa. Algunas atribuciones suelen ser incorrectas, como la que se presume en El Quijote. Pero sin duda que el título de uno de los libros de Gabriel García Márquez (Crónica de una muerte anunciada), se convirtió en muletilla. Como también ocurrió con un adjetivo surgido de una de sus mejores novelas: macondiano (por el mítico y real Macondo).

 HACERSE QUERER
 
DIJO en varias ocasiones García Márquez que escribía para que lo quisieran sus amigos. A él se aplicaría el título de esta columna tomado de un escrito que el colombiano elaboró a propósito de Julio Cortázar (“El argentino que se hizo querer de todos”, México, 1994). El autor de Macondo no sólo se hizo querer de sus amigos sino inclusive de aquellos que no lo han leído.
Mucho se ha escrito en estos días sobre Gabo y seguramente el lector hallará aquí reiteraciones. Pero este modesto homenaje es apenas un ajuste mínimo de mi deuda con el autor de obras memorables y, para muchos, con un maestro de periodistas.
Escribió Gabo: “Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos es de periodista”. (1991)
No sólo definió al periodismo como el mejor oficio del mundo, sino también como una pasión insaciable.
En efecto, el colombiano refiere que llegó a ser escritor “a la fuerza”. Comenzó en el periodismo por vocación. A finales de los años cuarenta arrancó su colaboración en un diario de Cartagena. Tuvo la columna “Punto y aparte”. Fue en los textos presentados como “Jirafas”, firmados por Septimus, donde inició a desplegar sus destrezas. Y afinar la pluma.
Memorables son sus escritos periodísticos que se pueden leer en la compilación “Crónicas y reportajes” (1976) y en “Textos costeños” (obra periodística). En la revista Proceso (México), tuvo una colaboración semanal por los tiempos en los que también publicaba ahí Julio Cortázar y, si mal no recuerdo, Ricardo Garibay.
Algunos textos suyos, entre muchos otros, son ejemplo del quehacer reporteril: “Cuba de cabo a rabo”, “Operación Carlota. Cuba en Angola”, “Vietnam por dentro”…Su vocación por el periodismo y su excelente capacidad narrativa están reflejados en “Relato de un náufrago”, “Noticia de un secuestro”, “La aventura de Miguel Littin, clandestino en Chile”.

ARTE Y OFICIO

MULTICITADO en estos días es el texto donde García Márquez se refiere al periodismo como “el mejor oficio del mundo” (Los Ángeles, 1996). Ahí sintetizó su experiencia y valoración de un oficio a la altura del arte.
Recordaba el escritor:
“Hace unos cincuenta años no estaban de moda escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo”.
Lamentó:
“La mayoría de los graduados (de las escuelas de periodismo) llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos”.
En el centro de sus reflexiones colocó –como Riszard Kapuscinski- el compromiso, la ética, la vocación.
Recordó algo que se olvida con frecuencia sobre todo ahora que estamos bajo la dictadura de lo instantáneo: “la mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor”.
El Premio Nobel de Literatura insistía que el periodismo lo llevaba en el alma. Lo gozaba y lo padecía.
Contó que diariamente leía los diarios para “ver lo mal que dijeron o lo bien que dijeron. Cada mañana es un desastre, y sufro como un perro. Encuentro muy pocos reportajes que pueden considerarse joyas”.
“Tengo la impresión –reflexionaba- que a los periodistas no les dan tiempo para nada. Leo los periódicos y creo que no les dieron tiempo, cerraron antes de tiempo”.
Para Gabo “el periódico impreso es lo que verdaderamente sale del alma, porque lo demás son máquinas, aparatos; pero antes existía la ventaja de que el periódico era más difícil de hacer y las máquinas no funcionaban tan rápido, por lo que había tiempo para hacer las cosas más despacio”. (Madrid, septiembre 2008)
Voy al lugar común. Gabriel García Márquez colocó al periodismo a la altura del arte y lo humanizó.

SABER ESCUCHAR

REMEMORO una anécdota. Un periodista logró sentarse a la mesa con el autor de Cien años de soledad; al ver la grabadora, García Márquez dijo: “pensé que era una conversación”. Su interlocutor no entendió el mensaje. Había antepuesto la máquina a una relación entre personas.
Decía y con razón: en una entrevista con grabadora, el que interroga está más interesado en hacer su siguiente pregunta que en escuchar.
Escribió Gabo:
“En alguna parte de ´La vuelta al día en ochenta mundos´ un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí lo quise tanto, me resistí a participar en lamentos y elegías por Julio Cortázar”.
Se aplicaría al propio García Márquez aquella conclusión:
“Preferí seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo”.

AL MARGEN

NUESTRO más sentido pésame para Luis García de la Cruz, subdirector del diario Avance Tabasco, por el fallecimiento de su señora madre Guadalupe Victoria Jiménez de la Cruz. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )
 

 

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